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Venezuela impulsó Bitcoin desde 2012 contra inflación y controles.
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USDT domina hoy el mercado, educando sobre wallets y exchanges, y facilitando la transición a BTC.
La mayor barrera para la adopción de Bitcoin es la educación. Entender Bitcoin lleva tiempo. Primero, porque nadie nos enseña qué es –y, además, qué debe ser el dinero –. Y, segundo, porque hay que familiarizarse con nuevas palabras y herramientas técnicas como wallets, llaves privadas, direcciones, etc.
Naturalmente, esto genera resistencia. Hasta que lo necesitas. Venezuela, por necesidad, se ha visto forzada a aprender y ha sentado las bases para su bitcoinización.
Los venezolanos bien saben que la necesidad es la madre de todas las invenciones, como dijo Platón. Desde muy pronto, la necesidad de un refugio contra la inflación y de un medio de pago que les permitiera acceder al mercado internacional, ante los controles de cambio impuestos desde 2003, llevó a los venezolanos a las criptomonedas.
Los pioneros de Bitcoin en Venezuela
En Venezuela hubo granjas de minería desde 2012, quizás incluso antes. El subsidio a la electricidad hizo que para muchos generar BTC fuera casi gratuito. En ese mismo año surgió la Fundación Bitcoin Venezuela, que fue clave para el encuentro de los primeros entusiastas.
Para 2014 se fundaría SurBitcoin, el primer exchange de Venezuela, que llegó hasta los 30.000 usuarios en su mejor momento, y que luego cedería su liderazgo a LocalBitcoins, plataforma p2p finlandesa que tenía su mayor volumen de intercambios en Venezuela.
En 2015 se funda en Venezuela CriptoNoticias para solucionar el problema de la falta de medios de comunicación de calidad en español, especializados en el nicho. Hoy es el periódico sobre Bitcoin más reputado en el mundo de habla hispana.
Pronto, Bitcoin comenzó a usarse por los venezolanos en el extranjero, que enviaban remesas a familiares y amigos; por empleados de empresas extranjeras, que podían recibir su salario en dinero duro; por una generación incipiente de traders, que hacían arbitraje entre el precio de bitcoin y la moneda nacional, proveyendo liquidez al mercado; por ahorristas que se apuraban a cambiar su salario inflacionario en bolívares.
Si bien ya en años anteriores hubo ciertas fricciones para los usuarios de Bitcoin, en 2017 se intensificaron.
Cerraron las cuentas bancarias de Surbitcoin y detuvieron a uno de sus trabajadores. Una semana después, detuvieron a cuatro mineros por el supuesto delito de hurto eléctrico. Luego, clausuraron y desmantelaron una central de minería en la ciudad de Valencia, donde se encontraban hasta 11 mil equipos. Por esos mismos días, la policía detuvo a dos hermanos de Caracas que vendían mineros en MercadoLibre.
Fueron meses en los que usar Bitcoin se sentía como algo ilegal, sin que hubiera leyes al respecto. Meses durante los que se sembró una desconfianza y un temor que aún hoy subyace en la psicología de los bitcoiners venezolanos.
Venezuela hoy sería una potencia global de minería de Bitcoin si no hubiera sido por las extorsiones y confiscaciones a los mineros del país.
La aparente perestroika de bitcoin en Venezuela
Para bien o para mal, en relación con estos casos o quizás por otra razón, ese mismo 2017 el gobierno entendió por primera vez el potencial de las criptomonedas en el país. Declararon que cesaría la persecución contra los mineros, anunciaron la ICO del proyecto fallido Petro y de la Superintendencia de Criptoactivos de Venezuela.
Para ese momento, un buen porcentaje de la población que nunca había oído sobre criptomonedas se enteró. Pero, tal como ocurrió en El Salvador, muchos terminaron asociándolo con algo gubernamental.
El Petro, más que promover la comprensión de las criptomonedas, sembró confusión semántica: muchos venezolanos asimilaron el concepto de ‘criptoactivo’ con una política estatal centralizada, lo cual retrasó la comprensión del modelo descentralizado de Bitcoin. Aun así, muchos intentaron aprovechar la oportunidad que una aparente claridad regulatoria abría.
En 2018 vimos cómo Venezuela se convertía en pionera mundial en la creación de regulaciones y organismos gubernamentales vinculados con criptomonedas. Tanto así que en el extranjero se hablaba de Venezuela como la “CriptoNación”. Probablemente el venezolano haya sido de los primeros Estados en minar Bitcoin, prometiendo hasta un pool nacional.
