Hechos clave:
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Fernández afirma que es necesario “alertar de los riesgos” de las criptomonedas.
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El superintendente ligó el uso de criptoactivos a las actividades ilícitas.
Las autoridades monetarias de la República Dominicana no están de acuerdo con que bitcoin (BTC) y las criptomonedas “pretendan reemplazar” al dinero fíat de ese país, el peso dominicano, reforzando así el talante tradicional de la economía de ese lugar.
En un podcast, el superintendente de bancos de República Dominicana, Alejandro Fernández, enfatizó que los criptoactivos no son monedas y no tienen curso legal en ese país. Además, se encargó de pedir “prudencia” a quienes usan estos activos digitales.
“Yo diría que en términos formales o más explícitos, hay un llamado digamos a la prudencia, hay un llamado a que, bueno, ciertamente son nuevas tecnologías, es algo que es sumamente Interesante, pero no nos confundamos. No es lo mismo que una moneda. Para ser una moneda (…) tiene que contar con ciertas características que en este caso los criptoactivos, ni siquiera el bitcoin, gozan de ellos”.
Alejandro Fernández, Superintendente de bancos de República Dominicana.
Entre esas características está la de ser un activo estable, algo con lo que no cuentan bitcoin y las criptomonedas ya que su cotización frente a otras divisas se establece con base en la oferta y la demanda, por lo que varían constantemente. Así que se debe “alertar acerca de los riesgos” de los criptoactivos, como la volatilidad, según Fernández.
El superintendente, sin embargo, no mencionó que la política monetaria de República Dominicana se basa, como en otras economías, en la emisión de dinero. Es la Junta Monetaria del Banco Central el ente emisor del peso dominicano, y, por lo tanto, es el que se encarga de su control y supervisión. Esto implica que la estabilidad y salud económica de la isla quisqueyana esté en manos de su propia institución estatal.
Esto es contrario a bitcoin, cuya política monetaria es totalmente descentralizada y basada en la emisión finita de BTC. Por su caracteristica inviolable, no hay ente, gobierno, institución o banco central que pueda tomar decisiones sobre la economía de bitcoin. Esta ya fue fijada hace casi 16 años por Satoshi Nakamoto.
El también analista indica que, en la percepción de la Junta Monetaria del Banco Central de la República Dominicana (de la cual Fernández es parte), no están de acuerdo con el pensamiento de que bitcoin y las criptomonedas pueden ser un reemplazo para el peso dominicano.
“No nos parece a nosotros como autoridades que alguien venga y pretenda que cualquier invento de algoritmo tecnológico pueda ahora sustituir lo que es el rol del peso dominicano”, señaló Fernández, quien luego insistió en que el sentimiento general de las autoridades dominicanas en torno a las criptomonedas “es de prudencia”.
“Es de observar, ir viendo cómo va evolucionando esto, cómo podemos ir avanzando en otros aspectos del mundo digital o de la tecnología, de cómo lo podemos ir facilitando o habilitando”, señaló el superintendente, quien no señaló que Bitcoin es una red descentralizada que no amerita de permisos o autorizaciones de gobiernos y bancos centrales para operar libremente.
La postura de Fernández, de querer controlar el acceso a bitcoin y los criptoactivos, ya se ha visto en otros países del mundo, donde se ha intentado -sin éxito- frenar el auge del ecosistema de las criptomonedas. El ejemplo más gráfico es China, donde a pesar de la prohibición, el sector de Bitcoin sigue teniendo influencia.
“El mundo de la criminalidad”
En su narrativa, Alejandro Fernández ligó las criptomonedas a las actividades ilícitas, tal como han hecho en el pasado diversas autoridades financieras del planeta. Según este funcionario del gobierno, estos activos digitales tienen protagonismo “en el mundo de la criminalidad”.
“Donde muchas de estas monedas justamente se proyectan como no reguladas y de que no hay un ente estatal detrás de ellas, y que, por lo tanto, estamos en este mundo de libertad absoluta”.
Como autoridad, cree que la libertad absoluta “se puede abusar” y que parte de esos mecanismos de abuso son las criptomonedas porque “facilitan el pago de actividades ilícitas, como narcotráfico, corrupción o ciberataques”.
“Parte de lo que el cibermundo te está vendiendo es ese tema del absoluto secreto y de absoluta libertad con la que vas a poder utilizar tus recursos”, recrimina.
Ahora bien, el funcionario no mencionó que los criminales siguen prefiriendo el dinero fíat, como el peso dominicano o el dólar estadounidense, como pago por sus fechorías. Ello, recordando que hay activos como bitcoin que permiten el uso de seudónimos a sus usuarios. Esto quiere decir que es posible trazar alguna transacción realizada en la red Bitcoin, a diferencia, por ejemplo, de una negociación ilegal realizada con pesos en efectivo.
Además, firmas especializadas en la trazabilidad de las operaciones con criptomonedas, como Chainalysis, aseguran que los delitos con criptomonedas han caído sostenidamente. Algo que se convalida con lo que dice el propio gobierno de los Estados Unidos, que reconoce que los criminales mantienen preferencia por las monedas nacionales.
Los comentarios del superintendente de bancos de República Dominicana en torno a las criptomonedas se dan en medio de un auge del ecosistema en ese país. Como informó CriptoNoticias recientemente, más de 40 locales comerciales de la isla quisqueyana ya aceptan criptoactivos como medio de pago.
A esto se suma que la comunidad de bitcoin en República Dominicana está creciendo cada vez más, sobre todo de la mano de instituciones como Bitcoin Dominicana, dedicadas a la promoción del activo digital más grande del mundo.
Aunque Fernández señala una postura de prudencia hacia bitcoin y las criptomonedas, no consideró que la propia población de República Dominicana se ha beneficiado de este sector. Es el caso de una residente de Punta Cana, que recibe, a través de Bitcoin Dominicana, los pesos que necesita para costear su tratamiento médico. Su hija, quien vive en Venezuela, envía bitcoin a esa organización y ellos se encargan de hacer la conversión.