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Los atributos de Bitcoin pueden convertirlo en una inversión de valor ante una crisis financiera.
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Para algunos analistas su comportamiento en un escenario de crisis económica sigue siendo incierto.
A raíz del desplome de la mayoría de las bolsas de valores de todo el mundo, este 5 de agosto ha sido calificado como un “lunes negro”.
El calificativo responde a la serie de hechos que se han desencadenado en esta última semana a nivel financiero, ante los indicadores publicados recientemente que muestran que Estados Unidos, una de las principales economías del mundo, probablemente entre en recesión.
Para la mayoría de los analistas, todas estas señales que apuntan a que la situación de EE. UU. -con un probable aumento del desempleo y baja en el comercio manufacturero- tendrá un efecto dominó. Ello llevaría a una inminente recesión mundial, una situación en la que las economías de las principales potencias globales también experimentarían una fuerte contracción. Ya hay indicios de ello en Alemania y también en Japón.
Todo ello ha generado lo que se conoce como «pánico bursátil«, ante lo cual también cae el precio de bitcoin (BTC). El miedo se viraliza entre los inversionistas de todos los mercados, en un escenario donde las criptomonedas son, relativamente, nuevos participantes en las finanzas mundiales.
A pesar de que la moneda creada por Satoshi Nakamoto ha superado varios períodos de incertidumbre económica, la posibilidad de una recesión global presenta un escenario nuevo y complejo. Según los analistas, aunque se considera que BTC ha alcanzado un grado de madurez como activo, su comportamiento en tiempos de crisis continúa siendo impredecible. Por lo tanto, surge la interrogante sobre cuál será el papel de bitcoin en esta potencial crisis.
No obstante, para entender un poco cuál sería ese papel, la mayoría de los analistas creen que es necesario tomar en cuenta la relación que ha tenido bitcoin con tres indicadores clave: correlación con los mercados tradicionales, inflación y altas tasas de interés, y los conflictos mundiales.
El declive de los mercados y el «efecto contagio»
Entre los principales indicadores que apuntan a un colapso financiero se halla la caída que están experimentando la mayoría de los mercados financieros en todo el mundo.
Tal como apuntan los noticieros, en España -al igual que en el resto de Europa- el principal índice de la Bolsa cayó en un rango de 3%. Nasdaq tuvo una baja del 6,2% y el S&P 500 retrocedió un 4%. Algo semejante pasó con la bolsa de Japón, que cayó un 12,4% (su mayor desplome desde 1987). Mientras la bolsa de Corea del Sur también muestra números en baja.
El fenómeno parece haberse viralizado en todas las bolsas, arrastrando consigo a las empresas de tecnología. El ejemplo bandera del colapso es Intel -el fabricante de chips más grandes del planeta- cuyas acciones esta semana cayeron un 30%, generando una reacción en cadena.
Se trata de colapsos en serie que terminaron afectando al mercado de bitcoin. Es una situación que para expertos como Torsten Slok, economista jefe de la firma de análisis Apollo, tiene que ver con «el efecto contagio«. Esto a razón del miedo que sienten los inversionistas ante el desplome de la mayoría de los mercados.
Sucede así ahora, como en ocasiones anteriores, cuando BTC ha experimentado caídas significativas debido a noticias negativas.
Pero más allá de ese efecto emocional, conocido en el ecosistema como FUD (del inglés, Fear, Uncertainty and Doubt, en español miedo, incertidumbre y duda), «se debe tener en cuenta que la correlación entre bitcoin y estos mercados tradicionales por lo general tiende a no ser muy alta«, tal como señala un análisis del medio chino especializado en criptomonedas Odaily. Esto significa que su rendimiento no suele estar influenciado por los mismos factores del mercado.
Vale citar al respecto que aunque la integración de las criptomonedas en el sistema financiero tradicional ha venido aumentando su correlación, sobre todo a través de los fondos cotizados en bolsa (ETF), muchas de las propiedades intrínsecas a la red de Bitcoin ayudan a que esa influencia no sea determinante.
En este punto, es importante tener en cuenta que Bitcoin es un sistema financiero que no depende de las decisiones políticas o económicas de ningún Estado, teniendo independencia de los bancos centrales. Tal hecho se convierte en un plus para la moneda, ya que en contextos de grandes crisis financieras las medidas gubernamentales suelen aumentar el riesgo de pérdidas en los mercados bursátiles totalmente dominados por regulaciones estatales.
En ese sentido, también hay que recordar que el índice de correlación entre bitcoin y mercados financieros tradicionales es un indicador no estático, que cambia en función de las circunstancias económicas y políticas. Es así porque los factores que influyen en la correlación, como la regulación, la adopción y las condiciones del mercado, suelen ser dinámicos.
