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La credibilidad del mundo sobre el presidente ha sido afectada.
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Existe aún posibilidad de que Milei se involucre seriamente en el ecosistema.
Semana movida en Argentina, ¿verdad?
El 14 de febrero volvimos a reafirmar el enamoramiento de Javier Milei por meterse en cosas que una y otra vez le complican la existencia.
Y no, no hablo de los amoríos fugaces con sus primeras damas. Hablo de asuntos que exceden a su vida personal y que lo involucran en cuestiones delicadas, con personas y proyectos extraños que pocos conocen y que, por arte de magia, lo ponen en boca de todos. Para mal, por cierto.
Ayer fue CoinX y Vulcano. Hoy hablamos de LIBRA. El patrón de comportamiento parece repetirse. ¿Otra casualidad o “negligencia” intencionada?
Un error de promoción… ¡perdón!, de difusión…
A Milei le vendieron una idea. Bueno, en realidad son varias. Una de ellas, es que involucrarse como entusiasta del mundo de la tecnología le permitiría ligarse a proyectos que no conoce y que, de salir mal, podría desvincularse fácilmente.
Si hubiese lanzado una memecoin con su nombre o el de alguno de sus “hijos de cuatro patas”, haciendo incluso un rug pull que lo beneficie, estoy seguro de que la repercusión hubiese sido distinta. Aunque me resulta nefasto que un presidente (o cualquier otra persona) orqueste este tipo de cosas, ya no se hablaría de “ingenuidad”, porque se apelaría a otra modalidad de lanzamiento de tokens ya conocida por la mayoría en el ecosistema.
Lo vimos recientemente con el caso de Donald y Melania Trump con sus memecoins. Insisto: a ningún funcionario público se le debería permitir esto, pero como la modalidad fue clara desde el principio, nadie le está pidiendo el juicio político al Señor Naranja por ese asunto.
La breve historia de Viva La Libertad Project tiene dos agravantes claros y una sospecha:
- Milei ha participado en la promoción de estafas comprobadas en la industria de las criptomonedas, siendo funcionario público, tanto de diputado nacional como de presidente de la Nación.
- A pesar de que el proyecto no tiene sustento alguno, se lo promocionó para lograr un incentivo al sector empresarial argentino, utilizando una falsa promesa. ¿La sospecha? El presidente podría (potencialmente hablando) haberse quedado con una comisión de una jugada de más de 80 millones de dólares, hasta que se demuestre su inocencia.
Liberal-shitcoinario
Nunca fue difícil darse cuenta de que Milei no era ni es bitcoiner, a pesar de que muchos medios de comunicación de todo el mundo sí lo consideran como tal, incluso desde antes de convertirse en presidente.
Milei se ha dedicado a rodearse de scammers pegajosos que buscaron sacar tajada de su fama e influencia desde hace un tiempo considerable. ¡Pero ojo! Él también ha hecho oídos sordos cada vez que se le ha presentado la oportunidad de diseñar una estrategia puntual de gobierno en esta industria. Conozco personalmente a gente que ha intentado orangepillearlo desde hace más de 10 años, pero sin resultados.
Sabemos que las CBDCs están descartadas totalmente de ser implementadas en su gobierno. Sería bueno, además, que la categoría de “proyectos shitcoiners” dejara de parecerle una buena opción para mezclarla con la política económica del país.
Como si fuera poco, aseguró en su momento “no estar al tanto de los pormenores del proyecto”, atacando directamente a la “casta política opositora” a quien, por supuesto, este caso le sirve como alimento y le da pie para criticarlo en una nueva oportunidad en donde, como pocas veces sucede, no tiene nada que ver. Hasta Leonardo Cositorto, creador de Generación Zoe, desde la cárcel dio consejos y advertencias sobre el caso. Un delirio total.
¿Y el regulador local qué tal? Bien gracias. Pareciera que cuando la situación amerita su accionar, anda por ahí tomándose unos mates con bizcochitos de grasa. La misma historia de siempre.
