Las criptomonedas, impulsadas inicialmente por el nacimiento de Bitcoin, surgieron justo después de la crisis financiera del 2008 en Estados Unidos como una respuesta a los sistemas económicos regidos por bancos centrales, que permitieron dicha crisis. De modo que con el paso de los años pudieran proveer a las personas una alternativa a estos sistemas.
Basándome en las motivaciones de su origen, puedo argumentar que uno de los fines primordiales de las criptomonedas es la descentralización, con la cual se retira la intermediación de terceros, como los bancos, entre los intercambios económicos de sus participantes. De modo que todo esto solo sea regido por el código de una red.
Uno de los grandes beneficios de la descentralización, en el caso de Bitcoin, es que permite una resistencia a la censura en su red, donde no hay una autoridad que indique que tu transferencia no se pueda ejecutar o te pida requisitos para ello. Las condiciones de Bitcoin apenas te exigen que sepas cuánto estás dispuesto a pagar para que se ejecute una transacción.
Ya con estas ideas claras, vale la pena contrastar con el caso de EOS, uno de los nuevos criptoactivos que ha estado en desarrollo desde el 2017. EOS tuvo una exitosa ICO que recaudó más de $4 mil millones durante un año. En su página web ellos mismos se autoproclaman como “la más poderosa plataforma para aplicaciones descentralizadas”. En primer lugar, para proveer aplicaciones descentralizadas, se debe tener una plataforma descentralizada, característica que hasta el momento está muy lejos de lo que proclama sus fundadores.
Dejando a un lado lo que ha sido el terrible lanzamiento de su red principal han surgido nuevos eventos que muestran lo centralizada que es esta blockchain. Pero cabe destacar que el lanzamiento estuvo marcado por el hallazgo de vulnerabilidades críticas a último momento y por la tardía oferta de una recompensa para cazar los errores que propiciaban este estado; también, retrasos por la falta de consenso entre los productores de bloques que arrancarían la red, que a su vez fueron elegidos solo con ponerse de acuerdo entre sí, sin votación previa, y con la apatía inicial de los inversionistas, quienes no estaban de acuerdo si debían votar para alcanzar el 15% necesario para el arranque de la red.
Sobre el punto anterior, hay que recordar que el proyecto EOS recaudó más de $4 mil millones de dólares en su ICO, como ya mencioné, y aun así presentó los inconvenientes mencionados. He leído comentarios en las redes que dicen que incluso Bitcoin comenzó de manera centralizada y con vulnerabilidades, lo cual es cierto, pero en su momento había muy poca gente que conocía Bitcoin y tampoco valía $4 mil millones de dólares con los que se podía haber pagado a suficiente personal para hacer un buen arranque de su red.
Por un lado, el 50% de los token emitidos en la ICO están concentrados en solo 10 direcciones. Además, en esta red quienes toman las decisiones son los 21 productores de bloques que serán elegidos por quienes poseen la mayor concentración del token. De estas direcciones, varias son casas de cambio con fondos de usuarios. Al menos 4 son productores de bloques, y otras pertenecen a otros inversionistas, que si se ponen de acuerdo fácilmente pueden regir la red a su criterio.
En otro punto, sucedió algo más preocupante, durante el traspaso de token a su red principal varios inversionistas perdieron millones de dólares por phishing. En vista de esto, los productores de bloques unilateralmente, sin publicar los resultados de su investigación, decidieron congelar 7 cuentas que aseguran que están relacionadas a esos ataques. Un acto que da mucho que pensar sobre la resistencia a la censura e inmutabilidad que, en teoría, debe ofrecer cualquier blockchain.
Según los mismos promotores de EOS van a instaurar una “constitución” para el entendimiento de todos los participantes de su red y un foro de arbitraje conocido como “ECAF”, para manejar casos como este. Ahora todo eso se saltó. Los productores de bloques decidieron por ellos mismos que van a congelar las cuentas, antes de que saliera el comunicado de la ECAF, sin reportar los hallazgos de la investigación.
Este antecedente que han establecido los productores de bloque de EOS da pie a que cualquier persona que use su plataforma, si no cumple las condiciones que ellos exijan, pueden hasta perder sus fondos. También podría generar otros tipos de ataques a otros participantes del ecosistema, como a las casas de cambio, al revertir un depósito hecho por un usuario que cambie a otra criptomoneda y logre sacarla de la casa de cambio, generando pérdida a dicha empresa. Este vector de ataque lo explica el profesor Emin Gün Sirer en su hilo de Twitter.
Para ser una “plataforma para aplicaciones descentralizadas”, lo productores de bloques tienen demasiado poder y toman decisiones a su mejor criterio, teniéndolos de intermediarios que pueden decidir si una aplicación se puede ejecutar en su red o no. Basado en todo lo anterior, es claro que no es una plataforma descentralizada, incluso cada acción que toman se terminan pareciendo más a una red en unos servidores de Amazon Web Services, con una implementación de máquina de Turing para contratos inteligentes y cuyos usuarios se tienen que alinear con las condiciones de la empresa.
Todo lo que ha sucedido me recuerda a los movimientos pocos transparentes y autoritarios que poseen varios poderes legislativos y ejecutivos en varios gobiernos del mundo, que ahora tienen un espejo en esta blockchain con gobernanza centralizada.
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