Hechos clave:
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El anĂĄlisis apunta mĂĄs a un peligro potencial que a uno efectivamente identificado.
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Se considera que los criptoactivos aĂșn no son un camino viable para financiar el terrorismo.
El centro de investigaciĂłn RAND publicĂł un informe que analiza el uso de criptomonedas en actividades terroristas. Se enfocĂł en establecer las razones de por quĂ© el terrorismo podrĂa estar utilizando âo noâ esta tecnologĂa, y en proyectar a futuro su potencial de uso.
El estudio fue financiado por la «generosa» donaciĂłn de una organizaciĂłn privada, cuya identidad no se da a conocer; se construyĂł sobre la base de una extensa revisiĂłn bibliogrĂĄfica de artĂculos acadĂ©micos y de entrevistas a diversos actores del ĂĄmbito legal. Asimismo, centrĂł sus ejemplos en actos de grupos que operan en Medio Oriente tales como al-Qaeda, HezbolĂĄ e ISIS y parece confirmar una vez mĂĄs que las criptomonedas y el terrorismo siguen manteniendo a la fecha un vĂnculo menor.
Precisa que las propiedades deseables en las transacciones para facilitar el financiamiento de actividades terroristas âanonimato, facilidad de uso, seguridad, aceptaciĂłn, confiabilidad y volumenâ actualmente no pueden observarse de manera uniforme en una sola criptomoneda, razĂłn por la cual estos activos digitales no son los mĂĄs adecuados para abordar las necesidades financieras de grupos terroristas, que requieren de instrumentos que integran a la vez todas estas caracterĂsticas.
Agrega, ademĂĄs, que la mayorĂa de las transferencias que realizan estas organizaciones se efectĂșan en unos pocos paĂses y se trata de movimientos internos de fondos o entre partes conocidas. Realizar transacciones de grandes montos a travĂ©s de bitcoin podrĂa hacerlos mĂĄs rastreables por autoridades internacionales. Por otra parte, utilizar monedas que ofrezcan mayor anonimato (como monero o zcash) significarĂa hacer uso de criptoactivos con un volumen significativamente menor que el de bitcoin, haciendo mĂĄs difĂcil gestionar operaciones de gran magnitud.
La baja adopciĂłn âuno de los aspectos que todavĂa aplica, incluso a la comunidad en generalâ se vuelve central cuando se habla de regiones en Medio Oriente, donde operan mayoritariamente los grupos terroristas analizados por el informe. Si un grupo recibiera aportes o donaciones en criptoactivos, convertirlos en dinero fiduciario con el fin de financiar sus gastos operacionales, se vuelve prĂĄcticamente imposible, ya sea porque existe un muy bajo nĂșmero de cajeros bitcoin en dichas zonas o bien porque los intentos de convertirlos vĂa intercambios han sido a la fecha detectados y puestos bajo vigilancia.
No obstante, se afirma tambiĂ©n que en la medida en que la tecnologĂa de los criptoactivos evolucione, mejorando sus propiedades de uso y eliminando las barreras tĂ©cnicas que hasta ahora las definen, su utilizaciĂłn por parte de organizaciones terroristas, podrĂa aumentar.
En este escenario, se considera potencialmente preocupante un uso de criptomonedas en la recaudaciĂłn de fondos âvĂa financiamiento colectivo, donaciones o aportes voluntariosâ aunque parece poco probable que sean utilizadas en compras directas de armas o de drogas en la darknet, considerando ademĂĄs que estos mercados aĂșn no se incorporan en las zonas del mundo donde los grupos terroristas operan mayoritariamente.
El informe concluye diciendo que, si bien a la fecha de publicado existen pocos indicios de que grupos terroristas utilicen criptoactivos de manera permanente o sistemĂĄtica, cabe destacar la importancia de la cooperaciĂłn internacional con el fin de regular y supervisar su uso, previniendo de esta manera que se conviertan en una herramienta disponible, que permita obstaculizar la detecciĂłn de sus actividades.
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