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La confianza sin cuestionamientos en figuras políticas puede resultar sumamente costosa.
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Muchos aún subestiman el rol de la responsabilidad individual en el mundo de las criptomonedas.
Quien no busca asesoramiento suele pagar las consecuencias. En el caso del presidente argentino, Javier Milei, el impacto es aún más llamativo, no solo por su formación económica, sino también por el peso de su investidura. La tormenta desatada el viernes por la tarde está lejos de disiparse y, más allá de las posibles repercusiones políticas y judiciales que el fallido proyecto LIBRA podría traerle, hay un aspecto especialmente preocupante: el daño que este escándalo causará en aquellos que estaban considerando adentrarse en las criptomonedas, pero aún tenían dudas.
Comencemos por el principio. En la tarde del viernes, salió al mercado un proyecto privado de inversión llamado LIBRA, lanzado en la red Solana —conocida por ser un terreno fértil para la creación de memecoins, -criptomonedas nacidas como bromas en Internet-. Según el propio presidente, LIBRA tenía como objetivo impulsar la economía argentina mediante el apoyo a pequeñas y medianas empresas.
A través de la red social X, Milei promocionó el proyecto y, en pocas horas, su valor se disparó un 500%, superando los 4,5 dólares. Sin embargo, al alcanzar su pico, el precio se desplomó abruptamente debido a ventas masivas desde direcciones vinculadas a la iniciativa. Esta maniobra, conocida como rug pull, es, en esencia, una estafa. Aproximadamente cinco horas después, Milei eliminó su publicación y subió una nueva, argumentando que se había precipitado y que no estaba bien informado. Para entonces, el daño ya estaba hecho.
Lo sucedido el viernes no fue cualquier cosa. Tuvo un efecto bola de nieve que tardará mucho en detenerse. Según la organización BubbleMaps, el equipo detrás de LIBRA logró obtener más de 80 millones de dólares, lo que resultó en que miles de personas perdieran el dinero invertido. A lo largo del fin de semana, políticos, empresarios y expertos en finanzas, tanto de la industria de las criptomonedas como ajenos a ella, expresaron reproches y total desconcierto.
Para el momento de redactar este artículo, son muchas las personas que todavía debaten si el presidente argentino estuvo involucrado como autor intelectual en lo sucedido, o si simplemente se adentró en un terreno en el que carecía de asesoramiento, al menos el adecuado.
El daño reputacional que esta tormenta causará a Milei y las posibles implicaciones judiciales aún están por verse, pero lo que ya se puede anticipar es el impacto que esto tendrá, no solo en el sector de las criptomonedas en Argentina, sino también a nivel global.
Políticos, figuras del ámbito empresarial y organismos multilaterales que ya se oponen a los criptoactivos no perderán la oportunidad de capitalizar lo sucedido, creando eslóganes sensacionalistas y simplificaciones que venderán como pruebas irrefutables. «Aquí está la evidencia: las monedas digitales son una estafa, y eso del ‘bitcoin’ debe ser observado con lupa. Manténganse alejados». Lamentablemente, muchas personas comprarán la narrativa.
No es para menos. Aunque la investidura presidencial no garantiza que quien la ostenta esté a la altura de la misma, es un cargo que lleva consigo un peso considerable en nuestras sociedades. Para miles de ciudadanos, el presidente de la república representa a alguien que antepone las necesidades del pueblo a las propias, una persona altamente capacitada en gerencia y la más apta para guiar el destino del país.
Por ende, si se compra el relato de que «el presidente robó millones de dólares gracias a la naturaleza de las criptomonedas», muchos darán un paso atrás. Aquellos usuarios con pocos ahorros que estaban considerando a bitcoin como un gran aliado para asegurar un futuro financiero más sólido, o los comerciantes que pensaban en la criptomoneda líder como una forma de modernizar su negocio, no solo lo pensará varias veces, sino que incluso cerrarán la puerta a la posibilidad de investigar por sí mismos lo ocurrido.
