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"La inminente subida del Ether está a punto de destrozar el mercado", dice el empresario.
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La crisis de deuda mundial impulsará a bitcoin y las criptomonedas.
¡Tum-tum-ta-tum! El ruido del bombo no viene de Wall Street. Sino del mercado de las criptomonedas, que tienen un motivo para celebrar. ¿Euforia? Todavía no, pero hay señales que empiezan a marcar el compás de algo más grande.
Esa es la analogía que utiliza Arthur Hayes, fundador del exchange BitMEX, quien plantea: “El bombo retumba. El crédito está en alza. ¿Por qué no invertirlo todo en criptomonedas?”.
El empresario no solo se muestra optimista, sino que cree que la combinación de una crisis de deuda global y la guerra de aranceles entre China y Estados Unidos favorecerá a bitcoin (BTC) y las criptomonedas. Este escenario podría impulsar el precio de BTC a 250.000 dólares, y el de ether (ETH), la criptomoneda de Ethereum, a los 10.000 dólares antes de que termine el año.
«Los aranceles y las guerras son importantes porque un solo instrumento o sonido puede destruir una pieza musical. Pero estos dos problemas… en última instancia, son irrelevantes para el continuo aumento de BTC», afirma.
En ese sentido, traza un panorama actual de esta guerra comercial que tiene como protagonista principal al presidente estadounidense Donald Trump. Como ha reportado CriptoNoticias, el mandatario dispuso aranceles recíprocos para China, la Unión Europea, México, Canadá y otra decena de naciones.
La medida fue suspendida hasta el 1 de agosto debido a los avances en las negociaciones con los involucrados. En caso de que no se extienda la tregua, entrarán en vigor los impuestos para los productos provenientes de esos países, lo que podría reavivar el conflicto a escala global. Sin embargo, Hayes considera que será difícil que esto ocurra.
Al respecto, dice: “El presidente estadounidense, Trump, no puede aplicar aranceles significativos contra China porque este país cortará el suministro de tierras raras a la Pax Americana y sus vasallos. Sin tierras raras, Estados Unidos no puede fabricar armas para vender al presidente ucraniano Voldemort Zelenski, ‘El Matador de Eslavos’, ni al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ‘El Carnicero de Beduinos’. Por lo tanto, Estados Unidos y China se encuentran enfrascados en una disputa fatal donde cada bando comercia lo justo para no generar grandes problemas económicos o geopolíticos. Por eso, el statu quo, aunque triste y letal para la humanidad en ambos escenarios de guerra, no tendrá un impacto significativo en los mercados financieros globales… por ahora”.
Al margen de las provocaciones, el punto central del análisis de Hayes es que el equilibrio actual entre Estados Unidos y China, aunque parece frágil y sostenido por intereses estratégicos, todavía no representa una amenaza inmediata para los mercados financieros.
Sobre la situación actual de la economía estadounidense, Hayes opina que, “mientras el bombo del crédito sigue marcando el ritmo”, la principal potencia financiera a nivel global “necesita una política industrial, que es un eufemismo para el capitalismo de Estado, técnicamente llamado fascismo”. Además, dice:
“Estados Unidos necesita migrar de un sistema económico semicapitalista a uno fascista porque sus defensores de la industria, por iniciativa propia, no producen los medios de guerra en cantidades suficientes para el entorno geopolítico actual. La guerra entre Israel e Irán duró solo doce días, porque Israel se quedó sin misiles estadounidenses para operar sus defensas aéreas sin problemas. El presidente ruso, Vladímir Putin, no se inmuta ante las continuas amenazas de Estados Unidos y la OTAN de involucrarse más en el apoyo a Ucrania porque no pueden producir armamento en la misma cantidad, al mismo ritmo ni al mismo precio que Rusia”.
Arthur Hayes, fundador del exchange BitMEX.
Es decir, Hayes opina que el modelo económico de Estados Unidos basado en la producción de insumos para sostener su hegemonía militar ha fracasado. Para él, una muestra de esto es la corta duración de la guerra entre Israel e Irán.
Por ese motivo, propone un modelo económico fascista que, aunque suena muy polémico, se refiere a un modelo de capitalismo de Estado en el cual el gobierno interviene para dirigir la producción hacia industrias estratégicas, como la fabricación de materiales críticos (tierras raras).
Hayes plantea que esta transformación es imprescindible si Estados Unidos quiere competir con Rusia y China, cuyos modelos económicos resultan más eficientes en tiempos de guerra, como el que atraviesa el mundo actualmente.
