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La mentalidad fíat es la que impulsa a invertir en altcoins.
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Una Tesorería con bitcoin es sustancialmente distinta a una de altcoins.
La idea de que las empresas y las instituciones no cometen los mismos errores de inversión que los particulares está bastante difundida en el imaginario general. Por algo le llaman dinero inteligente (smart money). ¿Cómo sería de otra manera? Si pagan salarios de seis cifras a sus analistas e investigadores para que les digan el mejor lugar para colocar su dinero. Sin embargo, parece que, en la industria de Bitcoin, esto no es tan cierto.
Comprender Bitcoin ha demostrado ser muy difícil para la mayoría de la población, sin importar su grado de instrucción. No es algo reprochable, en tanto que se trata de un radical cambio de paradigma. Hay que dejar de ver el mundo desde los lentes del fíat, pero estos ya parecen cementados en el rostro de las personas.
Cabe recordar a Saifeadean Ammous y su tesis de que la cultura de la época es fíat: una cultura devaluada y devaluadora, de la satisfacción inmediata de los deseos, de la dopamina fácil y de la hipotecación del futuro en pos del presente. Pero, en términos más prácticos, una cultura acostumbrada a tasar todo en dólares. Y uno de los aspectos clave del cambio de paradigma pasa por empezar a medirlo todo entre 21 millones, es decir, utilizando a Bitcoin como instrumento de medida.
Es por esta dificultad que se cae en “cripto” o altcoins. Es tan común esta caída que ya forma parte del camino del héroe bitcoiner. Cuando comienzas a darle la oportunidad a Bitcoin después de superar la etapa de negación, de repente los espejismos shitcoiners te confunden y terminas desviándote. Esto, estamos viendo, también le está pasando a las tesorerías corporativas.
Después de una serie de casos de éxito en la adopción de bitcoin por varias empresas, empieza a surgir una tendencia de querer ser más inteligente que los inteligentes, solo con una perspectiva de mayores ganancias en fíat. Ya dos empresas, SharpLink y BTCS, anunciaron la recaudación de capital para sus tesorerías en Ethereum, mientras que VivoPower recauda para comprar la criptomoneda de Ripple, XRP.
Pudiéramos ver esto como una reedición de la altseason, pero institucional. En un ciclo alcista que ha estado mayoritariamente dominado por instituciones y empresas y no por inversionistas minoristas, muchos han echado en falta la llegada del alza de las altcoins. Parece que estas tres empresas aún confían en la tierra prometida altcoiner.
Históricamente, las altseasons se han caracterizado porque los inversionistas minoristas y novatos, luego de obtener ciertas ganancias por el alza de bitcoin, dejan que su codicia los lleve a vender el activo más escaso del mundo a cambio de la acción de una criptoempresa (o simplemente una memecoin sin sentido) con la esperanza de que su precio se dispare y le ofrezca mayores ganancias en fíat.
Como dijimos al principio, se parte del problema de tener adheridos a los ojos los lentes del mundo fíat. Sí, ETH y XRP han crecido respecto a un dólar inflacionario que día a día pierde valor. ¿Pero qué pasa si lo comparamos con Bitcoin?
Teniendo frescos estos gráficos y con una lupa de mercados, la distancia que ambos activos marcan entre sus máximos históricos en BTC y la actualidad podría parecer argumento suficiente para decantarse por elegir a Bitcoin, incluso desde una perspectiva fíat. Pero eso sigue perdiendo de vista el argumento de fondo.
Al igual que establecimos que era un error comprar altcoins en las Reservas Estratégicas de Estados Unidos, también creemos que es un error comprarlas para Tesorerías Corporativas, por motivos similares, pero no en el mismo grado. Aunque, más que error, lo consideramos una novatada.
En el caso de las Reservas Estratégicas, comprar altcoins equivaldría a que el Estado comprara acciones de empresas con dinero público, lo cual puede verse como una intervención de mercado. Como Bitcoin es un commodity, no ocurre lo mismo (para profundizar en el tema, favor leer el editorial).
Una empresa puede hacer lo que quiera con su dinero, dentro del marco de la ley. Si la ley le permite que compre acciones de otras empresas con dinero de sus inversionistas, pues que lo haga. Ya los inversionistas le dirán que piensan de ello a través de la compra o venta de sus acciones.
Sin embargo, querer comprar altcoins emulando la estrategia de Strategy, pierde de vista toda la base conceptual que motiva estas compras.
Bitcoin no solo es el activo más escaso del mundo. Es el más neutro. Es el más predecible. Bitcoin es un contrapeso contra la arbitrariedad política. Cuando las empresas adoptan el playbook de Strategy, lo hacen no solo porque han visto que estimula un círculo virtuoso de demanda de sus acciones, sino que, al mismo tiempo que sube el valor de sus acciones, están acumulando un pedazo del futuro del dinero, del cual pueden tener plena certeza porque el riesgo de contraparte está reducido al mínimo.
Y reiteramos sobre ETH y XRP ¿puede decirse lo mismo del siempre cambiante Ethereum, que, aunque sea considerado una mercancía, las constantes innovaciones promovidas por su líder le han llevado a facilitar más hackeos que en ninguna otra red? De XRP no hay ni que hablar, siendo públicamente la moneda bastarda de una empresa.
No nos cabe duda que las Tesorerías Corporativas con altcoins solo están buscando captar la atención de inversionistas incautos, que caigan nuevamente en el error de que el tren de Bitcoin ya partió, y que tienen que meter su dinero en la siguiente Big Thing para hacer sus ganancias en dólares. Pero como demuestran los gráficos anteriores, eso es solo la miope mentalidad fíat.