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Con las memecoins, lo más probable es perder dinero.
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Con las criptomonedas “serias”, también (pero no te lo dicen).
Desde hace más de una década, hemos sido testigos de un desfile de “proyectos blockchain” que prometen cambiar el mundo.
La revolución de los contratos inteligentes, la criptomoneda para comprar marihuana, el token que descentraliza la forma de orinar, la blockchain que cura el cáncer, la tokenización de la vida, el metaverso (¿se acuerdan de los metaversos?)…
Pero ¿cuántos de estos proyectos han cumplido lo que prometieron? Muy pocos. Y, siendo honestos, ¿cuántos de estos proyectos solucionan problemas reales?
La mayoría de las criptomonedas nacen de problemas imaginarios que nadie tiene, y para los que ya existen soluciones completamente funcionales (aquí no incluimos a bitcoin porque, tal como se explica en la Criptopedia de CriptoNoticias, NO es una criptomoneda).
Es como si un emprendedor se propusiera reinventar la rueda, pero con luces LED, conexión a internet y, por supuesto, un token que promete darle más “valor” a cada giro. En teoría —al menos para los compradores de ilusiones— suena espectacular; en la práctica, termina siendo un producto caro, inútil y totalmente innecesario.
Sin embargo, hay un rincón del mercado que no se toma a sí mismo tan en serio. Un rincón donde nadie finge estar construyendo el futuro de las finanzas, ni asegura que está por resolver la desigualdad mundial. Ese rincón es el de las memecoins.
Ese rincón del mercado es la magia del absurdo. Las memecoins, como dogecoin (DOGE), shiba inu (SHIB) y sus cientos de clones, no pretenden cambiar el mundo. No prometen ser el próximo bitcoin ni hablan de “interoperabilidad blockchain” o “escalabilidad atomizada modular” en un lenguaje técnico incomprensible. Son, en esencia, chistes. Y ahí radica su magia.
Dogecoin, por ejemplo, nació como una broma. Un ingeniero de software pensó: “¿Y si hago una criptomoneda basada en un meme de un perro?” Y lo hizo. Sin promesas de revolucionar nada. Sin grandes declaraciones sobre el futuro de la humanidad. Solo un simple «¿y si…?».
Sorprendentemente, dogecoin despegó. Y, con el tiempo, llegaron más memecoins. Cada una con su propio nivel de ridiculez, pero todas compartiendo una característica esencial: la honestidad.
A diferencia de las criptomonedas que pretenden ser algo que no son, las memecoins no intentan engañar a nadie. Su mensaje es simple: “Hola, soy una moneda basada en un meme. Puedes comprarme, pero lo más probable es que pierdas dinero conmigo. Úsame solo para divertirte”.
En un mercado lleno de promesas vacías, las memecoins destacan por su sinceridad brutal. No pretenden resolver problemas inexistentes. No tienen whitepapers llenos de palabras rimbombantes. Ni siquiera tienen una razón de ser más allá de la diversión. Y eso las hace, irónicamente, mucho más auténticas que muchos proyectos “serios”.
Las memecoins tampoco te venden la idea de que “si aguantas un poco más, serás millonario” (aunque, algunos de sus promotores sí lo hacen). Al contrario, te dicen: “Esto es un juego. ¿Quieres jugar?”.
Y ahí está la clave de su popularidad. En un mercado que puede ser agotador, las memecoins ofrecen un respiro.
Por supuesto, detrás de la diversión hay especulación. Muchas personas compran memecoins con la esperanza de que su precio se dispare, como sucedió con DOGE cuando Elon Musk decidió tuitear sobre ella.
Pero incluso los especuladores saben a lo que se enfrentan. Nadie compra una memecoin pensando que está invirtiendo en la próxima revolución tecnológica. Saben que es como apostar en una lotería.
Hay un dicho en el mundo de las finanzas: “El mercado siempre sabe”. Y cuando se trata de criptomonedas, el mercado (16 años después de la creación de bitcoin) sabe distinguir entre promesas vacías y propuestas honestas, incluso si estas últimas vienen en forma de un chiste.
Si bien las memecoins son lo que los puristas llamarían “shitcoins”, son shitcoins con integridad.
Claro, la mayoría de las veces perderás dinero. Pero al menos no podrás decir que no te lo advirtieron.
Descargo de responsabilidad: Los puntos de vista y opiniones expresadas en este artículo pertenecen a su autor y no necesariamente reflejan aquellas de CriptoNoticias. La opinión del autor es a título informativo y en ninguna circunstancia constituye una recomendación de inversión ni asesoría financiera.