Hechos clave:
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La prueba de trabajo de bitcoin consume energía como cualquier otra actividad valiosa.
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Greenpeace no comprende los argumentos de Bitcoin y encubren una doble moral.
Todos, en algún momento, podemos elegir si cambiar o permanecer siendo lo que hemos sido. Esa posibilidad no nos hará ni mejores ni peores de lo que ya somos, pero tener esa conciencia nos permitirá comprender mejor nuestra propia naturaleza; y la naturaleza de las fuerzas que ejercen su influencia, con mayor o menor medida, sobre casi todo lo existente. Digo casi porque a veces, quizá demasiado frecuentemente entre los humanos, algo en las fuerzas elementales que componen el orden del Universo se desorganiza, se vuelve un error de la Matrix, un glitch en el tejido de la realidad.
Si les parece que exagero con el tono pseudofilosófico de estas palabras, quizá tengan razón, pero no puedo evitar pensar que los recientes ataques de tono moralista de Greenpeace, en contra de Bitcoin, en realidad encubren un maloliente deseo de protagonismo y un error en la continuidad del espacio-tiempo (si me permiten seguir el juego), en tanto que hay contradicciones entre lo que exigen y la forma en que quieren conseguirlo.
La campaña «cambien el código», que alude a una presunta necesidad de evitar que Bitcoin contamine el mundo, probablemente solo persigue más dinero para financiar el espectáculo que muchos de sus activistas consideran expresiones de protestas o llamados de atención. No olvidemos que Greenpeace ya recibió un primer donativo de 5 millones de dólares por parte del dueño de Ripple, Chris Larsen, quien desarrolló este sistema de intercambio de valor con la esperanza de que los bancos adoptaran su versión de una criptomoneda.
Greenpeace no tiene argumentos para cambiar el código de Bitcoin
Sé que Greenpeace representa a una comunidad de individuos preocupados legítimamente por el cambio climático y la protección de la biodiversidad en regiones amenazadas. No tengo dudas al respecto. Sin embargo, cuestiono muchos de los métodos que utilizan para expresar sus ideas. No es distinto en este caso, donde exigen que Bitcoin cambie los métodos para regular la emisión de criptomonedas, asegurar la red de manera descentralizada y mantener intacto el historial de transacciones.
Cambiar el código de Bitcoin, visto a grandes rasgos, parece más bien un capricho de un grupo de personas que una necesidad en sí misma.
No sorprende que precisamente el principal vocero y financiador de esta campaña sea Chris Larsen, una persona que creó un sistema que pretendía emular las bondades de Bitcoin en el sistema bancario tradicional y fracasó. Ripple nunca fue descentralizado como Bitcoin y nunca fue igual de seguro en ese sentido. Además, los bancos descubrieron que podían crear sus propias versiones de dinero digital, aunque ningún dinero en ese sentido tendría las mismas propiedades que tiene Bitcoin.
La suma de los factores es vital para Bitcoin
Bitcoin no tiene dueño. A pesar de la afirmación de Chris Larsen sobre la posibilidad de convencer a «unas 20 o 30 personas», entre los principales desarrolladores, dueños de exchanges y los principales mineros, no hay una manera probada de que un grupo de personas pueda cambiar el código con el único objetivo de ejercer su voluntad.
El código de Bitcoin no le pertenece a nadie en particular, cualquiera puede copiarlo y cualquiera puede proponer mejoras en su funcionamiento a través de un protocolo de participación público y colectivo. Bitcoin está construido en base al concepto de software libre y su desarrollo está auditado por un creciente número de programadores. Para citar un ejemplo, al menos 360 personas han propuesto, participado e implementado algunas de sus ideas o soluciones en torno al código de Bitcoin Core, el principal cliente (o software) para ejecutar Bitcoin.
Considérese que Bitcoin Core no es el único cliente que puede ejecutar Bitcoin, otras personas desarrollan otros clientes y hay más desarrolladores trabajando en cosas como Lightning Network. Por cierto, lo menciono de pasada. Si Greenpeace quisiera que Bitcoin fuese, en teoría, más ecológico, podría comenzar a trabajar en promover el uso de la red Lightning, que no consume energía prácticamente. Quizá es momento de que compren marcadores azules y amarillos para sus pancartas con dibujos de rayos. Es solo una idea.
En todo caso, ¿por qué Greenpeace no trabaja de manera colaborativa en impulsar una propuesta a través de los canales que todos usan para discutir y mejorar el código? ¿Por qué es más importante hacer publicidad en lugar de pensar en soluciones técnicas junto con otros programadores?
Greenpeace busca protagonismo sin importar el costo
Desde mi punto de vista, todo este gasto publicitario solo es más de lo mismo: vender slogans vacíos de significado y tratar de ganar protagonismo para financiar una institución que tiene actividades tan cuestionables, en términos de doble moral, como ser propietaria de una compañía que trabaja con combustible fósil en Alemania.
No olvido tampoco que muchos de sus actos de protestas ni siquiera consideran el daño colateral. Por ejemplo, ese acto donde, para mostrar una pancarta, que francamente no decía nada valioso, destruyeron 40 metros cuadrados de suelo arqueológico de las franjas de Nazca en Perú, declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Y así ha sido innumerables veces. Arriesgan la vida de personas en el mar, atacan a personas inocentes. Insisto, no cuestiono el hecho de que hay que limpiar el planeta y evitar que se consuma en una bola de fuego y ceniza, pero no comparto muchos de los métodos de estos activistas.
¿Y los dueños de exchanges y granjas de minería?
