Bitcoin nació en el 2009, convirtiéndose en la primera criptomoneda. Su creador (o creadores), bajo el pseudónimo de Satoshi Nakamto, partió de las ideas que se plantean en el Manifiesto Cypherpunk de Eric Hughes y es tanto una moneda como un sistema digital.
La primera criptomoneda, independientemente de ser reconocida como una divisa o no, puede servir para todo lo que hace con una moneda común y corriente (o fiduciaria), pero a diferencia del dinero fiat, esta no es controlada ni emitida por un ente gubernamental —como un banco central—. La base de este instrumento financiero reposa por completo en la blockchain o cadena de bloques, la tecnología que permite un sistema anónimo, seguro y descentralizado donde se registran las transacciones realizadas con criptomonedas.
El manifiesto mencionado expone que la privacidad es imprescindible para “una sociedad abierta en la era electrónica” y esto es un principio totalmente opuesto al “secretismo”, ya que la privacidad implica elegir quién puede saber qué sobre nosotros; mientras que el secreto o secretismo, es querer que nadie sepa sobre nosotros. La vía que Hughes propone para lograr tal nivel de privacidad es la criptografía.
Los llamados cypherpunks –según el manifiesto– no pueden dejar en manos de compañías, gobiernos o bancos su privacidad por la promesa que hicieron: “construir sistemas anónimos” y defender la privacidad a través del código y no del hombre. Las herramientas con las que cuentan son la criptografía, sistemas de reenvío de correo anónimo, firmas digitales y dinero electrónico.
Aunque el manifiesto se enfoca más hacia la economía y el dinero, es claro que forma parte de una manifestación cultural que parece tomar un poco del movimiento literario o subgénero del cyberpunk, que expone entornos futuristas con avances tecnológicos y científicos avanzados, como la inteligencia artificial y la cibernética, junto a un grado de deterioro o cambio radical en el orden social.
Volviendo a Bitcoin, tras su nacimiento y puesta en marcha en el 2009, la criptomoneda sólo se conocía entre una pequeña comunidad de cypherpunks, programadores y geeks interesados en tecnologías disruptivas. Poco a poco se fue esparciendo entre los mundillos del Internet y por supuesto, siendo un sistema de pago que ofrecía cierto nivel de anonimato y rapidez, pronto atrajo la atención de hackers y criminales de la darknet.
Con el tiempo, el ecosistema Bitcoin experimentaba el crecimiento de rumores sobre su uso y ventajas, aumento en su valor, adopción en casas de cambio, más expertos en informática se mostraban interesados en él… La revolución había comenzado. Para el usuario común, había dos posibilidades: Bitcoin era una tontería que no tenía nada que ver con dinero de verdad; y la segunda era el rumor de un dinero “especial” para el crimen y el delito de un mundo en Internet al que era peligroso acceder y donde podíamos encontrar desde drogas a cualquier clase de horror ilegal.
No obstante, ya sabemos que Bitcoin es mucho más que eso y su uso en transacciones ilegales solo es eso, un caso de uso. La criptomoneda había nacido para dar libertad y privacidad a las personas, por lo que la forma en que se utilizara dependía de las mismas personas. De esta forma, Bitcoin, más allá de las finanzas, pasó a ser parte de la cultura, salió del desconocimiento a los medios masificados y a popularizarse. A continuación se muestran ejemplos de cómo Bitcoin, además de hacerse parte de los sistemas financieros mundiales, se ha colado de una u otra manera en la cultura de nuestra sociedad.
Bitcoin y la masificación de su uso
El que Bitcoin esté integrándose en la cultura es un hecho y lo mismo ocurre con la tecnología que la sustenta. La adopción de esta criptomoneda como método de pago es alta y, aunque enfrenta algunos problemas de escalabilidad, ha alcanzado a centenares de empresas y comercios que ya la reciben como forma de pago.
Definir cultura es algo que los intelectuales han intentado muchas veces, siendo redefinida en varias épocas incluyendo nuestros días. Como en todo lo literario o artístico, una definición no basta; pero con fines prácticos podemos retomar lo que dijo Daniel Bell en “Modernidad y sociedad de masas: variedad de las experiencias culturales”: la palabra cultura “en otro tiempo designaba un refinamiento moral e intelectual, ha incorporado hoy los códigos de conducta de un grupo o de un pueblo”.
Esto último significa que para el momento actual, cultura es todo aquello común a un grupo social (cultura punk, cultura de comics, cultura del pop, del rock, etc.). La antes llamada “alta cultura”, que hacía referencia a la cultura elitista de acceso exclusivo para intelectuales o la clase social alta, también empezó a popularizarse en algún punto; en mayor medida gracias al industrialización y la conversión de símbolos culturales en productos útiles y masificados, accesible para los estratos sociales que no tenían forma de acceder a la cultura elitesca.
