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Criado en España, estudió en Irlanda y trabajó en Australia, donde cuestionó al sistema fíat.
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En Berlín, El Salvador, crece el uso de Bitcoin, motivado a la libertad económica.
En Dublín, la capital de la República de Irlanda, Charlie Stevens veía un mundo ahogado por la regulación, donde el euro se desvanecía y la cultura se apagaba. Por eso, puso su foco en El Salvador, donde encontró un volcán de posibilidades, y ahora vive en la ciudadela Berlín en el departamento de Usulután del país centroamericano, donde encontró un hogar en el que Bitcoin (BTC) y la libertad florecen juntos.
Nacido en Irlanda, pero criado en España desde los cuatro años, Charlie creció entre dos mundos. Su madre, una profesora de inglés con un amor por la educación, le inculcó disciplina y curiosidad. Su padre, un jugador profesional de póker, le enseñó a analizar riesgos y a pensar como emprendedor. «Mi padre me daba las sobras de sus torneos y me decía: ‘Vende esto, eso te dará dinero para la semana’», recordó durante una conversación reciente.
Todo estaba bien en la vida de Charlie, hasta que comenzó a notar cambios. Los gerentes, con su «piel pálida y estrés disimulado con alcohol», no lo inspiraban. La rutina le parecía una jaula. Y tiempo después, cuando vendía bitcoin en Europa, los bancos cerraron sus cuentas, asfixiándolo con regulaciones. «Sentí una oscuridad, como si algo estuviera aplastando la cultura y la libertad», explicó.
Todo sucedió rápido, pero hasta entonces, no había notado que tenía una brújula en sus manos. Una chispa se había encendido en él desde que se acercó a Bitcoin en 2017, y de pronto las cosas comenzaron a tener mayor sentido.
«Bitcoin es como el fuego», explicó Charlie. «Puedes hacer cosas increíbles si juegas con él». En 2022, mientras caminaba descalzo entre árboles en Queensland, Australia, tuvo una epifanía: «Vi un globo con todas las monedas del mundo, y en el centro estaba Bitcoin, conectando todas las métricas de valor». Esa visión lo impulsó a dejar atrás el sistema financiero tradicional y buscar un lugar donde Bitcoin no fuera solo una idea, sino una realidad.
Así que, pronto supo que El Salvador, por su adopción de bitcoin como moneda de curso legal, era su próximo destino obvio.
«Donde Bitcoin es dinero, las transacciones fluyen», dijo Charlie. Y en julio de 2023, vendió sus activos en Europa, tomó sus ahorros en Bitcoin y se mudó a Berlín, una ciudadela de Bitcoin muy cercana a la cima de un volcán en el corazón de El Salvador.
Bitcoin Berlín: Un volcán de posibilidades
Bitcoin Berlín también es conocida como la Bitcoin City del pueblo. Esto porque la desarrolla una comunidad en territorio salvadoreño ante la falta de cumplimiento de la promesa que hizo Nayib Bukele en 2021. Y allí, Charlie encontró un lugar para comenzar desde cero.
Lejos de las playas turísticas de Bitcoin Beach, Berlín le ofreció un lienzo en blanco, un lugar rural, asequible y con una comunidad naciente de bitcoiners. «Sabía que podía proporcionar un servicio y atraer algo del capital a esta ciudad», explica, confiado en su experiencia previa en trabajos diversos, desde la minería de oro en Australia hasta la organización de fiestas en Dublín.
Berlín no le decepciona. Allí Charlie encontró un lugar transformado, donde la seguridad, otrora un lujo en un país que fue el más peligroso del mundo en 2015, ahora le permite dejar su auto con la ventana rota sin temor a robos.
«Es escandalosamente seguro», afirma. Se unió a una comunidad vibrante liderada por iniciativas como Mi Primer Bitcoin, que educa a miles de salvadoreños sobre la moneda digital. Junto a locales como el fundador de la ciudadela, Gerardo Linares y su compañera Evelyn Lemus.
Construyendo la Bitcoin City de El Salvador
Ahora, junto a ellos y otros bitcoiners extranjeros y salvadoreños, Charlie ayuda a crecer la economía local de Bitcoin. Asegura que en un año, el número de comerciantes que aceptan bitcoin en Berlín pasó de 15 a más de 160, y el Mercado de Agricultores de Bitcoin, que él ayudó a fundar, ahora atrae a cientos de personas cada dos semanas.
Su visión es clara, ya que considera que Berlín puede ser un modelo de independencia económica, libre de la dependencia de los gobiernos centrales.
Su historia es un reflejo de que, a pesar de los cambios en la Ley Bitcoin tras el acuerdo sellado entre El Salvador y el Fondo Monetario Internacional (FMI) por un préstamo superior a los 1.400 millones de dólares, el país centroamericano sigue siendo un faro para los bitcoiners. Para Charlie, esto valida su decisión. «El Salvador atrae a los curiosos, a los que ven más allá del sistema fíat», dijo. Aquí, lejos de las oficinas grises de Dublín, Charlie no solo encontró un hogar, sino la misión de construir un futuro donde Bitcoin no sea solo dinero, sino también garantía de libertad.