Por otro lado, los dueños de exchanges, de granjas de minería o pools de minería tampoco controlan Bitcoin. Incluso si quisieran ejercer su poder, en el sentido de presionar al resto de la comunidad, solo podrían hacerlo en un escenario en donde pudieran usar sus fondos para manipular el mercado con ventas masivas de sus monedas o chantajeando al resto de los mineros con la posibilidad de apagar sus equipos. En ambos casos, las repercusiones en el precio de bitcoin pudieran ser catastróficas.
Nadie usaría sus equipos de minería para hacer algo distinto de lo que hace en este momento, sin contar el hecho de que es absurda la idea de convencerlos de apagar sus valiosas máquinas por el capricho de un grupo que no tiene argumentos suficientes. ¿Realmente Greenpeace espera que de la noche a la mañana las personas lancen en un vertedero las computadoras que les han costado miles o millones de dólares?
Lo cierto es que la prueba de trabajo, criticada por ese grupo ambientalista, es un mecanismo que minimiza las posibilidades de que alguien actúe en detrimento del sistema. Podemos ver, a grandes rasgos, cómo la prueba de trabajo evita la centralización de los poderes y permite la participación de cualquiera en la minería de Bitcoin sin intermediarios.
La prueba de trabajo como piedra angular de Bitcoin
Cuando Satoshi Nakamoto presentó el proyecto de Bitcoin tuvo que explicar cómo la prueba de trabajo era la mejor solución posible para impedir que el sistema sufriera ataques. Estos que pudieran surgir de entidades que quisieran extraer monedas sin control.
El primer objetivo de la prueba de trabajo de Bitcoin consiste en proporcionar un marco que regule la actividad de los mineros como validadores de transacciones. Cualquier entidad, persona o grupo puede participar en el sistema sin pedir permisos y sin tener que depositar su confianza sobre la validez de su actividad en terceros.
Las reglas de Bitcoin le permiten a cualquier minero tener las mismas oportunidades que el resto en base a reglas definidas, para controlar la emisión de criptomonedas, y a las leyes de la física que son comunes para todos. En otras palabras, nadie puede obtener bitcoins de manera ilimitada y la única forma que existe de conseguir las recompensas de la red consiste en invertir energía. La minería de Bitcoin no es gratis y cualquiera puede obtener sus recursos si está dispuesto a invertir dinero, tiempo y trabajo en lograr ese objetivo.
La minería, a través de la prueba de trabajo usa energía eléctrica porque es uno de los pocos recursos que se pueden utilizar que no proviene de ninguna autoridad central y es caro. Si alguien quisiera atacar a Bitcoin, por ejemplo, tendría que gastar tanta electricidad que sería económicamente insostenible. Si sumas los equipos necesarios para lograrlo, sería todavía más difícil.
Bitcoin no consume energía eléctrica sin razones lógicas
En otras palabras, la prueba de trabajo hace que participar en la minería sea muy difícil, pero facilita que la comunicación entre los distintos nodos de la red, encargados de validar las transacciones, sea muy fácil. Por eso se dice que la prueba de trabajo es un puzzle asimétrico de alto consumo energético, donde los participantes apuestan el mayor número de intentos (computacionales) para adjudicarse el derecho de escribir una página del libro contable de transacciones y obtener una recompensa por esa labor.
El principal argumento de Greenpeace sobre la prueba de trabajo es que consume mucha energía. Sin embargo, la mayoría de los estudios coinciden en que el porcentaje de este consumo respecto al resto no alcanza el 1%. Disculpen el sarcasmo, pero ¿por qué no usan los mismos recursos en cuestionar el sistema bancario tradicional, o del entretenimiento, que derrochan recursos más importantes que los que usa Bitcoin? Probablemente, porque no quieren quedarse sin liquidez.
Greenpeace apunta a usar la prueba de participación o PoS
En cuanto a usar un mecanismo de consenso de prueba de participación (PoS), donde los validadores de transacciones ganen el derecho a «minar» Bitcoin en base a la cantidad de monedas que posean, una de las alternativas que la campaña de Greenpeace propone como solución, parece contrario al espíritu descentralizado de Bitcoin. Usar PoS en este punto privilegiaría únicamente a quienes han acumulado más criptomonedas hasta ahora. Además, no es lo mismo hacer dinero a partir del dinero que a partir del trabajo.
Con la prueba de participación, todo aquello que se ha construido alrededor de la seguridad y la libertad de participación (con trabajo) se derrumbaría a favor de un concepto que no está construido en base al esfuerzo, sino en base a la acumulación de dinero.
Desde mi punto de vista ese cambio no tiene sentido en este momento y es por esa razón que una propuesta para mejorar Bitcoin, que precisamente promueve este cambio, no se ha discutido a profundidad entre los desarrolladores y en el seno de la comunidad de usuarios. Si Greenpeace quiere mejorar Bitcoin siguiendo este camino, debería revisar esa propuesta y trabajar en colaboración, al discutir los aspectos técnicos y conceptuales alrededor de esa idea, con el resto de la comunidad.
Para Greenpeace es más rentable hacer publicidad que hacer código
En cualquier caso, eso no está pasando. Parece que para Greenpeace es más rentable solo hacer propaganda política y evitar cualquier cosa que sea trabajo verdadero, estudio y colaboración con otras comunidades que probablemente persiguen los mismos objetivos que ellos propugnan. ¿Nunca me ha quedado claro si alguna vez invierten en educación, en lugar de hacer publicidad?
La doble moral de Greenpeace, respecto a sus propias actividades, es un tema imposible de ocultar. El afán de esta organización por convertir todo en una guerra publicitaria describe perfectamente cómo la sed de atención distorsiona el mismo mensaje que intentan propagar. A cambio de unos dólares extras en las cuentas bancarias, unos minutos en televisión o algunas fotos que circulen las redes sociales, Greenpeace
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