Hechos clave:
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El portafolio salvadoreño está en rojo, pero el dilema va más allá del precio de bitcoin.
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¿El fin justifica los medios? Eso me pregunto sobre bitcoin, Bukele y El Salvador.
«El fin justifica los medios» es un adagio con el que he antagonizado particularmente durante mi vida. No coincide con mi visión del mundo y de la sociedad que ciertas cosas que considero malas puedan transfigurarse en algo bueno bajo el lente de un «bien mayor».
Por eso, comenzaré este artículo aclarando que lo que viene a continuación no es un ataque a Bitcoin (el bien mayor), que es ciertamente una herramienta visionaria. La misma que muchos de nosotros creemos con la capacidad de cambiar al mundo que conocemos.
Tampoco se trata de una apología a los argumentos de «inseguridad» que los detractores de la criptomoneda esgrimen en torno a la volatilidad en el mercado. Incluso, no será un enfilamiento de armas contra el presidente de El Salvador, Nayib Bukele. Lo que sí haremos es cuestionar ciertas cosas. Porque –coincido con mi compañera Andrea– para complacer no es que estamos.
Esto es, en resumen, un ejercicio reflexivo en torno a problemas que enfrentan todos los países del mundo (la gobernabilidad, el manejo del dinero público y la capacidad de interpelar a sus gobernantes). Solo que, en esta ocasión, los elementos involucrados son bitcoin, sus defensores y detractores, y el propio Bukele.
Hace apenas unos días, una noticia que tuve la tarea de redactar fue recibida con cierta agresividad en redes sociales: «no puedes hablar de pérdidas si no vende», fue de las palabras más amables que recibió mi texto sobre el balance rojo que mantiene el portafolio de bitcoins comprados por Bukele en El Salvador. Esto es un hecho, con el promedio de precio de compra cercano a los 48.000 dólares y la moneda, ahora mismo, por debajo de los 40.000 en el mercado. El plan de inversión de Bukele, a día de hoy, está en números negativos. ¿Está mal que eso se informe?
Hubo quienes cuestionaron, entonces, que no se puede hablar de pérdidas si los BTC no son vendidos, mientras preguntaban si, cuando bitcoin suba, también diremos que Bukele está en ganancias. No solo lo haremos en el futuro, sino que ya lo hemos hecho en el pasado.
El problema con esa visión es que, si no podemos hablar de pérdidas, entonces tampoco de ganancias. A menos que ellos sepan de alguna venta realizada por el presidente en una subida de precio, de la que nadie más tenga conocimiento. ¿Será ese el caso? ¿O es que para las subidas sí comparamos a bitcoin con el dinero fíat y para las bajadas se maneja otro concepto? No podemos tener todo de ambos mundos: o «bitcoin to the moon» o «1 BTC = 1 BTC». De lo contrario, suena a un manejo muy conveniente de la narrativa.
Bitcoin (tampoco) justifica los medios
Ahora, el asunto realmente en cuestión va más allá del precio actual o el color que el gráfico les imponga circunstancialmente a las compras de Bukele. Esto es un asunto de aproximación y manejo del dinero público: la inversión parece arbitraria, al antojo de una persona, y eso no gusta ni debe gustar a muchas personas. Y esas personas son salvadoreñas, con el suficiente derecho de cuestionar los pasos que dé su mandatario con el dinero de la nación. No a todos les gusta pensar que su gobernante maneje el dinero como un «ludópata macroeconómico», en palabras de una tuitera local.
Bukele dice vía Twitter que quizá se perdió la bajada (no pudo comprar en su momento), pero luego a las pocas horas informa que no, que compró cuando cayó un poquito más el precio. ¿Hubo acaso un proceso de aprobación para ese gasto en ese corto período? ¿Tiene suficiente poder para apretar un botoncito y gastar 15 millones de dólares, así como así? ¿Unos que no le pertenecen a él como individuo? Hay quienes parecen creer que sí.