Aumenta la volatilidad de las monedas fíat
La narrativa que ha llevado a Bitcoin a jugar un rol más importante en las finanzas tiene que ver con los cambios de percepción. La moneda digital ha sido tradicionalmente vista como activo de riesgo (al igual que las acciones), pero también se considera como un activo de refugio. Dos calificativos entre los cuales oscila.
Se sabe que cuando los inversionistas se vuelven más adversos al riesgo, tienden a deshacerse de activos de riesgo, para comprar activos más seguros. En esta dinámica, los defensores de BTC llaman la atención sobre el hecho de que BTC es, cada vez más, visto como refugio seguro, en medio de estos escenarios de crisis financiera.
Vale resaltar aquí el contraste de esta tendencia con lo que le sucede a las monedas fíat, cuya volatilidad aumenta en tiempos de crisis haciendo que la gente se aleje de ellas. Se inserta en esta lista el dólar estadounidense, expuesto ahora a dudas sobre su fortaleza, en medio de una probable recesión.
Como muestra se hallan los casos de países inmersos en crisis económicas, donde las personas acuden a las criptomonedas para conservar sus ahorros. Ejemplos como el de Argentina, Turquía o Nigeria abundan.
La moneda de Satoshi Nakamoto emerge entonces como un importante activo de resguardo de valor, mientras se teme que los gobiernos acudan a la impresión de dinero inorgánico como solución a la crisis.
De esta forma, si los gobiernos acuden a sus tradicionales medidas, incluyendo el aumento de la emisión monetaria y alza de las tasas de interés, lo que queda esperar es más inflación y por ende, devaluación.
Una situación que contrasta con el sistema en el que se basa Bitcoin, donde la emisión es limitada y se recurre a la deflación. Es por ello que BTC, a pesar de su volatilidad a corto plazo, se revaloriza a largo plazo. Por tanto, ante la posibilidad de una recesión global, es probable que aumente la compra de bitcoin y, por ende, su precio, ya que los inversionistas podrían buscar este activo digital como un refugio seguro.
Ya son muchos los inversionistas que tienen claro este hecho, y por eso aprovechan las caídas para comprar y esperar la suba. En consecuencia, ante las alarmas de recesión y tras superar un shock inicial, se espera un aumento de la compra de bitcoins en Estados Unidos, a medida que muchos entienden y equiparan a la moneda con el oro, tildándola como «oro digital.
Ya lo muestra la pirámide de Exter, un modelo desarrollado por quien fuera vicepresidente del Banco de la Reserva Federal de Nueva York, John Exter, que propone una organización de los activos financieros según el riesgo y su correspondiente liquidez.
Como se ve en la figura, la pirámide de Exter se ensancha a medida que se acerca a la cima, la parte superior representan los activos más riesgosos que a menudo están ligados a las garantías, por lo que la oferta puede expandirse mucho más rápidamente que aquellos que requieren un respaldo tangible (como el oro).
En este caso, si la demanda de Bitcoin es impulsada por su liquidez y su utilidad como un producto de fácil trazabilidad, entonces se pudiese ubicar más hacia la base de la pirámide. De esta forma, la criptomoneda pionera se ubica casi de primera en la lista entre las principales opciones para resguardarse de los efectos de esta situación financiera.
Por el contrario, si la mayoría de los titulares de bitcoin operan solo a modo especulativo a corto plazo, BTC sería visto como una herramienta de negociación más que otra cosa, ubicándose en la cima de la pirámide.
Las repercusiones de la crisis geopolítica
De cara al escenario político, la caída del mercado también demuestra que bitcoin no está exento de lo que ocurre a nivel mundial y con el posible estallido de conflicto armado entre Irán e Israel, es lógico que los mercados se vuelvan más cautelosos.
Para el analista de mercado Santino Cripto esto es necesario ya que limpia el mercado de inversiones minoristas de corto plazo, toda vez que este tipo de inversionista se ve obligado a limitar sus compras debido al miedo. No obstante, hay experiencias previas que muestran como tras el temor inicial, surge la recuperación.
Ejemplos de caídas anteriores hay varios. En 2020, la pandemia del coronavirus provocó una fuerte caída en el precio de bitcoin. A pesar de ello el precio se recuperó y siguió subiendo. En 2022, la guerra entre Rusia y Ucrania tuvo un impacto similar. Más recientemente, los conflictos en Medio Oriente, como el de Israel y Gaza, también afectaron su valor. En medio de todo esto la cotización cae, pero luego avanza.
A lo anterior se añaden otros eventos que aún pueden afectar positivamente a Bitcoin, aun cuando algunos señalan que el mercado alcista se pueden detener en el actual contexto. Uno de los eventos políticos es la elección presidencial de EE. UU.
Todo índica que de salir electo el candidato republicano Donald Trump -ahora declarado defensor de las criptomonedas- aún es posible ver a bitcoin llegando a nuevos máximos. Los indicadores en general apuntan la capacidad de la moneda para superar otra prueba de fuego.