La palabra “industria” puede hacer pensar en alguna marca comercial, sectores del mercado, o en productos o servicios que consumimos. Casi desde el nacimiento de Bitcoin, la tecnología de contabilidad distribuida (DTL) empezó a aplicarse para dar solución o mejoras a variados problemas financieros, y surgió la industria FinTech.
Para este momento, dicha tecnología ha irrumpido en casi todo sector o ámbito industrial, de la mano con los dispositivos IoT (Internet de las cosas), la DTL es usada en cadenas de suministro, seguridad, finanzas, recaudaciones e inversión, donaciones, bienes raíces, producción y distribución de energía; básicamente puede adaptarse a situaciones en que necesitemos registrar algo de forma segura y sin depender de intermediarios, papel que cumple el código en que la tecnología se basa.
En esta línea, no queda de lado la industria del entretenimiento o la creación de contenido artístico o informativo, tales como música, reproducciones audiovisuales y contenido escrito. La antigua industria editorial ha sufrido amenazas, cambios y mejoras con los avances tecnológicos.
En esta época, si un escritor quiere publicar su obra con una casa editorial, tendrá que pasar por procesos de selección bastante subjetivos y que escapan de su control en gran parte, sin mencionar que atraer la atención de un editor ya es bastante difícil. Una vez que llega al contrato, el texto podría ser modificado por los lineamientos de la editorial (aunque depende de cada casa editorial) entre otras cosas, pero el caso es que la mayoría del dinero recogido de la obra es de la editorial, cosa que sucede con los músicos y las discográficas. Proceso en el que, por cierto, no tiene voz ni voto el consumidos o lector más allá de la compra.
Nuevos formatos: problemática y solución
Ahora, con el Internet y medios digitales, estamos viviendo una explosión de contenido escrito que es publicado y distribuido en línea por los mismos escritores: surgieron blogs de noticias y páginas para publicar contenido escrito (igualmente desde literatura y noticias, hasta artículos académicos). De hecho, cada mes se producen 2 millones de libros nuevos, 30 mil millones de blogs y tweets. Surgieron también, en la década del 2000, formatos como PDF o los llamados e-book y hasta dispositivos diseñados para leer en estos formatos. Esto representó una amenaza a las casas editoriales y una trasformación en la cadena de valor del libro.
Todo esto permitió que escritores y creadores pudiesen publicar de forma independiente su contenido, pues no tenían ninguna autoridad que se los impidiese, ni la dificultad de imprimir y distribuir el producto físico en tiendas o librerías. Las editoriales, por su puesto comenzaron a adoptar los formatos digitales como el PDF y admitir las facilidades y ventajas de distribución que permite el Internet.
Sin embargo, para los escritores posicionarse y darse a conocer no es fácil y pese a que muchos han logrado resaltar y lograr un buen beneficio de ello (incluso a nivel Bestseller) se le suma la poca seguridad, en cuanto a derechos de autor se trata, que hay en el hecho de publicar contenido en línea. Proteger lo escrito en un blog o lo escrito en una página e incluso en un PDF descargable se hace casi imposible.
Un escritor podría ser muy leído, pero no necesariamente haber sido recompensado justamente. Las entidades de derechos de autor han fracasado a la hora de detener las descargas o distribución ilegal. En cuanto a blogs y páginas de contenido, suelen generar beneficios gracias a la publicidad y no directamente del pago por el consumo que esté allí, bien sean noticias, literatura o información.
En este panorama entra la tecnología de contabilidad distribuida. En general, la DTL tiene la posibilidad de proteger y ligar al contenido escrito su autor, haciendo posible demostrar la autoría del contenido en cuestión, además de garantizar la recompensa pertinente. Al igual que otros sectores, esta tecnología ahorraría en costos y evitaría la intervención de intermediarios, beneficiando a autores y consumidores. Dicho de otra forma, la DTL permite establecer una red donde quedan registrados los detalles de derechos de autor, lo que ayuda a establecer, buscar y encontrar al titular autorizado de tales derechos.
Asimismo, a un nivel macro, la mencionada tecnología tiene el potencial de descentralizar el modelo industrial editorial, reemplazando las funciones de las empresas editoriales en servicios distribuidos, así como permitir a los creadores de contenidos una mayor visibilidad y transparencia sobre cómo se publica y difunde su trabajo. Paralelamente, se restablecería la idea de vender la propiedad intelectual en vez de “regalarla” con esperanzas de atraer el dinero de la publicidad. Por ejemplo, los contratos inteligentes servirían para hacer cumplir términos específicos de distribución o pagos.
