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Yo también soy Satoshi.
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Realmente no; es Peter Todd.
“Ruke di guk, ruke di guk;
sangre hay en el zapato
el zapato no le va.
La novia verdadera en casa está.”Cenicienta
La Cenicienta de los Hermanos Grimm es diferente a la de Disney. No hay hadas madrina ni ratones que se conviertan en caballos. Ninguna de estas Cenicientas se parece a la egipcia, secuestrada por piratas y vendida como esclava. Y la bruja caníbal de la versión rusa está ausente de todas las anteriores.
En nuestra versión, es Cenicienta la que crea su propio vestido de gala y sus zapatillas de oro digital, usando harapos de criptógrafos y cypherpunks. No está buscando marido; la velada a la que atiende es al ocaso del sistema fíat. ¡Qué maravillosa ocasión! Lástima que se prolongue tanto tiempo… 16 años de festejo y los que faltan.
Pero esta historia no se trata príncipes y princesas, no hay castillos ni madres muertas. Esta historia empieza después de que Satoshi creó el mejor dinero de la historia, y huyó a medianoche cuando creyó que la llegada de Wikileaks convertiría al carruaje en calabaza, dejando más de un millón de bitcoin bloqueados, como una cerradura sin llave privada que la abra.
Un detalle que se ha pasado por alto en la Cenicienta es que las hermanastras no solo son malvadas, sino usurpadoras de identidad. Ante la incógnita de a quién le pertenece la zapatilla de oro digital, aparecen hermanastras que hacen lo que sea para engañar al príncipe. Antes había una sola, que en vez de traer la llave para demostrar que era Cenicienta, empezó a demandar a todo el mundo que dijera lo contrario.
“La mayor fue a su cuarto para probarse la zapatilla, acompañada de su madre. Pero no había modo de introducir el dedo gordo; y al ver que la zapatilla era demasiado pequeña, la madre, alargándole un cuchillo, le dijo: “¡Córtate el dedo! Cuando seas reina, no tendrás necesidad de andar a pie.” Lo hizo así la muchacha; forzó el pie en el zapato y, reprimiendo el dolor, se presentó al príncipe.”
La Cenicienta – Los Hermanos Grimm
Pero el tribunal se dio cuenta de que el pie de Croig Wrong estaba ensangrentado, así que lo hizo pedir disculpas, y ahora anda por ahí, con su dedo cortado.
La otra hermanastra, presunta profesional en la venta de aceite de serpiente, hasta cobró USD 500 a los asistentes de su presentación en sociedad para que todos vieran cómo no tenía la llave, como no le calzaba la zapatilla.
Ya desde 2016 estaba registrando patentes atribuyéndose la autoría de la Tecnología Bitcoin. Pero esta vez, le dijo su mamá, qué digo, su camarada Anderson: “Córtate un pedazo del talón. Cuando seas reina no tendrás necesidad de andar a pie”. Ahora todos se ríen de la cojera del Faketoshi Esteban Mula, que organizó un evento para que todos vieran cómo se cortaba el talón.
Y como este cuento de hadas (completamente ficticio, en el que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia) durará décadas, quizás siglos, probablemente sigan apareciendo hermanastras por ahí, que seguirán mutilándose los pies aunque nunca les quede la zapatilla, aunque nunca muestren la llave de los bitcoin de Satoshi.
Y así como en las versiones originales de los cuentos de hadas -que son medio macabras (pregúntenle a la Sirenita de Andersen)- en nuestra versión, la Cenicienta murió, los príncipes que la buscan nunca sabrán quién era, sus bitcoin serán una donación para la escasez y el enriquecimiento de los bitcoiners, y todos vivieron felices para siempre, disfrutando del ocaso del fíat y riendo de las hermanastras mutiladas.
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