El primer contacto post escándalo
Jonatan Viale, periodista argentino del canal Todo Noticias, fue quien le hizo la primera entrevista al presidente luego del escándalo del fin de semana.
Sabíamos de antemano que la misma estaría preacordada en cuanto a preguntas, pero se le sumó parte de su plantel de gobierno detrás de cámara, escuchando cada palabra de la entrevista, dispuesto a intervenir para que no se lo ponga en aprietos.
A decir verdad, las preguntas no me parecieron mal. Pero luego, cuando se filtra el video no editado, aparece este clip no visto en televisión y la cuestión se torna más oscura, exponiendo qué cosas el equipo presidencial deseaba claramente ocultar.
Entregarse a la Oficina Anticorrupción no es ningún mérito de parte del presidente. Sería prácticamente lo mismo que por una causa abierta en tu contra pidas que un amigo de tu infancia sea quien te investigue.
Incluso, tomándolo con gracia, volvió a aclarar algo sobre lo que ya nos dimos cuenta desde hace rato: no entiende nada de criptomonedas, en concordancia con su ministro de Economía, Luis Caputo, que previamente aseguró algo similar de sí mismo.
Una cuestión muy llamativa es la terquedad con la que Milei ha tratado al caso. En ningún momento pide disculpas y no admite responsabilidad alguna, diciendo que su accionar en todo momento fue de buena fe. Solamente que deberá “revisar algunas cosas” y que no le pagaron nada por esto.
Otra cosa clave: si el jefe de Estado dice que le dieron un “cachetazo” con este caso, ¿por qué decide no mandar al frente a absolutamente nadie de los que participaron en esto, culpándolos de su accionar? Esta maniobra extraña podría darnos a entender que él también “estaría sucio” y que, si habla demás de los otros, podrían exponerlo en venganza de la peor manera.
¿Hasta cuándo sigue la novela?
Creo que si esta experiencia no le dejó al presidente un aprendizaje acerca de qué es lo que le conviene hacer antes de promocionar cualquier otra cosa del rubro, nada más lo va a lograr.
Sería genial que los culpables de esto sean juzgados como corresponde, sean quienes sean. Quizás de esa manera, de una vez por todas, se siente algo de jurisprudencia en la materia para obstaculizar un poco más la propagación de esta modalidad creciente de estafas en el rubro. Porque sí, es una estafa, y de la cual en los próximos días podría salir más información comprometedora, como mencionó Hayden Davis de Keiser Ventures.
La responsabilidad de Milei y su equipo va más allá de cuántos estadounidenses, chinos, zimbabuenses o argentinos fueron los “afectados” por el rug pull. Ya sabemos que fue un “pequeño grupo experimentado de timberos” quienes accedieron al token. Pero discutir sobre ello es no entender el problema de fondo.
Si era tan complejo de acceder al token por la experticia que requiere su operatoria, ¿por qué creería que lograría incentivar al sector empresarial argentino? Eso no fue recomendado (¡ok, bueno!… ¡“difundido”!) como un casino, sino como algo serio.
Hoy tenemos esto. Mañana podría ser algo incluso más complejo. Cansado ya de la corrupción de la clase política en general, me resulta casi naive pensar que un presidente se “quemaría” en redes promocionando un proyecto de tales características ad honorem o “por amor al arte”. Más aún con lo comentado por Charles Hoskinson, cofundador de Ethereum y creador de Cardano, sobre el “pago de peaje” solicitado para acercarse al jefe de Estado.
¿Milei se encauzará después de esto hacia un camino bitcoiner o en el resto del ecosistema con una estrategia más seria? No lo sabemos. Lo único que deseo es de ahora en más evite el ridículo, asesorándose con gente experimentada y de buena fe o, en su defecto, no involucrándose nunca más en el rubro.
Argentina está para grandes cosas. No para este tipo de bajezas.
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