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La apertura de Estados Unidos hacia la minería contrasta con la semiclandestinidad china.
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República Checa y Japón siguen a las dos potencias con 1% y 2%, respectivamente.
Estados Unidos cada vez proyecta una sombra más grande sobre la minería de China, la cual concentra hoy el 53% del hashrate total de Bitcoin. Este recorte de las diferencias por parte del país del norte se ha ido desarrollando lentamente, durante años. Estados Unidos pasó del 0.30% en noviembre del 2020 hasta el 37% en septiembre del 2024.
Tabla de contenidos
- Algunos datos sobre hashrate entre Estados Unidos y China
- ¿Por qué es cada vez menor la distancia entre EE. UU. y China?
- Estados Unidos no prohíbe, promueve el conflicto abierto
- Soluciones a los problemas de la minería en Estados Unidos
- Algo está cambiando: es Estados Unidos
Algunos datos sobre hashrate entre Estados Unidos y China
Todo empezó con una tímida irrupción de los Estados Unidos en la minería en septiembre del 2018, el país contó por un momento con el 0.02% del poder mundial de minado, pero poco después apagó su lumbre y desapareció del mapa.
China, por su parte, ha dominado la minería de Bitcoin desde que se recuerda, pero no todo el tiempo fue así. Según insights.braiins, el país asiático aportaba nada o poco en términos de hashrate durante enero del 2013. Ya el mes siguiente había superado a República Checa, pionera en la minería del criptoactivo, acumulando hasta el 14% del poder mundial total.
Desde entonces, la minería china ha permanecido indisputada por todos los países excepto por Estados Unidos, su mayor contrincante en el rubro.
En lo que a EE. UU. respecta, este país no apareció de nuevo en el mapa de la minería de Bitcoin hasta noviembre del 2020; en este tiempo, su contribución a la minería era mucho menos que modesta: 0.30%. La de China, a la misma fecha, era del 80% del poder total en el mundo. La asimetría era pronunciada.
Desde entonces, el poder de hash de Estados Unidos ha ido creciendo lentamente a la vez que el de China permaneció igual o disminuyó. En mayo del 2022, por ejemplo, Estados Unidos ya concentraba un poder de hash de 25%. China, del 64%. República Checa, del 5%; y Japón, del 2%. Estos cuatro países se distribuían por aquél entonces toda la minería existente.
Para agosto del 2024 EE. UU. ya había acumulado el 35.72%. Solo un mes después, añadió dos puntos porcentuales a la cifra anterior, y hoy acumula el 37% de hashrate, mientras China mantiene un poco más del 50%.
La tendencia resulta clara. En una guerra a dos bandas, Estados Unidos ha ido haciéndose poco a poco con un espacio cada vez mayor en la minería de criptomonedas. China, por su parte, ha conservado su poder estable, aunque su dominio va cediendo poco a poco.
¿Por qué es cada vez menor la distancia entre EE. UU. y China?
El cierre de distancias se debe a diversos motivos. Uno de ellos es que, después de que el banco central chino en mayo del 2021 atizara en contra la minería y comercialización de bitcoin (BTC), la labor minera en el país habría perdido confianza. Se dice pérdida de confianza porque vale la pena aclarar que China no ha dejado de ser la mayor potencia de hashrate del mundo. En cambio, sí parece que está perdiendo preeminencia progresivamente frente a los Estados Unidos.
Independientemente de si lo que ocurrió en China fue una prohibición, una sanción temporal o una advertencia; y también pese a que durante esa época el hashrate producido por China estuvo siempre por encima del 50%, lo cierto es que el país asiático nunca más alcanzó las cotas de 80% que tuvo a mitad del 2021, antes y después del veto. Ello se debió a la migración de muchos mineros a otros países, principalmente a Estados Unidos.
Mientras tanto, Foundry USA se convirtió en el pool con más hashrate del mundo, superando a AntPool y F2Pool, los dos chinos. Al momento de la redacción, Foundry USA sigue liderando el ranking de pools. Es evidente que el veto de China favoreció casi de inmediato a la minería ejecutada en los Estados Unidos.
Estados Unidos, pues, acogió a los mineros descontentos por la pseudoprohibición china. Especialmente el estado de Texas (aunque no sin mostrar algo de resistencia), que incluyó a los criptoactivos en su código comercial con motivo de fomentar inversiones institucionales y un marco legal más propicio para los negocios.
Más recientemente, el aspirante a presidente Donald Trump también ha reforzado, con promesas, la apertura del país hacia bitcoin y las criptomonedas. En el marco de la conferencia Bitcoin 2024 en Nashville, Trump enfatizó la necesidad de que el país lidere la industria de criptomonedas diciendo: “si no lo hacemos nosotros, lo hará China”. En su ponencia, habló de planes para impulsar la minería de bitcoin y asegurar que los BTC sean producidos dentro de los Estados Unidos.
