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Hará falta una serie de cambios institucionales para implementar el plan.
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La volatilidad de bitcoin podría representar uno de los principales problemas.
La propuesta de María Corina Machado de integrar a bitcoin (BTC) como activo de reserva estratégica nacional en Venezuela ha sido una de las noticias más relevante dentro del ecosistema.
Es así, no solo por ser la primera vez que la líder opositora habla de la moneda digital, sino también por ser una propuesta tan audaz como arriesgada, en medio de la crisis económica y política en la que está inmerso el país.
La idea de incluir a BTC en las reservas internacionales se enmarca en una tendencia macro, que viene cobrando fuerza en los últimos años. La misma tiene al presidente Nayib Bukele en El Salvador como pionero, a través de las compras que hace el gobierno desde 2021.
La estrategia cobra mayor notoriedad luego de que en Estados Unidos la senadora republicana Cinthya Lummis presentara en julio pasado un proyecto de ley para sumar a BTC a las reservas.
El proyecto, que propone la compra del 5% de la emisión total de BTC como mecanismo para aprovechar su revalorización a largo plazo, fue apoyado e incluido en las promesas de campaña que actualmente hace el expresidente y candidato presidencial Donald Trump.
En este caso, la pregunta que cabe hacerse es si esta estrategia es viable en Venezuela y qué tanto puede ayudar a rescatar la golpeada economía del país suramericano, afectada por la inflación y por una serie de desequilibrios macroeconómicos.
Se trata de una estrategia que –si tiene éxito– podría transformar radicalmente la trayectoria económica del país y ofrecer un modelo innovador a otras naciones en dificultades. Aunque la magnitud de los retos a superar es enorme: desde la regulación del sector de las criptomonedas, factores institucionales, hasta la volatilidad inherente a bitcoin.
Para ahondar un poco sobre estas posibilidades, consultamos a tres economistas venezolanos: Asdrúbal Oliveros, socio y director de la firma de consultoría económica y financiera Ecoanalítica; Aarón Olmos, experto en criptomonedas y profesor en Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA); y Francisco Rodríguez, quien fuera economista en jefe del banco de inversión Torino Capital.
Todos ellos ven la propuesta de María Corina Machado como novedosa, pero observan que su implementación en el país se enfrentaría a muchos obstáculos.
Bitcoin choca con el principio de seguridad de las reservas
Como parte de sus argumentos, los economistas Oliveros y Rodríguez se apoyaron en uno de los principios que rige la administración de reservas a nivel global: la seguridad.
Este principio tiene que ver con la preservación de la inversión, y según la Asociación de Asesoramiento y Gestión de Reservas del Banco Mundial, es uno de los más importantes para los bancos centrales, incluyendo el de Venezuela.
Contempla que el objetivo de la administración de las reservas no es generar ganancias masivas, sino evitar la volatilidad del mercado y proteger el capital principal.
Por ello, Oliveros lo resalta como prioritario, colocándolo por encima del factor rendimiento. «El manejo de las reservas internacionales de un país debe hacerse con activos seguros«, comenta Oliveros, quien califica a bitcoin como un activo de riesgo.
Es verdad que al tener las reservas en efectivo, en oro o en bonos de grado de inversión triple A probablemente los rendimientos sean muy bajos, pero ese elemento de seguridad es mucho más poderoso que la rentabilidad que te pueda traer el bitcoin.
Economista Asdrúbal Oliveros.
Esta postura es compartida por Francisco Rodríguez, para quien la propuesta de la oposición venezolana «no está bien pensada ni bien articulada«. Como argumento, también cita los principios aceptados y aprobados por los bancos centrales y organismos internacionales.
«Son requisitos bastante específicos sobre los activos que pueden ser parte de las reservas internacionales», afirma Rodríguez, recordando que tienen que ser seguros, líquidos, y con algún rendimiento. Es por esta razón que tampoco se incluyen activos especulativos, como bonos o acciones de compañías riesgosas.
Rodríguez cierra sus ideas haciendo mención de un reciente estudio del Banco Mundial, según el cual –al menos por ahora– bitcoin no es viable como activo de reserva.