¿Quiénes y cómo?
Variados proyectos y plataformas ya se encuentran implementando la DTL para garantizar tanto la autoría como la compensación de los derechos de autor, destacan entidades en Rusia, el conglomerado Viacom, incluso el Departamento de Comercio de los Estados Unidos, y 7 herramientas más de registros con el mismo propósito. También hallamos a Creativechain, que se enfoca en la gestión en las diferentes licencias Copyleft, o Creative Commons, y ayuda a que creadores y escritores puedan financiarse gracias a su trabajo.
Más allá de los derechos de autor –aunque no excluyendo el tema– varias plataformas, proyectos o experimentos apuestan por las ventajas y la transformación que brinda la tecnología de contabilidad distribuida en el contenido escrito (algunas de cualquier tipo de contenido). Daremos un recorrido por algunas.
Inicialmente, resalta Mediachain, que de hecho fue adquirida por Spotify y es una plataforma que combina la DTL y la identidad para el resguardo de derechos de autor y termina siendo una biblioteca universal donde se reguardan las obras del plagio. De aquí podemos ir directamente a los LBRY Credits, infraestructura que también busca ser una gran biblioteca descentralizada y mercado para el contenido intelectual y aunque no se enfoca en contenido escrito o libros, son los usuarios quienes deciden si su contenido tendrá un valor y qué valor tendrá, y sólo ellos cobraran las ganancias. Por su parte Lunyr, basada en Ethereum, se presenta como un lugar donde publicar conocimientos e información y ser recompensando por ello con los tokens nativos. Otro mercado que puede interesar en este ámbito es SolDataBank, un sitio en el que usuarios pueden compartir, comprar y vender información o conocimiento.
Igualmente, encontramos a Decent, que se concentra un poco más en los medios de comunicación, busca devolverle el control de su trabajo a escritores, periodistas y demás creadores de contenido con una red peer-to-peer. Cabe destacar que, particularmente, para los periodistas la DTL puede permitirles ejercer su profesión de forma totalmente anónima, dándole la libertad que necesitan para informar adecuadamente y sin comprometer su integridad física.
No podemos dejar por fuera a Steemit, una plataforma dedicada sobre todo al contenido escrito al estilo blog donde quienes escriben o leen son recompensados: los primeros por publicar contenido útil, interesante o valioso, y los segundos por votar los buenos contenidos.
Ahora bien, más que una plataforma, resalta un proyecto literario llamado “Un universo explota”. Creado y escrito por Tea Uglow se trata de un libro digital, construido en Ethereum, en el que cada lector que lo adquiera deberá agregar una palabra y eliminar dos por cada página, para luego pasarlo a otro lector; al final el libro será una versión muy diferente a la copia original. Uglow con este proyecto, busca experimentar con nuevas formas de realizar el trabajo editorial.
Editoriales, librerías y criptomonedas
La DTL es una tecnología reciente por lo que no es adoptada al 100% en ninguno de los sectores que ha incursionado, por ahora. No obstante, para la industria que hemos explorado, hay dos editoriales pioneras en el uso de esta tecnología: Prisma y LEE.
La primera, es un grupo editorial que busca incorporar la tecnología a su modelo de negocio. Mientras que Ediciones LEE, basada en Argentina, es la primera editorial Bitcoin del mundo, pues aceptan bitcoins como método de pago desde hace más de un año. Esta editorial cree en el valor de Bitcoin, así lo expresó su fundador: “Apostamos a ella como medio revolucionario cultural, como apostamos por los libros. Ediciones LEE es la primera editorial, distribuidora y librería del mundo que la acepta”.
Por otro lado, aunque no hay muchas editoriales que integren la tecnología de contabilidad distribuida, sí hay más librerías que aceptan bitcoins. En Estados Unidos hay tres: la “Brothers Whim Storybook Workshop”, “Acton Institute Book Shop” y “The Harvard Coop”; en Canadá, está la librería de la Universidad Simon Fraser, donde estudiantes pueden comprar BTC y libros con ellos desde 2015.
Finalmente, nos queda ver que depara el futuro de la industria editorial y las formas de crear contenido escrito.