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El estatuto de YPF no prohíbe invertir en bitcoin: el Directorio puede decidirlo.
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Bitcoin (BTC) es una herramienta de cobertura patrimonial ante la inflación y la inestabilidad.
YPF —Yacimientos Petrolíferos Fiscales— es una empresa emblemática de Argentina fundada en 1922.
Actualmente, tras décadas de cambios, privatizaciones y reestatizaciones, YPF es una sociedad anónima con participación estatal mayoritaria. El Estado argentino posee el 51% de las acciones con derecho a voto, lo que significa que, aunque opera bajo el régimen del derecho privado, está sujeta a controles públicos y tiene una misión estratégica dentro del sistema energético argentino.
En otras palabras, YPF no es solo una empresa. Es una herramienta de política económica y energética. Tiene activos, reservas, infraestructura, deuda, ingresos, obligaciones… y también decisiones que tomar.
Y, en un mundo que está experimentando transformaciones económicas y tecnológicas aceleradas, es hora de que YPF considere seriamente una opción que otras empresas grandes ya han abrazado: comprar bitcoin (BTC).
¿Por qué YPF debería tener bitcoin?
La pregunta correcta sería: ¿por qué no? Bitcoin es un activo escaso, descentralizado, programado para tener un suministro limitado de 21 millones de unidades, y cada vez más valorado como reserva de valor en contextos de inflación y crisis monetaria.
YPF, como empresa nacional con gran exposición al peso argentino y a las fluctuaciones del dólar, tiene un balance vulnerado por factores que no controla: inflación, restricciones cambiarias, deuda en dinero fíat y presión fiscal. Bitcoin, en ese contexto, aparece no como una solución mágica, sino como una cobertura estratégica.
Tener parte de su tesorería en bitcoin no significa que YPF deba “apostar” a una criptomoneda a ver si sube de precio. Significa que puede diversificar sus reservas de manera estratégica, poniendo cierto porcentaje en el «oro digital» del siglo XXI.
Lo mismo que hacen empresas de tecnología como Strategy o fabricantes automotrices como Tesla, tal como se ve en la imagen a continuación. Incluso entidades públicas —como el gobierno de El Salvador— han adoptado bitcoin como parte de sus activos.

YPF, que posee una capitalización de mercado de 14.000 millones de dólares y que mueve cifras millonarias, bien podría destinar un porcentaje mínimo de su tesorería a bitcoin. ¿Para qué? Para blindarse. Para tener una reserva que no pueda ser devaluada por ninguna política monetaria ajena. Para proteger poder adquisitivo real en una economía que constantemente lo erosiona.
Si YPF no compra bitcoin, eso también es una decisión. Es decidir mantenerse 100% expuesta al sistema financiero tradicional, que no solo es volátil y frágil en Argentina, sino que además limita las opciones de soberanía financiera.
En cambio, tener bitcoin en cartera puede representar una vía de autonomía patrimonial, con liquidez global, y sin necesidad de intermediarios para disponer de esos fondos. Bitcoin no depende de ningún banco, no puede ser embargado sin las claves privadas, y se puede mover con facilidad en momentos de emergencia. En un mundo multipolar y fragmentado, eso es un activo geopolítico.
¿Puede YPF comprar bitcoin?
Nada en el estatuto de la empresa prohíbe que YPF compre bitcoin, siempre que la operación se enmarque en su estrategia financiera o comercial, sea aprobada por su Directorio y respete los mecanismos internos de control y auditoría
Como sociedad anónima, YPF, puede administrar sus recursos conforme al derecho, como cualquier empresa del mercado. Esto incluye la posibilidad de adquirir activos financieros, siempre que se justifiquen en su plan de negocios y estrategia patrimonial.
O sea, la compra de bitcoin podría enmarcarse como parte de una política de inversión de la tesorería —similar a la compra de dólares, bonos u otros instrumentos—, siempre que sea autorizada por el directorio y esté debidamente fundada.
Posibles caminos
No se trata de que YPF compre bitcoin de golpe, ni mucho menos que lo haga a ciegas. Lo razonable sería avanzar de forma estratégica, con pasos firmes pero graduales. Por ejemplo, la empresa podría constituir un pequeño fondo interno en BTC, destinando a ello una fracción menor de su tesorería. No hace falta pensar en grandes montos iniciales: podría aplicar una política de acumulación paulatina, siguiendo un esquema similar al que ha popularizado Michael Saylor con Strategy, comprando con regularidad y en distintos momentos del mercado para promediar el costo de adquisición.
Según el balance financiero de YPF al 31 de diciembre de 2024, la empresa cuenta con un capital invertido de más de 20.500 millones de dólares y activos totales por encima de 29.000 millones. Aunque el capital circulante aparece en negativo, lo que limita la liquidez inmediata, es razonable suponer que YPF dispone de recursos de tesorería y flujo operativo suficientes como para destinar una fracción mínima a la compra de bitcoin. Incluso con una asignación conservadora, por ejemplo, del 0,5% de su capital invertido (aproximadamente 100 millones de dólares), la empresa podría comenzar una política gradual de acumulación de BTC sin comprometer su operatividad ni su solvencia financiera.

Otra vía posible sería el desarrollo de alianzas con empresas especializadas en la minería de Bitcoin, sobre todo en aquellas regiones donde YPF ya gestiona excedentes energéticos. En lugares como Vaca Muerta, donde existen iniciativas para aprovechar el gas que hoy se desperdicia, se abre una oportunidad clara: convertir energía no utilizada en un activo digital escaso y global como bitcoin. No sería una aventura especulativa, sino una nueva forma de monetizar recursos que hoy no generan valor. En lugar de quemar gas, podría transformarlo en valor digital (vale aclarar que —tal como CriptoNoticias lo ha reportado— YPF ya ha tejido algunas de estas alianzas, pero los BTC minados no quedan en poder de la petrolera, sino que van para la empresa minera).
Lo importante es que ninguna de estas estrategias implica desviar a YPF de su rumbo, sino todo lo contrario: la alinea con un futuro donde energía y activos digitales estarán cada vez más entrelazados. YPF puede ser pionera en esta integración.
Una decisión de largo plazo
Las decisiones estratégicas no se toman por modas. Bitcoin no es una moda: lleva 16 años funcionando sin interrupciones, se cotiza en mercados globales, y cuenta con una capitalización de mercado superior a los dos billones de dólares. Ignorar su existencia es una forma de negar el cambio tecnológico y monetario en curso.

YPF, como empresa nacional y con proyección a largo plazo, no puede darse el lujo de pensar con lógica de corto plazo. Si quiere posicionarse como una compañía energética competitiva en el siglo XXI, necesita anticiparse. Incorporar bitcoin es una forma de prepararse para un mundo donde los activos digitales, la soberanía financiera y la eficiencia energética estarán entrelazados.
Si otras empresas lo están haciendo, ¿por qué no la principal compañía de Argentina? Tal vez no se trata de si YPF debería comprar bitcoin, sino que la pregunta real sea: ¿Cuánto le va a costar no hacerlo?
Descargo de responsabilidad: Los puntos de vista y opiniones expresadas en este artículo pertenecen a su autor y no necesariamente reflejan aquellas de CriptoNoticias. La opinión del autor es a título informativo y en ninguna circunstancia constituye una recomendación de inversión ni asesoría financiera.