-
Bank of America podría colapsar, arriesgando una corrida bancaria, muestran informes.
-
La venta de bonos del Tesoro por China agrava la presión sobre los bancos con depósitos no asegurado
Mientras la atención se desvía hacia otros frentes, una crisis de proporciones potencialmente histórica se estaría gestando en el sector bancario de Estados Unidos (EE.UU.), alimentada por una tormenta perfecta de factores económicos. Hay analistas del sector que ya no tienen dudas y ni siquiera se preguntan si realmente los bancos enfrentan una crisis, sino cuán devastadora será.
El foco de la tormenta son más de 500.000 millones de dólares (USD) en «pérdidas silenciosas» que los bancos acumulan en sus balances. La combinación de tasas de interés elevadas, una posible estanflación impulsada por los aranceles de la administración de Trump y una crisis en el refinanciamiento de la deuda del Tesoro podrían ser la chispa que encienda este polvorín financiero, según analistas del sector.
La cifra fue reflejada por la Corporación Federal de Seguros de Depósitos (FDIC), el organismo que asegura los depósitos bancarios en EE.UU., cuando señaló a finales de 2024 que los bancos acumulaban 482.400 millones de dólares en estas pérdidas no realizadas, lo cual puso en evidencia que estas se habían elevado un alarmante 32,5% en solo un trimestre.
Para ponerlo en perspectiva, nos trasladamos al caso del colapso de Silicon Valley Bank (SVB) en marzo de 2023 –el segundo mayor colapso bancario en la historia de EE.UU.–, cuando las pérdidas no realizadas en el sistema rondaban los 515.000 millones dólares. En ese momento, el banco se vio forzado a vender sus bonos con pérdidas para hacer frente a una retirada masiva de depósitos, lo que reveló su insolvencia.
Amit Seru, profesor de finanzas de la prestigiosa Universidad de Stanford, advierte que si los rendimientos de los bonos del Tesoro a 10 años (una referencia clave) superan el 5%, estas pérdidas «silenciosas» podrían escalar hasta los 700.000 millones de dólares. Actualmente, rondan el 4,5%, pero un repunte en abril sugiere que las cifras del primer trimestre de 2025, que se esperan esta misma semana, podrían mostrar un empeoramiento.
Bank of America, un gigante en peligro
La situación parece particularmente preocupante para gigantes como Bank of America, el mayor banco de EE.UU. por depósitos, con más de 2 billones de dólares, lo que representa cerca del 40% de todos los depósitos del sistema bancario estadounidense.
Según el analista financiero Porter Stansberry, Bank of America invirtió unos 700.000 millones de dólares en bonos en el verano de 2020, cuando los rendimientos de los bonos a 30 años eran de 1%. Hoy, esos bonos han perdido cerca del 40% de su valor, lo que implicaría pérdidas ocultas de unos 100.000 millones de dólares para la entidad.
Stansberry lanza una advertencia contundente al señalar que si los rendimientos de los bonos suben al 7% o incluso al 10%, el valor del capital del banco, es decir, su «colchón» financiero podría evaporarse, provocando una corrida bancaria. “No es cuestión de ‘si’, sino de ‘cuándo’”, afirmó, comparando la fragilidad actual con la del sistema bancario de 1932, en plena Gran Depresión, cuando las quiebras bancarias eran moneda corriente y la confianza en el sistema se desmoronó.
La tormenta perfecta: deuda, aranceles y desconfianza
Varios factores macroeconómicos se están combinando alimentando la posibilidad de que se encienda la chispa que podría incinerar a los bancos, de acuerdo a Stansberry.
Por un lado está la montaña de deuda de EE.UU. Este escenario se complica porque El Tesoro estadounidense necesita refinanciar 9 billones de dólares en deuda este año y emitir 2,5 billones adicionales. En total, unos 11 billones de dólares en bonos necesitan encontrar comprador. Si este no se encuentra, podría haber una subasta fallida, forzando a la Reserva Federal a intervenir con medidas como la flexibilización cuantitativa, lo que dispararía las expectativas de inflación y los rendimientos de los bonos.
Luego está la situación con los compradores que van en retirada. Esto con países como China y Japón que han sido grandes compradores de deuda estadounidense. Sin embargo, en los últimos tres años han reducido sus tenencias, optando por activos como el oro. «Dependemos de la bondad de extraños, y estamos antagonizando con ellos», señala Stansberry, refiriéndose a cómo posibles aranceles comerciales (como los propuestos por la administración de Trump) podrían tensar aún más las relaciones y dificultar que esos «extraños» sigan financiando a EE.UU.