Por ejemplo, si una empresa toma una imagen del cuadro de La Mona Lisa, la coloca en un llavero y lo comercializa en masa, un gran número de personas que antes ignoraban la existencia del cuadro ahora tendrán acceso a él sin necesidad de ir al museo Louvre de París. En el caso de Bitcoin, podríamos comparar su crecimiento en popularidad gracias a su adopción como forma de pago con la popularidad del cuadro de Da Vinci entre la gente que ha ido al Louvre.
Gran cantidad de empresas tecnológicas y entidades del mundo financiero han prestado atención a Bitcoin; sin embargo, en esta oportunidad nos enfocaremos más en aquellas empresas, comercios y lugares que cualquier persona podría visitar en su día a día.
Uno de los símbolos culturales más inmediatos en los que podríamos pensar al hablar de Bitcoin es una pizza, gracias a la relación que existe entre ambos luego de la primera pizza vendida en bitcoins. Es muy probable que a causa de esto, también existan al rededor del mundo otras cuantas pizzerías que acepten el mencionado método de pago.
Y dando larga al tema de la comida, en Canadá, la cadena KFC lanzó una promoción especial ligada a la criptomoneda original. Sus clientes ahora pueden adquirir un cubo de pollo frito que puede ser pagado con bitcoins. Además, como acompañante para esas comidas o solo con el motivo de un brindis, se podría comprar una buena botella de vino francés haciendo uso de la misma tecnología para cancelar. Asimismo, en España ya se puede ir al cine y al teatro por un año entero pagando el abono del Gran Teatro Bankia Príncipe Pío con BTC.
Por otro lado, a pesar de no ser un caso de uso cotidiano, también se podría pagar un apartamento con bitcoins. Pruebas de ello son el caso del lujoso penthouse en Miami ofrecido a cambio de bitcoins o el recientemente ofertado edificio japonés valorado en 540 BTC. Por si fuera poco, también existe la posibilidad tanto de vacacionar en un balneario en Argentina, como de comprar los souvenirs de un viaje a australia con la fracción de un bitcoin.
La adopción de la primera criptomoneda incluso ha alcanzado la religión, que dicho sea de paso, forma buena parte de la cultura mundial. Podríamos seguir mencionando locales o plataformas de compra online para usar tus bitcoins, pero abarcaríamos páginas y páginas, los que vimos son apenas los más recientes.
Bitcoin en la sociedad, la cultura y el arte
Más allá del Bitcoin como algo útil, la criptomoneda está presente también en el arte y en los medios de comunicación. No es secreto que sea el protagonista de miles de noticias diarias. Ya está en el cine y la TV, que como medios de masas, han hecho que la criptomoneda llegue al conocimiento de aún más personas.
La sociedad victoriana y post-victoriana asumió el honor de iniciar en las buenas maneras a la clase comercial naciente, y para ello disponía de libros sobre etiqueta, sobre cómo comportarse a la mesa, etc. Hoy esa función mediadora la realizan los medios de comunicación de masas. Los mentores de la conducta son los films, la televisión y la publicidad.
Daniel Bell
Autor
Como fue reseñado anteriormente, aparte de su función útil, la primera criptomoneda está formando parte de la cultura como tema en obras de arte visuales –en muchos casos incluyendo la temática cyberpunk–, en la música, en las películas como Dope o series como Meet the Bitcoins. Esto ha abierto paso a que otras criptomonedas empiecen un camino similar, como en el caso del cómic llamado “El gato Monero”.
Bitcoin en las representaciones artísticas o mediáticas en general se ve de forma tanto positiva como negativa. En la mayoría de los casos, los personajes –como el común de las personas– tienen un concepto de Bitcoin como dinero para asuntos ilegales o de dudosa procedencia. Aunque también es claro que esto comienza a cambiar a medida que la criptomoneda se populariza. No falta mucho tiempo para que veamos series y películas futuristas donde Bitcoin podría ser una forma de pago mayoritaria.
Finalmente, aún queda resaltar que el hecho de que Bitcoin sea muy utilizado o popular, no significa que las personas sepan a profundidad de qué se trata a nivel técnico; algo que de hecho, no es necesario. “Que hoy se escuchen más discos de Beethobven que antes, sólo sirve para que la gente canturee o silbe una melodía y no para que se aprecie mejor la compleja estructura de la sinfonía que se ha escuchado” –según Bell.