Entre 2019 y 2021, la adopción pareció irrefrenable. Llegaban puntos de venta para Bitcoin al país. Cadenas como Locatel, Pizza Hut, Rattan, incluso el Metro de Caracas, aceptaban pagos con bitcoin. La ONU y también Chainalysis colocaban a Venezuela en el tercer lugar de mayor adopción mundial de Bitcoin.
De vuelta a la oscuridad
Nuevamente, el impulso fue refrenado en 2023, momento en que la adopción de Bitcoin en Venezuela entró en una segunda era oscura. Tras el caso de corrupción de PDVSA-Cripto, se ordenó el cese de exchanges nacionales, los negocios dejaron de aceptar pagos, se suspendió la minería legal y reiniciaron las incautaciones.
La industria fue asfixiada a tal punto que, luego de estar en el tercer lugar de adopción global, hoy está en el número 18, según Chainalysis. Bitcoin volvía a ser estigmatizado. Muchos de esos venezolanos no tuvieron de otra que salir del país, pero gracias a sus años de experiencia, se mantuvieron trabajando en empresas de la industria, o incluso fundaron empresas de talla mundial, como el caso de Ledn.
Hoy casi todas las empresas bitcoiners más importantes del mundo cuentan con venezolanos en sus filas. Otros se quedaron y promovieron Bitcoin aún en la incertidumbre, como la Academia BT&C de la Universidad Católica Andrés Bello, y con pequeñas operaciones clandestinas de minería.
De forma paralela al retroceso en la adopción pública de criptomonedas, se dio el proceso de dolarización del país. Hubo un sinceramiento por parte del gobierno sobre el hecho de que la economía venezolana estaba dolarizada fácticamente, usando la moneda estadounidense como unidad de cuenta. Sin embargo, es difícil que un país sancionado por Estados Unidos tenga libre acceso a efectivo, lo que produce escasez de billetes.
El giro hacia USDT
Es en este contexto que USDT encontró suelo fértil para ser adoptado en el país, introducido por el gobierno en sus subastas para empresas. En general, la mayoría de los venezolanos siempre han tenido en alta estima la moneda estadounidense. La pérdida de valor del dólar, debido a la emisión de 3 billones de dólares en los últimos cinco años, no ha sido interiorizado en el imaginario de la mayoría de los venezolanos, quienes parecen confiar en que esta moneda está exenta de depreciación.
Hoy USDT supera el lugar que tuvo en el pasado bitcoin en Venezuela. En poco tiempo, USDT llegó a comprender el 47% de las transacciones menores a 10.000 dólares en el país. El impulsor de Pago Móvil está trabajando para integrarlo en la banca nacional. Grandes empresas del país ya incluyen la stablecoin en sus contabilidades y operaciones financieras cotidianas.
Bitcoin, en este contexto, no está pintando nada en el país. Venezuela se desvió de la bitcoinización.
Mientras los más grandes actores del mundo financiero, como BlackRock o JPMorgan, están acelerando su adopción de bitcoin, en sintonía con la acumulación de Estados Unidos, Venezuela está escogiendo el camino de utilizar una versión digital del dólar. Y, como sabemos, esta moneda no solo se ve afectada por las malas decisiones de política monetaria de la Reserva Federal, sino que la emite y controla una empresa que puede congelar fondos en cualquier momento.
USDT es el prólogo de la bitcoinización
Con todo, visto de otra manera, la adopción de USDT no es el fin de la bitcoinización, sino su prólogo.
La dolarización digital obliga a empresas y usuarios a aprender lo que antes era ajeno: custodiar llaves, usar exchanges, comprender la trazabilidad. Ese aprendizaje técnico y psicológico prepara el terreno para que, cuando el país vuelva a necesitar soberanía monetaria, el salto a Bitcoin sea culturalmente posible.
La adopción de USDT genera menos resistencia, porque no hace falta entender qué es el dinero o qué es Bitcoin para elegir usarlo. Podemos verlo como una manera de comenzar a explorar esta tecnología desde un lugar conocido. En otras palabras, esto se suma a todo el conocimiento acumulado sobre Bitcoin y criptomonedas que tienen los venezolanos sobre sus hombros, que es el bagaje de los últimos trece años.
Es una probabilidad que el uso de USDT en Venezuela sea permitido por Estados Unidos durante el tiempo que la información financiera que el país está filtrando resulte útil para su gobierno.
Entonces, cuando nuevamente surja la necesidad, Bitcoin estará ahí disponible para una Venezuela más madura y con más experiencia en la tecnología, recordándole la importancia de tener un dinero neutral, incensurable y libre.