El dilema de la Reserva Federal también se presenta como uno de los factores que alimenta a la tormenta perfecta. Esto debido a que si las subastas de los bonos fallan (es decir, no hay suficientes compradores), la Reserva Federal podría verse obligada a intervenir comprando deuda ella misma (un proceso conocido como «flexibilización cuantitativa» (QE), popularmente «imprimir dinero»). Esto podría disparar la inflación y, paradójicamente, empujar los rendimientos de los bonos a largo plazo aún más arriba, agravando las pérdidas de los bancos.
“Habrá un día en que los cajeros automáticos no funcionen”, predijo Stansberry, una imagen escalofriante que evoca crisis pasadas donde la gente no podía acceder a su dinero.
Estanflación y riesgos adicionales
Torsten Slok, economista jefe de Apollo Global Management, añade otro nubarrón cuando se refiere a la estanflación. Él habla del fenómeno que surge cuando se combina alta inflación (los precios suben sin parar) con un crecimiento económico lento o nulo. En tal entorno, las empresas y los particulares tendrían más dificultades para pagar sus deudas, aumentando las pérdidas crediticias de los bancos, especialmente aquellos expuestos a sectores volátiles como la tecnología, tal como lo reporta Fortune.
Por su lado, Rebel Cole, profesor de la Universidad Atlántica de Florida, apunta a la vulnerabilidad de los bancos regionales (con activos entre 10.000 y 200.000 millones de dólares). Muchos de sus clientes tienen depósitos que superan los 250.000 dólares asegurados por la FDIC, lo que los hace más propensos a retirar su dinero ante la primera señal de problemas, como se vio con SVB.
“Solo hace falta una chispa”, advierte Cole, mencionando otros riesgos como la crisis en el sector inmobiliario comercial (oficinas vacías, centros comerciales en declive). Si las pérdidas no realizadas fuerzan a los bancos a vender activos en masa, podrían enfrentarse a cierres regulatorios.
«Basta con una mala noticia sobre cualquiera de estos bancos, y podríamos tener otra crisis bancaria como la de marzo de 2023. Me sorprende que no hayamos tenido otra desde entonces».
Rebel Cole, profesor de finanzas en Florida Atlantic University.
Aunque los reguladores están más vigilantes desde 2023, el profesor Seru de Stanford subraya que los requisitos de capital actuales todavía no reflejan adecuadamente estas enormes pérdidas «silenciosas».
Con el sistema bancario descrito como una «caja de fósforos», los expertos coinciden: un deterioro de la situación económica podría encender la mecha de una crisis de proporciones históricas, dejando a la de 2008 o la de SVB como meros ensayos. La pregunta en el aire es si los reguladores y los propios bancos podrán desactivar esta potencial bomba de tiempo antes de que sea demasiado tarde.
Bitcoin, un refugio ante la tormenta
Ante este panorama de incertidumbre sistémica, activos con suministro limitado cobran mayor importancia, como bitcoin (BTC) que además resalta por ser dinero soberano.
A diferencia del dinero en una cuenta bancaria, que es un pasivo del banco y requiere su permiso para ser movido (y puede ser congelado o convertirse en inaccesible durante una corrida bancaria), bitcoin permite a sus usuarios controlar directamente sus activos digitales en una wallet propia (siempre que gestionen sus propias claves privadas) y moverlos sin necesidad de autorización de terceros, como bancos o gobiernos
Esta capacidad de auto-custodia y transferencia sin permiso se vuelve especialmente atractiva para quienes buscan proteger su patrimonio de la inestabilidad del sistema financiero tradicional o de posibles restricciones de capital.
En un momento en que la confianza en las instituciones financieras tradicionales se ve amenazada y se discute la solidez de los cimientos bancarios, la opción de un activo digital descentralizado y resistente a la censura emerge como una alternativa.
Así que, hoy bitcoin resuena, cada vez más como una opción para individuos e incluso instituciones, que buscan diversificar sus riesgos y asegurar una forma de valor independiente del sistema bancario. La pregunta que muchos se hacen es si, ante una crisis severa, este activo podría actuar como un «bote salvavidas digital» o simplemente como otro arrastrado por la marea.