En la actualidad, los criptoactivos son incompatibles con los objetivos tradicionales de seguridad, liquidez y rentabilidad; su valor puede ser muy volátil, lo que socava su fiabilidad como depósito de valor; y a pesar de algunas orientaciones de los responsables políticos y los organismos de normalización, todavía se enfrentan a un entorno normativo incierto.
Banco Mundial.
«No se puede correr el riesgo de que el respaldo de la moneda de un país pierda valor. Por eso me parece altamente inapropiado colocar reservas internacionales en un activo de naturaleza especulativa», apunta el experto.
De forma semejante a Oliveros llama la atención sobre la volatilidad de bitcoin, colocando esta característica como uno de los principales problemas de la propuesta de Machado.
Y aunque Oliveros considera que su inclusión en las reservas puede contribuir a la diversificación, asegura que los constantes cambios de precio en el mercado «implican muchos desafíos desde el punto de vista macroeconómico, de seguridad y de manejo de activos para Venezuela».
Hay que educar primero, antes de implementar un plan
Tomando en cuenta las dificultades que implicaría la inclusión de BTC en las reservas, Oliveros es más partidario de que se fomente el uso masivo de BTC entre la población venezolana. Toma en cuenta su capacidad para proteger a la gente ante la inflación, «aunque me preocupa que su volatilidad pueda aumentar la incertidumbre económica».
Se trata de una idea que también fue expresada por Aarón Olmos, quien puso énfasis en el soporte regulatorio para el sector que ya existe en Venezuela. Trajo a colación las ordenanzas y organismos de supervisión creados desde 2017, cuando Nicolás Maduro decidió lanzar el petro.
Entre esos organismos está la Superintendencia de Criptoactivos (Sunacrip), actualmente intervenida tras el estallido de un escándalo de corrupción. Se incluyen una serie de normas que buscan diversificar los medios de pago, añadiendo a los criptoactivos como vía para enfrentar las sanciones impuestas al gobierno de Maduro.
Olmos relaciona la propuesta de Machado con todas estas iniciativas impulsadas previamente por el gobierno. Hace alusión a la postura a favor de bitcoin también manifestada por el opositor Leopoldo López. «Cada uno en su momento ha visto en las criptomonedas una oportunidad para resolver los problemas económicos«.
«Es interesante que se esté visionando el uso de bitcoin en la economía venezolana sobre todo luego del estrepitoso resultado que ha tenido el grupo de gobierno actual», acota el economista.
Sin embargo, teme que los planes terminen siendo «más perniciosos que positivos» si las criptomonedas se vuelven a insertar en el manejo económico venezolano sin saber de qué van, desconociendo su naturaleza y sin tener claro su uso real dentro de una estrategia de gobierno.
«Es allí donde rescatamos la gran necesidad de educar económicamente, financieramente y tecnológicamente sobre el uso de bitcoin, stablecoins como USDT y el resto de las criptomonedas», expresó. Esto, antes de pretender vincularlas con la economía de un país, «que es algo delicado a nivel de contraloría, de supervisión, y de control de indicadores».
Olmos aclara que muchas de las herramientas que existen en las finanzas públicas no sirven para hacer contraloría de criptoactivos. Dice además que las estructuras de gobierno de nuestros países no están listas, ni preparados sus funcionarios. «Mucho menos se cuenta con la tecnología suficiente, en términos de contraloría y revisión, para asumir un criptoactivo como BTC».
Propone que primero se establezcan elementos tecnológicos, económicos y financieros y de control. Todo esto considerando las experiencias que existen en Venezuela, donde «a pesar de ser pioneros en regulación se cayó en la mala gestión de lo público, desvío de fondos y corrupción».
De esta manera, defiende la necesidad de crear un conjunto de condiciones previas, antes de incluir a bitcoin en una estrategia para rescatar la economía venezolana.
Al igual que Oliveros y Rodríguez, Olmos afirma que desconoce los detalles y el sustento del plan del equipo económico que acompaña a Machado. Rescata de la propuesta el hecho de que inserte en una tendencia mundial, que hasta ahora solo tiene a El Salvador como modelo.
«De esto no existe ningún manual porque es algo totalmente nuevo», insiste Olmos, resaltando el rol que la moneda creada por Satoshi Nakamoto en 2009 está comenzado a jugar en la dinámica geopolítica global.