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Más de 32 comunidades de 12 países educan y crean mercados P2P, bancarizando a la población latina.
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Una nueva federación une a comunidades de 12 países fortaleciendo la autonomía regional.
Latinoamérica se debate en una tormenta perfecta que se refleja en una desconfianza gubernamental, que se agudiza por una pobreza persistente, una corrupción endémica que drena recursos vitales y sistemas financieros profundamente excluyentes. La paradoja es desoladora porque, frente a esta crisis, los gobiernos responden con la emisión de dinero fíat, que se devalúa a un ritmo vertiginoso. En este vacío de soberanía económica, emerge la tendencia de crear comunidades de bitcoin que florecen, ofreciendo un modelo en el que la cooperación activa sustituye a la, a menudo, fallida caridad estatal.
Los datos demuestran que Latinoamérica está asfixiada por un sistema que traiciona a los ciudadanos. En esta parte del mundo el progreso permanece estancado, mientras 49% de la población sigue sin acceso bancario.
Los gobiernos, en los que solo confía el 36,3% de la población, ofrecen promesas vacías y con ello se elevan los problemas del sistema centralizado, opaco y excluyente. Ese es realmente el enemigo que sofoca la esperanza.
Además la población ha venido enfrentando una inflación devastadora—108% en Argentina en 2024 y proyección del 36% para el 2025, un índice superior al de Haití y Bolivia, según proyección del Fondo Monetario Internacional (FMI). Y para colmo de males, la corrupción gubernamental drena recursos, dejando a las comunidades a la espera de que se cubran sus necesidades, según el Índice de Percepción de Corrupción 2024.
Sin embargo, en las grietas del sistema, las comunidades bitcoin emergen como héroes. “Hay una alegría contagiosa en construir algo revolucionario y descentralizado,” dice Emmanuel Fermín, fundador de la Federación Latinoamericana de Bitcoiners, que ahora une a 32 comunidades en 12 países.
Las comunidades de bitcoin tejen su propio futuro
Ya no estamos solos», declaró a CriptoNoticias Fermín. Su lema captura el espíritu de un movimiento que está adoptando al efectivo electrónico como moneda, y también como una herramienta de empoderamiento.
El impulso que están tomando estas comunidades de bitcoin se refleja El Salvador, donde Bitcoin Beach, una de las pioneras, ha reunidos a 3.000 usuarios, incluyendo 500 familias y 120 empresas, comerciando sin bancos.
En Argentina, La Crypta capacita a miles de personas sobre el uso de monederos de bitcoin, mientras Satoshi Somos Todos en República Dominicana enseña sobre la red Lightning para realizar micropagos. Y en Bitcoin Cuba los talleres prácticos son la base de un cambio para los residentes de la isla.
Estas son comunidades que no esperan; construyen talleres, nodos y mercados P2P, tejiendo economías que desafían la exclusión. Su fuerza radica en la colaboración, no en la jerarquía.
«Sí, definitivamente creo que las comunidades de bitcoin se distinguen de las tradicionales por su energía y su espíritu colaborativo. Hay una especie de alegría contagiosa en saber que estamos construyendo algo nuevo, revolucionario y descentralizado, lejos de las estructuras tradicionales que muchas veces han sido excluyentes o poco transparentes», dijo Fermín.
El resultado es poderoso porque cada persona formada se convierte en un nodo de conocimiento, derribando la barrera que ve a bitcoin como una herramienta solo para expertos en tecnología. Este efecto multiplicador está abriendo las puertas a una tecnología fundamental, cuya importancia para combatir la exclusión financiera ha sido incluso admitida por el Banco Mundial.
Sin embargo, la bancarización no es la única dificultad que las comunidades están resolviendo con bitcoin. La persistente y, en algunos casos, galopante pérdida de valor del dinero fíat es el caldo de cultivo que impulsa el auge de estas comunidades que crecen por el mundo.
El contraste: comunidades vs. gobiernos fallidos
Como señala Fermín, «las comunidades bitcoin están unidas por un propósito, no por una jerarquía, impulsadas por la libertad financiera y la educación». Desafían el status quo cuando los gobiernos fallan. La siguiente tabla captura esta división ideológica:
Las comunidades, con su mentalidad abierta y global, “celebran las victorias de los demás como propias”, dice Fermín, en contraste con los sistemas jerárquicos que excluyen.
Claro que el camino no es fácil porque la mayoría de los proyectos de bitcoin dependen de donaciones iniciales, pero las comunidades están adoptando modelos autosuficientes para continuar expandiéndose.
Todo esto sucede al tiempo que los brasileños muestran una mayor demanda de bitcoin en relación con el resto de los países Latinoamericanos, según Chainalysis. Esta preferencia por la moneda digital pionera se refleja en la expansión de sus comunidades de BTC.
En los últimos dos años, estas iniciativas, algunas de los cuales crecen como proyectos de ciudadelas de bitcoin, se han expandido en este país suramericano, mientras siguen apareciendo proyectos como el de la ciudad de Rolante, Playa Bitcoin o en portugués Praia Bitcoin.
Otra cosa que distingue a estas comunidades es su mentalidad abierta y global. Compartimos conocimientos sin fronteras, nos ayudamos sin esperar nada a cambio, y celebramos los logros del otro como si fueran propios. Eso no es tan común en otros entornos, destacó el miembro de la comunidad Satoshi Somos Todos de República Dominicana.
Un movimiento constante con bitcoin para ganar soberanía
El arma de estas comunidades es bitcoin, pero no como un sueño especulativo, sino como una herramienta tangible. Su oferta limitada a 21 millones de unidades, con un rendimiento promedio del 121,5%, solo durante el cuarto trimestre del año 2024, según CoinGecko. Su aumento constante de precio lo convierte en una reserva de valor frente al dinero fíat que se desploma.
Por otro lado, la red de Bitcoin ofrece transparencia, con transacciones auditables que contrastan con la opacidad estatal. Un monedero de BTC, que otorga acceso instantáneo a su red financiera, tiene el poder de contribuir a la bancarización de la población que mundial que permanece excluida del sistema tradicional.
De tal manera que, desde Perú, con bitcoin bancarizando a los pueblos remotos, y en Honduras, expandiendo la adopción de la moneda digital pionera, queda clara la tendencia de que BTC es un pilar de soberanía, manejado por comunidades que no piden permiso.
«Vale la pena vivir en estas comunidades porque te retan, te educan y te hacen parte de algo más grande que tú mismo. Te rodeas de personas que creen en el poder de las ideas, no en la obediencia ciega al sistema. En mi experiencia, vivir en comunidad bitcoiner es vivir con propósito», puntualizó Fermín en representación de 32 comunidades de bitcoin de Latinoamérica y el Caribe.
Así que, mientras el fíat pierde valor y la corrupción reina, bitcoin ofrece estabilidad y transparencia. La comunidades horizontales, como dice Fermín, “celebran los logros del otro como propios,” contrastando con sistemas jerárquicos que excluyen.
Descargo de responsabilidad: Los puntos de vista y opiniones expresadas en este artículo pertenecen a su autor y no necesariamente reflejan aquellas de CriptoNoticias. La opinión del autor es a título informativo y en ninguna circunstancia constituye una recomendación de inversión ni asesoría financiera.