Durante las últimas semanas la cadena de bloques Ethereum ha sufrido un incremento de la dificultad para resolver los problemas computacionales que permiten procesar las transacciones. Los acontecimientos ligados a este método de trabajo han generado dudas en la comunidad Ethereum, por lo que resulta necesario describir cuál es el funcionamiento de la red en este punto de su propia evolución.
El equipo de desarrolladores de Ethereum propuso en la más reciente actualización de su hoja de ruta, publicada tan solo unos meses atrás, que las sucesivas actualizaciones del software que mejorarán la red dependen en gran medida de un ajuste brusco y progresivo de la bomba de dificultad. Sin embargo, debido a que este ajuste tomó por sorpresa a muchos, se propuso un mecanismo atenuante: esto se tradujo en una disminución del tiempo en que los bloques se iban agregando a la cadena.
A mediados de junio, la tasa de incremento en la dificultad para resolver los problemas computacionales que permiten procesar datos en la cadena de bloques tuvo como resultado un tiempo de generación de bloque de 17,49 segundos. Esto quiere decir que un bloque era agregado a la cadena principal en dicho periodo de tiempo, significativamente más prolongado que los 12 segundos con los cuales había trabajado la cadena de bloques anteriormente. El equipo de Ethereum propuso una solución para que ese tiempo disminuyera a un promedio de 15 segundos entre cada bloque agregado, con lo cual aseguran que tendrán más tiempo para el desarrollo del proyecto Serenity. Es decir, más tiempo para ajustar los mecanismos de consenso en la cadena de bloques. Recordemos que Ethereum está desarrollando actualizaciones de software en fases sucesivas: la primera fase se denomina Metropolis, y será implementada a finales de septiembre, la siguiente fase será Serenity.
Los datos que generan los monitores de Ethereum indican que en enero de 2017 la dificultad para minar Ethereum se ubicaba en 100 Th/s, lo que equivale a 100 billones de cálculos por segundo que la computadora debe resolver para poder realizar el proceso de agregar bloques a la cadena. Más tarde, en abril, el mismo gráfico señalaba que la dificultad ascendió a 242 Th/s, una cifra que ha convertido el camino de los mineros en un recorrido accidentado. Sin embargo, el pasado 30 de agosto la dificultad se ubicó en 2.231, 150 Th/s, un incremento del 1.000% con respecto a abril.
En este sentido, la función de la bomba de dificultad es llevar a la red a un punto de no retorno en cuanto a cómo se realiza el consenso en la blockchain. Básicamente, la bomba de dificultad es un sistema que calcula un incremento de aproximadamente el 15% de la dificultad en periodos de tiempo muy cortos, fijado ya en el algoritmo de Ethereum, cuyo propósito es hacer imposible, en cierto momento, que el proceso de añadir datos y verificar transacciones se siga realizando a través de una Prueba de Trabajo (PoW). La hoja de ruta de Ethereum propone eliminar la dependencia que posee la cadena de bloques de la Prueba de Trabajo, que es el método convencional de procesamiento de datos y de consenso de redes como Bitcoin.
El objetivo detrás de este incremento es cambiar método de procesamiento de datos a un método denominado Prueba de Participación (Proof-of-Stake). Aunque resulta poco probable que este cambio ocurra de manera inmediata. De hecho, Vitalik Buterin, el creador de Ethereum, ha sugerido que el cambio ocurrirá paulatinamente. Incluso es posible que una primera etapa de este cambio podría comenzar a implementarse con la llegada de Casper, una actualización del protocolo de Ethereum fijada en su hoja de ruta.
Ethereum difficulty adjustment, and how it reacts to various network stresses. pic.twitter.com/RRqrj2FexC
— Vitalik Buterin (@VitalikButerin) 26 de agosto de 2017
Al contrario de lo que ocurre en la cadena de bloques que utilizan Pruebas de Trabajo para proteger la red, la Prueba de Participación no necesita que los mineros demuestren que están colocando una cuota de poder de procesamiento para realizar el proceso de añadir bloques, sino que deben demostrar que poseen cierta cantidad de ethers al mismo tiempo que participan en un mecanismo de consenso que verifica la autenticidad y seguridad de cada transacción. El resultado evidente de este cambio será una disminución drástica en la relación entre poder de procesamiento y consumo de energía. El método del Trabajo de Participación implicaría menos gastos de recursos eléctricos.
Pero, ¿qué ocurrirá si la bomba de dificultad hace imposible la minería? Todavía no se ha definido en qué punto la dificultad de minar Ethereum se volverá insostenible para los mineros.
Hay un plan que retrasa el desarrollo de la bomba de dificultad por otros 18 meses, un tiempo demasiado largo para mineros impacientes que no sólo ven los contratiempos de utilizar sus hardware para cumplir una tarea titánica, sino que se enfrentan a la anunciada disminución de las recompensa de la red, de 5 ETH a 3 ETH, una vez que Metropolis esté implementado como consecuencia de la próxima bifurcación de Ethereum.
A pesar de las medidas tomadas con respecto a la capacidad que tendrán los mineros de seguir emitiendo ethers a través de la Prueba de Trabajo, Ethereum se mantiene de manera sólida en el segundo lugar del mercado de criptomonedas. Esto quiere decir que Ethereum, que hasta cierto punto ha sido un protocolo manejado como una compañía, ha basado la confianza de sus usuarios e inversionistas en algo más que la especulación del precio. Buena parte de la confianza en Ethereum proviene de las alianzas y el tipo de estrategias de desarrollo que implementan. Podría decirse que el ether es una de las primeras criptomonedas de carácter fiduciario, debido a que su valor depende en buena medida de esa confianza.