Este punto, en el caso de Argentina, podría generar consecuencias desalentadoras, pues desde que el gobierno de Mauricio Macri comenzó a enfrentar dificultades económicas en abril de 2018, el peso argentino empezó a devaluarse rápidamente, hasta alcanzar el valor actual de 1.078 pesos por dólar, según la cotización oficial del Banco Nación Argentina —vale destacar que el dólar está fuertemente intervenido y la población, si desea acceder fácilmente al mismo, suele acudir al mercado negro, que cuenta con cotizaciones más elevadas-.
Como consecuencia de esto, se sumó una nueva tendencia a la costumbre de ahorrar en dólares que los argentinos habían adoptado desde hace ya varias décadas: la de acudir a las criptomonedas, especialmente a bitcoin, para proteger su patrimonio.
Argentina abrazó los criptoactivos de tal forma que, en octubre de 2024, un informe de Chainalysis —basado en datos de junio de 2023 a junio de 2024- ubicó al país en el primer lugar de América Latina en cuanto al uso de criptomonedas, superando incluso a Brasil —líder durante varios años-. Además, en diciembre de 2024, un estudio de Finnovista reveló que el sector fintech en Argentina había crecido un 11,7% con respecto a 2023, incorporando 40 nuevos emprendimientos. En este contexto, los proyectos nacionales basados en criptoactivos habían aumentado de 20 a 36.
Si bien estos son datos sólidos, no son suficientes para afirmar que hay una adopción masiva de criptomonedas entre la población. Aún queda mucho por hacer, especialmente en una sociedad en la que la mayoría sigue pensando en dólares estadounidenses y acude a las instituciones financieras locales para llevar a cabo proyectos de vida. Bitcoin y las criptomonedas representan un cambio significativo, pero su punto álgido no llegará de inmediato, sino más bien en el largo plazo. Solo cuando una gran parte de la población comience a pensar en sus metas a futuro, sin involucrar al Estado, entonces podremos celebrar un verdadero avance. Hasta entonces, aún queda camino por recorrer. Ni siquiera Bukele, con todos los logros alcanzados en El Salvador, puede afirmar que ha completado la tarea que se propuso al integrar a bitcoin en la economía.
Es importante aclarar que el éxito o fracaso de bitcoin y las criptomonedas en una región no depende de un individuo o gobierno. Sin embargo, no se deben subestimar los incentivos y apoyos legítimos que pueden provenir desde la política —una vez cada diez cuaresmas-, ni pasar por alto errores tan graves como el ocurrido con LIBRA. Aunque pueda parecer impresionante para algunos, la realidad es que un solo error puede dar un golpe durísimo a lo que costó mucho tiempo y esfuerzo construir, y más aún en un contexto donde la educación juega un papel fundamental.
Hay muchas personas que no ven las criptomonedas de forma negativa, pero que aún no comprenden que su funcionamiento se basa en la responsabilidad individual. Si tomas una buena decisión en este ámbito, celébralo, porque independientemente de si tuviste suerte o no, tuviste el valor de actuar. No obstante, si cometes un error, debes aceptar que no hay gobierno o banco que venga a rescatarte, y que nadie te obligó a tomar esa decisión.
A pesar de los lamentables acontecimientos, existen innumerables razones para confiar en que el sector sabrá superar los obstáculos. Nadie afirmó jamás que no habría retrocesos ni que el camino sería fácil. Para quienes defendemos la batalla de las ideas, lo único que podemos hacer es promover la educación y explicar que la fe ciega en figuras políticas o mediáticas puede costar muy caro en el mundo de las inversiones.
Descargo de responsabilidad: Los puntos de vista y opiniones expresadas en este artículo pertenecen a su autor y no necesariamente reflejan aquellas de CriptoNoticias. La opinión del autor es a título informativo y en ninguna circunstancia constituye una recomendación de inversión ni asesoría financiera.