Y aunque esos que creen que sí son mayoritariamente partidarios de Bukele, también el mandatario parece haberse ganado un salvoconducto entre los bitcoiners que lo ven como un visionario por la incorporación de bitcoin a la economía salvadoreña. No parecen cuestionarse el uso de monederos custodios, con los cuales el control de las monedas queda delegado en empresas no solo externas al Estado, sino además extranjeras.
¿Y si esto lo hiciera un presidente que fuera menos de su agrado? ¿Y si no estuviéramos hablando del bromista «dictador más cool del mundo mundial»? ¿Justificarían esas acciones en nombre del carácter visionario de sus medidas? No podemos usar a Bitcoin como excusa para todo.
Tampoco parece molestar, o al menos incomodar, el hecho de que las herramientas creadas por el gobierno para el manejo de bitcoin entre su población tengan tantas fallas reportadas o sirvan como medio para un mayor control gubernamental sobre el manejo financiero de los salvadoreños. Incluso, ¿no habíamos quedado en que Bitcoin era propiedad privada y autosoberana? ¿Dónde queda eso con Bukele usando dinero nacional de esa manera?
La matemática de estas personas parece muy sencilla: «el bitcoin justifica los medios».
«Hay que poner en perspectiva las cifras»
Conversando sobre esta polémica con un amigo bitcoiner, surgió un argumento que me sonó particularmente extraño: «hay que poner en perspectiva las cifras, tampoco es que está perdiendo miles de millones», fue grosso modo lo que me dijo.
De acuerdo: ahora mismo no están en juego cifras como para quebrar a El Salvador con el «experimento Bitcoin». Pero negar que hay un alto riesgo en esa apuesta es contradecir la máxima de entrar con dinero que no vayas a necesitar porque, spoiler alert, con el mercado siempre hay riesgo. ¿No importan los 86 millones de dólares que al parecer se han invertido hasta ahora?
Me pregunto: ¿hay diferencia entre comprometer 1 millón o 10 millones del presupuesto público? ¿Se es más o menos responsable porque la cifra sea mayor o menor? Me gustaría pensar que la responsabilidad está marcada por otras cosas, como la capacidad de responder por las acciones que se toma en nombre de un bien mayor.
Y este es otro de los principales problemas que yo veo con la gestión que está haciendo Bukele en torno a la inversión en BTC: hay que confiar plenamente en su palabra, cuando por defecto Bitcoin brinda en sí misma la transparencia que una población demanda de sus gobernantes.
Con una dirección pública, que cualquiera podría auditar a través de un explorador de bloques, se confirmaría si El Salvador tiene, en efecto, los 1.801 bitcoins que presuntamente ha comprado Bukele. Tanta es la oscuridad sobre las operaciones con la criptomoneda, que la comunidad entera se ha preguntado dónde están los BTC de El Salvador.
¿Quiere Bukele al Bitcoin-herramienta pública, abierta y auditable o más bien el Bitcoin-casino en que muchos parecen haberlo convertido? La narrativa es que se trata de una apuesta por bitcoin como reserva de valor e inversión a largo plazo. ¿Pero es la apuesta de quién? ¿De El Salvador o de Bukele?
Si quiere realmente la herramienta, si 1 BTC es 1 BTC, entonces va por el camino equivocado: entregando la custodia de las reservas a empresas foráneas que bien podrían bloquear los fondos ante, por ejemplo, una sanción del gobierno estadounidense. Por ahora, la postura parece enfocada en el «number go up» o el sesgo alcista de bitcoin en moneda fíat. ¿Eso es todo lo que ofrece bitcoin a los salvadoreños?
Descargo de responsabilidad: Los puntos de vista y opiniones expresadas en este artículo pertenecen a su autor y no necesariamente reflejan aquellas de CriptoNoticias. La opinión del autor es a título informativo y en ninguna circunstancia constituye una recomendación de inversión ni asesoría financiera.