“QE para los pobres”
De acuerdo con su tesis, Hayes considera que las políticas que está implementando el gabinete de Trump, que generan ganancias garantizadas para las industrias críticas, conducen a la expansión del crédito bancario, una estrategia a la que él denomina “QE para los pobres”.
Con la expresión QE, el exejecutivo de BitMEX hace referencia al término quantitative easing (expansión cuantitativa), una política monetaria con la que los bancos centrales inyectan liquidez al sistema financiero comprando activos, generalmente en beneficio de los grandes capitales.
En lugar de depender de la compra directa de activos por parte del banco central, como ocurre en el QE tradicional, esta política incentiva a los bancos comerciales a otorgar préstamos a empresas clave mediante garantías gubernamentales sobre contratos y precios mínimos. De esta manera, se crea dinero nuevo que termina beneficiando a sectores más amplios y menos favorecidos de la población a través de subsidios, incentivos o inversiones estatales indirectas.
“La guerra también exige que el gobierno siga endeudándose con sumas gigantescas. Incluso si los ingresos por impuestos a las ganancias de capital aumentan a medida que los activos de los ricos se disparan debido al aumento de la oferta de crédito, el gobierno seguirá registrando déficits fiscales cada vez mayores. ¿Quién comprará la deuda? Los emisores de stablecoins”, agrega.
Ahora bien, un ejemplo concreto de las políticas que está impulsando Estados Unidos es el acuerdo con MP Materials, la única empresa minera de elementos de tierras raras en ese país. El mismo establece que el Departamento de Defensa se convierte en el mayor accionista de la empresa y garantiza precios mínimos para las tierras raras, duplicando el precio del mercado chino.
Este respaldo permite a bancos como JP Morgan y Goldman Sachs otorgar un préstamo de 1.000 millones de dólares para construir una planta de procesamiento, creando dinero nuevo que financia empleos, infraestructura y producción. Este proceso ilustra cómo las garantías gubernamentales generan un ciclo virtuoso de expansión crediticia, que fortalece la capacidad industrial de Estados Unidos para competir con potencias como China en sectores estratégicos.
Sin embargo, Hayes advierte que esta creación de crédito conlleva inflación, la cual propone mitigarla redirigiendo ese excedente de dinero hacia las criptomonedas, permitiendo que otros sectores participen en las ganancias y que los emisores de stablecoins apoyen el financiamiento del déficit público.
El argumento de Hayes se apoya en una dinámica real: muchos emisores de stablecoins respaldan sus monedas con bonos del Tesoro estadounidense, lo que les permite obtener ganancias a través de los intereses. En ese sentido, cuanto más crece la emisión de stablecoins, mayor es la demanda indirecta de deuda pública.
Para entender cómo funciona, lo mejor es imaginar una rueda que se pone en marcha cuando los usuarios entregan dólares a cambio de USDC, la stablecoin de Circle. Esos fondos se invierten en bonos del Tesoro a corto plazo, que actualmente rinden entre 4% y 5% anual. El interés generado por esos bonos es lo que sostiene el modelo de negocio, y el ciclo se repite una y otra vez, generando así ganancias millonarias.
La cuestión principal aquí, tal como lo explica Hayes, es que “la impresión de dinero por parte del banco central no genera una economía sólida en tiempos de guerra”, al tiempo que añade: “Para corregir este fracaso de la producción en tiempos de guerra, se anima al sistema bancario a otorgar crédito a industrias consideradas cruciales por el gobierno, en lugar de a los saqueadores corporativos”.
Y aquí es donde surge la pregunta: ¿por qué los bancos quieren prestar dinero a la industria real? Para Hayes esto ocurre porque “el gobierno estadounidense garantiza que el despilfarro será rentable para el prestatario”. Asimismo, plantea:
“La oferta monetaria, la actividad económica y la deuda pública crecen. Todos están contentos. La plebe tiene trabajo, y los financieros e industriales tienen ganancias garantizadas por el gobierno. Si estas políticas económicas fascistas generan beneficios para todos de la nada, ¿por qué no es ya la política económica global de todos los estados-nación? Porque genera inflación”.
Arthur Hayes, fundador del exchange BitMEX.
Como consecuencia de estas políticas, es decir, fomentar la creación de dinero a través del sistema bancario, el empresario resalta que “Estados Unidos está desplazando la financiación y, en última instancia, la producción de otros bienes, lo que genera escasez de materias primas y mano de obra”. Sin embargo, aquí surge una cuestión a tener en cuenta: no habrá escasez de dinero fíat.
¿Cuál será el resultado de este combo? Hayes lo describe de la siguiente forma: “Se producirá inflación salarial y de bienes, lo que en última instancia genera miseria para cualquier persona o entidad no directamente conectada con el gobierno o el sistema bancario”.
