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La sociedad parece estar sumergida en una cultura de la aceptación o la resignación.
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Bitcoin resuelve el problema de ceder el control a terceros de confianza, a través de criptografía.
“Una versión puramente de igual-a-igual de dinero en efectivo electrónico permitirían que los pagos en línea sean enviados directamente de una parte a otra sin pasar por una institución financiera”.
White Paper de Bitcoin.
Las primeras palabras del White Paper (o Libro Blanco) de Bitcoin contienen en sí mismas una solución a un problema que tiende a ser invisible para la mayoría de las personas. El problema sobre quién es el propietario del dinero que usamos y cómo hemos cedido, como sociedad, su control a entidades que no representan más que sus propios intereses, debería preocuparnos hoy.
Sin embargo, por alguna razón, este no es un tema sobre el que la mayoría de las personas reflexione. Tengo la impresión de que predomina entre nosotros cierta cultura de la aceptación o la resignación (o incluso de la comodidad). Este es el maná de Estados e instituciones que alientan a las personas a ceder la responsabilidad sobre sus actos a terceros de confianza. A cambio, las personas pierden una cuota de poder que les permite a esas instituciones tener cierto control de sus vidas.
El hecho es que las personas no están, en su mayoría, dispuestas a prescindir de los bancos porque no quieren sacrificar la ilusión de seguridad, o la comodidad, que les venden sobre el manejo de su dinero.
Las entidades financieras de distinta índole (amalgamadas entre sí, los gobiernos y los Estados) imponen controles de identidad para el comercio en Internet, con el pretexto de la seguridad bancaria. Una seguridad que puede ser vulnerada.
El trasfondo de todo esto esconde, como un elefante adentro de la habitación, el mensaje de que la realización de las personas está en los supuestos beneficios que estas entidades ofrecen. Por ejemplo, préstamos que solo alimentan el endeudamiento de las personas, atándolos a un contrato que muchas veces no se puede terminar.
Si los bancos utilizan un sistema que no garantiza nunca que las transacciones de valor sean irreversibles (un problema del comercio en Internet que Bitcoin resuelve), no importa el tipo de contrato que alguien tenga con su banco.
Cualquiera que sea la cantidad de dinero que esté en una cuenta bancaria (sea un préstamo o ahorros), nada impide que quienes se creen los verdaderos propietarios de ese dinero (los bancos y los Estados) lo confisquen, lo congelen o lo transfieran a otros con cualquier pretexto.
Se necesita un sistema como Bitcoin
“Lo que se necesita es un sistema de pago electrónico basado en prueba criptográfica en lugar de confianza”.
White Paper de Bitcoin.
Bitcoin ofrece una alternativa, pero implica que cada uno de nosotros asuma la responsabilidad de sus actos, al menos en cuanto al uso del dinero. Y parece que ahí está la diferencia: quienes quieren ser responsables de sus actos, usarán bitcoin, que implica estudio y comprensión, y aquellos que no quieren responsabilidades cederán el control de su dinero a terceros de confianza sin pensarlo.
Sin control, la propiedad de ese dinero no es de quien lo deja en manos de otros. Al contrario, al no tener poder sobre su dinero, esa persona permite que, quien sea que tenga ese poder (el Estado o un banco), tenga al mismo tiempo poder sobre cualquiera que haya depositado su confianza en ellos.
Lamentablemente, no todo está construyéndose con esta mentalidad cuando hablamos de Bitcoin. Pareciera que el sistema establecido, a partir del dominio que ejercen los Estados y otras instituciones como los bancos, tiene distintas copias en el mundo de Bitcoin. Después de todo, bitcoin (BTC) es dinero. Y el dinero ejerce, a su vez, una atracción muy fuerte entre aquellos que se disputan el poder. Y algunos no tienen escrúpulos de ningún tipo.
Si las empresas controlan el dinero…
Paradójicamente, el uso de Bitcoin pareciera estar creciendo a través de empresas y desarrollos técnicos, que implican precisamente esa confianza en terceros. Quizá, porque es más fácil para las personas comprometerse con algo conocido.
Prueba de esto es el dominio de los exchanges en términos de volumen de intercambio con bitcoin. La gran mayoría de estas plataformas de compraventa de bitcoin no otorgan las llaves privadas a sus usuarios. Y la llave privada es lo único que garantiza que alguien es propietario de monedas de bitcoin.
Una moneda de bitcoin es en realidad una cadena de firmas criptográficas. La llave privada permite firmar esa cadena, como prueba de que alguien conoce «el secreto» para gastar o transferir la moneda a su próximo propietario, quien tendría otra llave privada como garantía de que sabe el nuevo secreto.
Si un exchange u otra plataforma no ofrecen la posibilidad de que alguien tenga las llaves privadas de sus monedas, no son sus monedas del todo. Al igual que los bancos, un exchange exige un tipo de contrato que le da ciertos derechos sobre esas monedas a su dueño y muchos más a la empresa.
Lo cierto es que algunos aspectos de Bitcoin pueden representar una barrera de entrada para nuevos usuarios, demasiado hundidos en la cultura de la confianza en terceros.
En otras palabras, la mediación, en el ámbito de Bitcoin, podría entenderse en muchos casos como una transición entre un mundo que requiere que cedamos el control y otro que requeriría que nos hiciéramos cargo.
Más allá de estas consideraciones, el hecho de que exista Bitcoin responde a una necesidad: separar el dinero del Estado. La independencia que proporciona Bitcoin es un paso hacia un tipo de libertad, que quienes manejan el poder no quieren que esté al alcance de alguien. Ahora tenemos esa alternativa.
Descargo de responsabilidad: Los puntos de vista y opiniones expresadas en este artículo pertenecen a su autor y no necesariamente reflejan aquellas de CriptoNoticias. La opinión del autor es a título informativo y en ninguna circunstancia constituye una recomendación de inversión ni asesoría financiera.