Bitcoin, al subvertir los paradigmas monetarios de la sociedad contemporánea, modifica la geometría del poder. Facciones adversarias establecen nuevas treguas, mientras que antiguas alianzas se ven comprometidas. La tríada financiera actual, representada, a grandes rasgos, por Bitcoin, los bancos comerciales/de inversión, y los bancos centrales, presenta fricciones existenciales: la supervivencia y supremacía de uno, pudiera suponer la extinción del otro.
Desde su lanzamiento en enero de 2009, Bitcoin prometía cambiarlo todo. Al difundir el white paper, los dardos de Satoshi tenían como diana los abusos a la confianza propios del sistema fíat, ofreciendo una solución trustless o sin necesidad de confianza:
“El problema raíz con la moneda tradicional es toda la confianza requerida para hacerla funcionar. Debe confiarse en que el banco central no devaluará la moneda, pero la historia del dinero fíat está llena de violaciones de esa confianza. Debe confiarse en que los bancos mantendrán nuestro dinero y lo transferirán de manera electrónica, pero lo dan en préstamo en olas de burbujas crediticias con apenas una fracción en reserva. Tenemos que confiarles nuestra privacidad, confiar en que no permitirán que usurpadores de identidad drenen nuestras cuentas».
Satoshi Nakamoto
A un problema radical solo podía dársele una solución radical: arrancar de raíz el sistema de confianza. Con todo, en la medida en que Bitcoin alcanza bolsillos más profundos, vemos como los sistemas de confianza y desconfianza van imbricándose hasta formar híbridos inesperados: los bancos tradicionales (como DBS, Standard Chartered y BBVA) comienzan a ofrecer servicios de exchange y custodia, y los exchanges con custodia y servicios de pago (como Kraken, Paxos y BitPay), comienzan a convertirse en bancos.
Los exchanges centralizados, custodios de las llaves privadas para las monedas de sus usuarios, siempre han sido como un ancla en el sistema financiero basado en la confianza, por lo que no extraña que su siguiente paso hacia el reconocimiento y legitimidad haya sido institucionalizarse. La jugada que pudo parecer más imprevista, incluso para aquellos ejecutivos que no hace muy poco tiempo denostaban de Bitcoin, es que los bancos terminaran por bitcoinizarse.
Esto tiene una razón comercial y una razón existencial. Por un lado, los bancos comerciales no podían dejar que esos recién llegados al sistema financiero, como son los exchanges de criptomonedas, se hicieran con esas preciosas cantidades de dinero que los inversionistas institucionales están ansiosos por posicionar en bitcoin, huyendo del endeudado mundillo fíat. Pero, en un nivel más profundo, no adecuar su negocio a los nuevos horizontes del dinero, podía suponer, si no el ocaso de su negocio, al menos un debilitamiento de su poder.
En buena parte de los reportes de evaluación sobre la potencial implementación de monedas digitales de bancos centrales, uno de los escenarios figurados es que la autoridad monetaria del país pase a ser tanto emisor como administrador de las relaciones económicas entre particulares. Esto haría a los bancos comerciales prescindibles.
Si bien se trata de un futurible hipotético muy remoto (no solo por todos los costos de adiestramiento requeridos para asumir el trabajo de la banca, sino porque trastocaría la economía a niveles muy hondos), mejor prevenir que lamentar, pudieran estar pensando los bancos. Unos optan por acercarse a Bitcoin; otros, se ponen a disposición para el desarrollo de las CBDC.
Pero la existencia de los bancos centrales también se encuentra en vilo. Con el decaimiento del patrón fíat producto de la devaluación de monedas nacionales acelerada por la crisis económica actual, cada vez se ve más factible el tránsito hacia un patrón Bitcoin, o al menos un sistema en que bitcoin se instaure como nueva moneda de reserva y comercio internacional. De hecho, esto ya es una realidad en países como Venezuela, Irán y Turquía. En un mundo como ese, con un dinero con una oferta fija y sin riesgo de contraparte, es decir, sin riesgo a traiciones de confianza, los bancos centrales podrían convertirse en instituciones caducas.
Probablemente, avizorando esta subversión a su sistema de control, es que las autoridades financieras del mundo avanzan con medidas regulatorias cada vez más estrictas, exigiendo identificar a todo quién intercambie o retire criptomonedas de servicios de custodia (de nuevo, la confianza siendo el eslabón más débil de la cadena). Esto pretende atacar a las propiedades de apertura que esta forma superior de dinero está ofreciendo al mundo. Pero de todos los ataques que ha recibido en el pasado, todas las veces que sus enemigos han proclamado su muerte, Bitcoin siempre ha persistido y salido victorioso. El tablero financiero está cambiando, y ningún actor permanecerá impune.
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- En Análisis Ep. 32: Hiper bitcoinización, LightNite y Bitcoin Beach