La burbuja de bitcoin y las criptomonedas
El gran reto que tiene ahora el gobierno de Estados Unidos es utilizar el exceso de crédito para inflar un activo que no genere problemas en la sociedad. Hayes pone como ejemplo lo ocurrido en China, que, a mediados de 1980, creó una enorme cantidad de crédito, que le permitió convertirse en el principal productor mundial de bienes manufacturados.
En este caso, la inflación fue absorbida por el mercado inmobiliario. Hayes comenta: “Esta inflación de los precios de la vivienda no desestabilizó a la sociedad, ya que cualquier persona de clase media pudo pedir prestado dinero y comprar al menos un apartamento. Por lo tanto, todos participaron. Un efecto secundario extremadamente importante es que los gobiernos locales financiaban principalmente los servicios sociales vendiendo terrenos a promotores inmobiliarios que construyen apartamentos para venderlos a la plebe. A medida que subían los precios de la vivienda, los precios y las ventas de terrenos subían junto con los ingresos fiscales. Esto permitió al gobierno central de Pekín reducir los ingresos procedentes de los impuestos directos. Los impuestos nunca son populares y, en ciertos aspectos, el Partido Comunista Chino es el gobierno populista por excelencia”.
Para el fundador de BitMEX, lo ocurrido en China muestra que la administración Trump debe permitir que los ciudadanos de clase media generen ingresos a través de esa burbuja y, a la vez, financiar al gobierno. En este contexto, bitcoin y las criptomonedas aparecen como la vía más eficiente. “El precio de BTC está altamente apalancado al crecimiento del crédito. A estas alturas, ningún inversionista, minorista o institucional, puede negar que BTC es la mejor opción si cree que se crearán más unidades de dinero fíat en el futuro”, afirma.
Esto es porque BTC tiene un suministro limitado a 21 millones de unidades, cuya emisión se reduce cada 4 años en un evento conocido como el halving. Esta escasez inherente es lo que atrae el interés de grandes y pequeños inversionistas, lo que representa un factor alcista para su precio en el corto y mediano plazo.
Hayes continúa con su tono provocador y dice: “Trump y Scott Bessent también han sido víctimas de la drogadicción (por la emisión de deuda). Desde su perspectiva, lo bueno de BTC y las criptomonedas en general es que un mayor porcentaje de las cohortes tradicionalmente no propietarias de acciones (jóvenes, pobres y personas de color) poseen activos digitales en mayor proporción que la población blanca adinerada de la generación del baby boomers (generación que nació después de la Segunda Guerra Mundial). Por lo tanto, si prosperan, se creará un grupo más amplio y diverso de personas satisfechas con la plataforma económica del partido gobernante”.
Para sintetizar esta suerte de círculo, el especialista explica: “Trump está propiciando un crecimiento crediticio desmesurado impulsado por la guerra, permisos regulatorios para que los fondos de jubilación inviertan su dinero en criptomonedas y nada de impuestos. ¡Hurra! Todo esto está muy bien, pero hay un problema. El gobierno debe emitir cada vez más deuda para financiar las garantías de adquisición que el Departamento de Defensa y otras agencias otorgan a las empresas privadas. ¿Quién va a comprar la deuda? Las criptomonedas, una vez más, ganan”.
Cuando sube el mercado de las criptomonedas, mucha gente compra stablecoins. Con ese dinero, las empresas que emiten esas monedas estables usan esos fondos recibido para comprar bonos del Tesoro, ayudando —sin quererlo directamente— a financiar el déficit fiscal del gobierno de Estados Unidos.
“El bombo retumba. El crédito está en alza. ¿Por qué no inviertes todo en criptomonedas? No te preocupes por los aranceles, la guerra ni por problemas sociales aleatorios”, insiste Hayes, y agrega: “Una vez que el capital entra en los mercados de criptomonedas, no suele salir. Si un inversor quiere mantenerse al margen, puede invertir en monedas estables vinculadas al dólar estadounidense como USDT”.
Dicho de otra forma, cuando un inversionista convierte su dinero en BTC o criptomonedas, ese capital no regresa al sistema financiero tradicional, sino que permanece en el ecosistema. Por ese motivo, proyecta que el precio de BTC alcanzará un máximo de 250.000 dólares en 2025, mientras que ETH podría trepar hasta 10.000 dólares.
Al margen de las provocaciones, la visión de Hayes plantea una tesis concreta: la era del crédito infinito, las guerras y la emisión de créditos bancarios está creando un caldo de cultivo perfecto para BTC y las criptomonedas.
Siguiendo esa tesis, más que una apuesta especulativa, algunos activos digitales emergen como una inversión estratégica.