En general, una nueva ola política estadounidense pretende apoyar a la minería de bitcoin en el país, lo que favorecería el poder de hash de los Estados Unidos si ganaran la partida. El congresista Patrick McHenry, quien se desempeña como representante para el décimo distrito del Congreso de Carolina del Norte, dijo:
Hay muchos pretendientes a liderar el mundo criptográfico, y con razón, pero el verdadero tecnólogo, los verdaderos innovadores y líderes comprenden lo que implica bitcoin. La tecnología y su implementación son gratuitos y están siendo disruptivos. Debemos aceptar que necesitamos que Estados Unidos sea líder en esta generación de tecnología en lugar de quedarse atrás.
Patrick McHenry, congresista de EE. UU.
Otros representantes a favor de la implementación de políticas favorables a bitcoin y las criptomonedas en Estados Unidos son Cynthia Lummis, Kirsten Gillibrand, Wiley Nickel, Marsha Blackburn y el líder de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Tom Emmer.
El creciente éxito de Estados Unidos en la minería de Bitcoin también se explica diciendo que es un país propicio para experimentar con energías renovables. Prueba de ello son iniciativas como la de Blockstream, de fundar una granja alimentada por energía solar en Texas; u otras como el Aspen Creek, en Colorado, apta para alimentar a unos 3.000 mineros ASIC.
La experimentación e implementación de estas energías contribuye, a su vez, con una mayor aceptación de la minería de bitcoin como una labor legítima para la sociedad.
Estados Unidos no prohíbe, promueve el conflicto abierto
En parte, la implementación de energías renovables y la apertura en general hacia la minería de Bitcoin tiene su causa en la fricción y en las críticas de una sociedad más abierta, menos centralizada, que promueve y tolera el conflicto: la americana. En vez de lanzar un veto sobre la minería de bitcoin debido a su alto consumo de electricidad y otros factores, Estados Unidos ha promovido un conflicto federal constructivo entre varias instancias.
Claro, la sociedad estadounidense no siempre ha estado a gusto con la minería de Bitcoin, ni con el hecho de que Texas se convirtiera en la sede de actividad minera a gran escala, especialmente por el alto consumo energético de esta.
De acuerdo con la Administración de Información Energética de los Estados Unidos, un instituto independiente de análisis y estadísticas, la minería de criptomonedas representa del 0,6% al 2,3% del consumo de electricidad de EE. UU., un porcentaje considerable.
Soluciones a los problemas de la minería en Estados Unidos
Los principales problemas de la minería intensiva para los Estados Unidos son: tensiones en la red eléctrica durante los períodos de máxima demanda, el potencial de precios más altos de la electricidad, así como efectos sobre las emisiones de dióxido de carbono (CO2) relacionadas con la energía.
Para reducir el tensionamiento en la red eléctrica, los mineros se han adaptado a programas que ayudan a limitar su actividad durante periodos álgidos.
Algunos operadores de redes han instituido programas que ofrecen incentivos a los grandes consumidores de electricidad para que reduzcan su uso durante los períodos de máxima demanda. Los mineros de criptomonedas se han convertido en participantes habituales de estos programas, conocidos como ‘respuesta a la demanda’, lo que ha provocado que las operaciones se reduzcan o se cierren temporalmente.
Administración de Información Energética de los Estados Unidos
Para reducir la contaminación, el país ha ido haciendo una transición hacia el uso de energías verdes. Estados Unidos se explica como una potencia minera creciente porque funciona como un campo abierto a la experimentación y al uso de métodos inusuales: empleo de gas metano, energía solar, eólica, entre otras, para minar bitcoin.
Por ejemplo, granjas como las de Vespene Energy en Marathon County, Wisconsin, han experimentado utilizando el gas metano de vertederos de basura.
El aumento de los precios de la electricidad sigue siendo un conflicto abierto en las localidades estadounidenses donde la minería de bitcoin es grande. De la solución de embrollo depende parte del crecimiento futuro de la actividad en el país. Al imponer presión extra a la red eléctrica de una región, los proveedores pueden aumentar el costo de la energía como respuesta al alto consumo.
Los mineros tienen diversas vías para evitar un alto consumo: usar equipos de menor consumo y generadores de bajo costo; también separarse de la red principal donde están conectados los lugareños, o usar formas de energía menos sujetas a demanda.
Algo está cambiando: es Estados Unidos
Esa apertura y experimentación con distintas fuentes de energías; la disposición para el avance tecnológico motivado por críticas conservadoras; el hecho de ser una sociedad abierta que permite la síntesis de los conflictos sociales y económicos; que China pusiera freno por sí misma a la carrera por la supremacía de Bitcoin y la capacidad de Estados Unidos para absorber amigablemente una buena fracción de la actividad minera china; todas son razones que explican la superación constante de la industria minera del país y su acercamiento en términos de hashrate a China.
En conclusión, mientras la sociedad china lanzó un veto y una ley del silencio sobre la actividad minera, Estados Unidos permaneció y permanece abierto al conflicto oratorio, social, económico y judicial producido por la actividad de esta industria en su territorio.