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El país cambió la tasa de cambio oficial de 1.500 a 15.000 libras por dólar.
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La decisión habría sido tomada para ceñirse a las reformas económicas exigidas por el FMI.
El Banco Central del Líbano decidió ayer fijar el tipo de cambio de su moneda nacional, a una tasa oficial de 15.000 libras por dólar estadounidense, dejando atrás la tasa de 1.500 que se había mantenido durante 25 años. De esta manera, la nación ha sufrido una depreciación de su dinero fíat en más del 90%, en medio de una profunda crisis económica.
La tasa de cambio oficial de 15.000 libras por dólar estadounidense aún está muy por debajo de la establecida en el mercado negro o paralelo, donde la moneda nacional estaba cambiando de manos ayer por unos 57.000 libras por dólar, según lo reportado por medios locales.
El nuevo cambio oficial se aplicará a los bancos, lo que conduciría a una disminución en el patrimonio de las instituciones en medio de una profunda crisis económica que ya lleva más de 3 años.
Los analistas esperan que la medida tenga menos impacto en la economía en general, que está cada vez más dolarizada y donde la mayoría de las operaciones se realizan de acuerdo con la tasa del mercado paralelo.
En definitiva, la libra libanesa se ha desplomado desde que el país entró en crisis financiera en 2019, perdiendo más del 97% de su valor frente al dólar en el mercado negro de divisas. Sin embargo, el país tiene múltiples tipos de cambio que rigen en diversos sectores económicos, como, por ejemplo, aranceles aduaneros, salarios del sector público y precios del combustible, entre otros.
Una tasa de cambio supeditada a decisiones del FMI
La decisión de adoptar una nueva tasa de cambio oficial de 15.000 libras por dólar, aparentemente habría sido tomada en el Líbano para ceñirse a la implementación de reformas económicas exigidas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) para otorgar un préstamo.
La unificación de los tipos de cambio es uno de los requisitos contemplados por el FMI en un acuerdo previo sostenido con el gobierno del Líbano para que el organismo internacional otorgue un crédito de USD 3.000 millones.
El llamado “rescate financiero” es visto por las instituciones de gobierno del Líbano como única alternativa para que el país pueda enfrentar lo que el Banco Mundial ha calificado como “una de las peores crisis económicas del mundo en los últimos 150 años”.
Durante esta crisis la libra libanesa comenzó a desplomarse y posteriormente, en un esfuerzo por evitar el escape de capitales, se desarrolló un estricto control cambiario. Incluso, los bancos colapsaron, dejando a la mayoría de la población sin sus ahorros.
En medio de la desesperación, algunas personas entraron armadas a las instituciones financieras para exigir el retiro de su propio dinero, tal como lo reportó CriptoNoticias en su momento.
La devaluación de la libra del Líbano: una muestra para El Salvador
Lo que ocurre actualmente en el Líbano puede ser tomado como ejemplo para mostrar lo que pudo haber ocurrido en El Salvador si el país se hubiese centrado en el financiamiento del FMI.
El año pasado el directorio del FMI advirtió al gobierno de Nayib Bukele por la adopción de bitcoin (BTC) como moneda de curso legal. Sin embargo, el gobernante salvadoreño ha hecho caso omiso a estos llamados del organismo internacional.
Representantes de El Salvador incluso ha dicho que bitcoin seguirá siendo moneda de circulación legal en el país, aun cuando tal decisión mantenga estancadas las negociaciones en torno a un préstamo de USD 1.300 millones solicitado para sostener el crecimiento económico de los últimos años.
Como lo revela lo que está sucediendo en el Líbano, el FMI dicta una política monetaria, bajo un estricto esquema de control o centralización, cuyo objetivo es preservar el sistema financiero tradicional que el mundo ya conoce. De allí su rechazo a bitcoin, ya que este ecosistema surgió en respuesta y como alternativa para combatir los problemas creados del control que mantienen los gobiernos sobre el dinero.
La política del FMI y de otros organismos, como el Banco Mundial, es que cuando los Estados caen en crisis económica, cumple con su rol de “auxiliarlos con rescates”, financieros.
En un análisis publicado en el año 2021, varios economistas catalogaron al FMI como un “bombero de la crisis financiera” del mundo, en el que confían los países miembros para hacer frente a la deuda soberana paralizante y evitar que el contagio se propague por todo el sistema financiero mundial.
Para 1990 y el final de la Guerra Fría, el FMI había otorgado créditos a países de África, América Latina, Asia y el Medio Oriente, afectando a lo que entonces eran dos tercios de la población mundial. Muchas de estas naciones han recibidos nuevos “rescates” a lo largo de los años, pero ninguna de sus economías ha superado la crisis.
El resultado es que el FMI presta miles de millones de dólares a países en crisis a cambio de lo que se conoce como ajuste estructural. Bajo esta fórmula los prestatarios no solo tienen que devolver el capital más los intereses, sino que también tienen que aceptar cambiar sus economías de acuerdo con las demandas de los organismos internacionales.
Aparentemente estos organismos fueron diseñados para fomentar el crecimiento económico sostenible, promover mejores niveles de vida y reducir la pobreza. Pero en la práctica no está demostrado que los préstamos que otorga el FMI son para “salvar” a un país de la bancarrota, sino para permitirle pagar su deuda con aún más deuda, un círculo del que seguramente jamás podrá salir.
Bonos bitcoin de El Salvador, un modelo de autofinanciamiento para el mundo
En su libro “La Trampa de la Deuda”, la escritora Cheryl Payer señala que “el objetivo del FMI es sobornar a los gobiernos para evitar que realicen los cambios económicos que los harían más independientes y autosuficientes”, una línea con la que aparentemente quiere romper El Salvador.
El país centroamericano ha demostrado que quiere tomar un camino distinto y está observando que con bitcoin puede tener acceso a un mercado paralelo de deuda y financiamiento basado en la pionera de las criptomonedas. De hecho, la nación ya cuenta con un marco legal para la emisión de bonos volcán basados en bitcoin.
Con ello, se ha trazado el objetivo de recaudar USD 1.000 millones que utilizará para ampliar su tenencia de BTC, desarrollar su infraestructura minera y financiar la construcción de la Bitcoin City.
Significa que, de lograrlo, su modelo de auto financiamiento, basado en bitcoin, quedará como ejemplo para que otras naciones adopten políticas similares que les permitan impulsar sus economías. Esto sin tener que depender de organismos que impulsan la narrativa oficial de que fueron diseñados para “fomentar el crecimiento económico sostenible, promover mejores niveles de vida y reducir la pobreza”, cuando en realidad nada de ello está realmente comprobado.