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21 de las principales universidades del mundo ofrecen cursos sobre blockchain, según Coinbase.
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La academia puede brindar a Bitcoin reconocimiento y validación como tecnología.
En los últimos años ha aumentado la oferta de cursos sobre Bitcoin en las universidades, brindando así un espacio institucional para su estudio. Esta apertura académica puede revelar un cambio de pensamiento. Bitcoin pasa de ser una herramienta financiera marginada, a convertirse en una novedosa tecnología con mucho potencial.
La apertura no ha sido exclusiva de las universidades, sino también de entidades gubernamentales y sociales. En un mundo donde el cambio es una constante, y donde nuevos métodos de comunicación y gobernanza empiezan a fortalecerse, Bitcoin deja de ser una idea descabellada y se presenta como una propuesta interesante. Por si fuera poco, el interés por las tecnologías blockchains a nivel empresarial abre oportunidades de trabajo, llegando incluso a favorecer a aquellas personas con conocimiento en el ecosistema.
El panorama se presenta claro. Las tecnologías blockchains se han convertido en un tema de interés gubernamental, una fuente de trabajo y un aporte de importancia para el avance tecnológico en este siglo.
Este fenómeno no pasa desapercibido para las autoridades universitarias, quienes de una manera u otra deben incorporar nuevo conocimiento a su oferta educativa, a fin de no desactualizarse. De igual manera, cada vez son más los expertos en el ecosistema de las criptomonedas que participan en las universidades para brindar información fresca sobre esta tecnología.
Es así como la academia poco a poco empieza a participar en el desarrollo educativo de este sector. Según datos de Coinbase, 21 de las 50 principales universidades del mundo ofrecen cursos sobre criptomonedas.
Las universidades hispanas no se han quedado atrás, ya que instituciones mexicanas, chilenas, peruanas y venezolanas también brindan clases especializadas. La proliferación de centros para el estudio de Bitcoin a nivel universitario otorga reconocimiento y validación al ecosistema, mientras las autoridades y los estudiantes se mantienen al día con los nuevos adelantos.
Reconocimiento y validación
Bitcoin no nació en un laboratorio, ni en la oficina de un banco central o en el despacho de un grupo de académicos. Bitcoin nació bajo la directriz de una persona o grupo de personas que no sabemos bien quienes son o cómo colaboraron.
Es cierto que su desarrollo fue promovido por un grupo de intelectuales y expertos en criptografía, ya que en la lista de Cypherpunks hay muchos académicos. Sin embargo, hay algo en la creación de Bitcoin —en este mito que es Satoshi Nakamoto— que evoca un origen marginado y clandestino.
El creador de Bitcoin no tiene un rostro, ni siquiera un nombre real. Por si fuera poco, los primeros textos teóricos de esta tecnología, su Libro Blanco, fue publicado en un foro de Internet. Debido a ello, Bitcoin no está revestido por ese protocolo oficial típico del conocimiento universitario y los proyectos gubernamentales. No hay una reputación basada en el contenido, en el nombre o en la trayectoria de una persona, sino que esta tecnología ha tenido que labrarse su reconocimiento y validación gracias al desarrollo descentralizado de su comunidad.
Debido a lo anteriormente expuesto, no resulta extraño que a las tecnologías blockchains le haya costado tanto encajar en el mundo académico.
No obstante, terminó por lograrlo. La universidad es hoy en día una voz autorizada ante los ojos de la sociedad y ante la mayoría de los poderes gubernamentales. Lo que se discute dentro de estas instituciones es de interés nacional y contribuye al conocimiento universal humano. Debido a ello, no resulta poca cosa que un grupo cada vez mayor de universidades decidan reconocer a las tecnologías blockchain, validándolas ante la sociedad y valorándolas como merecedoras de estudio.
La universidad contribuye
La reputación de Bitcoin y las criptomonedas crece mientras más apoyo de las universidades recibe. Si una voz respetada nos dice que algo es bueno y merece su interés, entonces la mayoría considera que también es de interés. Por ejemplo, recientemente el Diccionario de Inglés de Oxford (OED), publicado por la prensa de la Universidad de Oxford en Reino Unido, agregó esta semana la palabra satoshi a su base de datos.
La institución no sólo ofrece una definición de la unidad mínima de BTC, sino también de la palabra blockchain, criptomoneda, minero y Bitcoin. Por si fuera poco, otro dato interesante es que el diccionario OED no modifica ni borra las definiciones introducidas a su base de datos, por lo cual la palabra satoshi quedará allí hasta la posteridad.
Aunque este tipo de noticias no pareciera tan importantes para la adopción y el crecimiento de Bitcoin, contribuyen enormemente para que el ecosistema sea tomado en serio. No se trata de una burbuja o una idea alocada, sino de una tecnología tan importante como para que la universidad de Oxford decida hablar sobre ella.
Más allá del reconocimiento, considero que las universidades pueden aportar un lugar en donde se congreguen personas interesadas en blockchain a pensar cómo desarrollar y mejorar su funcionamiento.
Las blockchains públicas como Bitcoin se han desarrollado de una manera impresionante con la colaboración de individuos de muy distintas partes del mundo. Sin embargo, creo estas tecnologías podrían acelerar su desarrollo con la financiación adecuada y con profesionales enfocados 100% en su desarrollo. La universidad puede convertirse en un centro de discusión que el día de mañana realice importantes aportes a la comunidad bitcoiner.
Descargo de responsabilidad: los puntos de vista y opiniones expresadas en este artículo pertenecen a su autor y no necesariamente reflejan aquellas de CriptoNoticias.