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¿Cuál es el valor de programar y proteger el código de Bitcoin?
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Necesitamos una red de incentivos enfocada en proveer recursos a los programadores.
Muchos bitcoiners, con el pretexto de que forman parte de la cultura open source o de código abierto, tienen una especie de affair con la idea de que hay que hacer sacrificios para llegar al paraíso.
¿Es posible que esa idea haya estado ahí, entre otras, cuando Satoshi Nakamoto decidió desaparecer de la vida pública? No lo sé, pero algo me hace pensar que todo lo que se ha construido en Bitcoin de pronto justifica una actitud de indiferencia hacia las personas que programan, reflexionan, debaten y ejecutan cada mejora en Bitcoin.
Para decirlo en términos simples, me parece un desacierto que el incentivo por minar Bitcoin se pague con monedas; mientras que el incentivo por depurar el código de Bitcoin y crear soluciones funcionales se haya pagado por tanto tiempo con una palmadita en la espalda.
Comprendo la dificultad de que el sistema de recompensas de los mineros se hubiese trasladado del lado de los programadores desde el comienzo. No puedo imaginar a los primeros desarrolladores de Bitcoin, que en muchos casos eran los primeros mineros, «pagando y dándose el vuelto», como se dice en Venezuela.
El mejor ejemplo para tener una idea de esta dificultad puede ser imaginar a Satoshi Nakamoto como un minero solitario, durante los primeros días de este experimento llamado Bitcoin. Prende su máquina, ve cómo funciona, discute con otras personas sus hallazgos, modifica errores de programación.
Mientras observa cómo Bitcoin da sus primeros pasos, va guardando esas primeras monedas que la red emite por su trabajo de minero. La idea es que el concepto resulte lo suficientemente atractivo para que otros intenten minar y como consecuencia la red se haga más grande, más distribuida y más segura. La recompensa por toda esa inversión de energía de sus equipos personales, de gasto de electricidad y tiempo, son unas monedas que, por entonces, no valían nada.
Está bien, parece difícil pensar que también se les pagara algo por discutir ideas en un chat o por descubrir brechas en el código, incluso por proponer cambios de funcionamiento del software. Después de todo, muchos de ellos se expresaban en los foros sobre criptografía y activismo criptoanarquista con los mismos ideales que siempre usamos como bandera: romper las barreras impuestas por los Estados y luchar contra la sed de poder de gobernantes y empresarios inescrupulosos, como un monje se enfrentaría a una tormenta.
Sin embargo, hay algo en la cultura open source que no me convence por completo. Es cierto que yo también tengo ideales respecto a la posibilidad de que el conocimiento esté en manos de todos. Quiero que Internet sea un entorno libre para intercambiar información y hacer una sociedad más equilibrada, como soñaban sus primeros activistas. Pero ¿cómo podemos comprender el valor del esfuerzo de todos los que hacen posible que Bitcoin funcione si no hay una retribución explícita por cada contribución? Sé que hay muchas opiniones distintas al respecto. ¡Ay! los dilemas de las los sistemas políticos y las ideologías que ya hicieron tanto daño durante dos siglos.
El espíritu colaborativo de los programadores de Bitcoin
¿Cómo puede Bitcoin ser un horizonte para esas aspiraciones sobre un mundo mejor, si la responsabilidad sobre la seguridad de la red de intercambio no es equivalente a la responsabilidad sobre el bienestar de las personas que trabajan para sostener su desarrollo?
No debería sorprendernos que ahora quienes dedicaron años a pensar, analizar y corregir los problemas que surgen a medida que Bitcoin crece como red, consideren aceptar ofertas de trabajo muy bien remuneradas de un banco que quiere una versión privada de bitcoin (BTC), si es que eso es posible. Aunque no son las únicas ofertas que les llegan, claro.
No deberíamos caer de espaldas cuando un tipo con mucho dinero quiere aprovechar la ignorancia y la obsolescencia de los sistemas de justicia para atacar a las personas que a diario divulgan públicamente sus avances. Los programadores de Bitcoin tienen la esperanza de crear un clima transparente que sea suficiente evidencia sobre cómo el espíritu colaborativo puede vencer el egoísmo de los acumuladores de poder, gobernantes y magnates borrachos de ambición.
Aun así, sin importa cuántos obstáculos se presenten, los programadores de Bitcoin encuentran la manera de sostener los hilos de su comunidad. Muchos se van, quizá como consecuencia de la falta de incentivos económicos; pero otros llegan, por los retos que plantea el trabajo de mejorar un código que parece perfecto.
¿Minería del código de Bitcoin?
¿Hay alguna solución para que las personas que colaboran en el desarrollo de Bitcoin obtengan alguna recompensa económica sin depender de terceros de confianza, por decirlo de alguna manera?
Quizá no, por ahora. Si el desarrollo de bitcoin tuviese una recompensa similar a la de minería, esa actividad podría crear un caos incontrolable como consecuencia de la competencia entre las personas. Seamos realista, ya el mercado de la minería es bastante salvaje, más allá de los beneficios en términos de seguridad que implica que todos estén locos por minar Bitcoin.
Imagínense a 50.000 o 10.000 personas luchando por la recompensa de los programadores, lanzando códigos a diestra y siniestra. Sería una tarea titánica para quien sea que tenga que evaluar la validez de cada propuesta, que suele hacerse en conjunto, por cierto.
Quizá un sistema semejante necesitaría una recompensa para cada propuesta aprobada e implementada y para cada trabajo de los validadores. Parece un escenario con demasiadas variantes y Bitcoin precisamente intenta eliminar la complejidad del sistema, para que sea menos probable que existan problemas de seguridad.
Creo que muchos han especulado con la posibilidad de que los programadores de Bitcoin obtengan una recompensa por su trabajo. Algunos han pensado que quizá las comisiones por transacción podrían proveer una fuente constante de incentivos para quienes programan el código.
Esta idea no me desagrada por completo, pero dadas las condiciones del mundo, se me hace imposible pensar que pueda ser el método para que los desarrolladores no se frustren por la falta de incentivos económicos.
Desde hace unos tres años, se han creado programas especiales y subvenciones para permitir que los desarrolladores de Bitcoin puedan vivir de su trabajo. Pero hasta qué punto eso puede ser suficiente si las amenazas de los Estados y los bancos, por ejemplo, se intensifica. A muchos les cuesta pensar que las soluciones emergentes deban tener lugar.
Algunas ideas sobre quiénes deberían administrar el dinero están tan arraigadas en las mentes de las personas que resulta increíble cómo desde muchos sectores se defiende el control social e individual.
Creo que debemos preguntarnos si esas ideas sobre el trabajo gratuito, sobre la colaboración desinteresada por un bien mayor, no es otra forma de control. Muchas ideologías y religiones utilizan argumentos similares: un acto desinteresado, proveerá un bien en el futuro. ¿Y el ahora qué?
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