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Años de investigaciones sobre la identidad de Satoshi han fracasado.
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Incluso las pruebas más contundentes dejan espacio para la duda.
“Preferiría no hacerlo”.
Bartleby, el escribiente, de Herman Melville
La identidad de Satoshi Nakamoto puede ser calificada como el mayor misterio contemporáneo. A 15 años del lanzamiento de Bitcoin y tras múltiples investigaciones fallidas para revelar a la persona tras el pseudónimo, es posible afirmar que este secreto permanecerá por siempre como un enigma.
Resolver el misterio de Satoshi Nakamoto solo atiende a dos propósitos: introducirlo dentro de la sociedad del espectáculo para hurgar en su cabeza o en su vida personal, sea como desarrollador/economista merecedor de premio Nóbel, o como una de las personas más millonarias del mundo. En segundo lugar, y en consecuencia de lo anterior, colocarlo como objetivo para extorsión o robo, sea a manos del Estado o de criminales extralegales.
Ninguno de estos propósitos tiene ninguna utilidad. Saber quién es Satoshi Nakamoto no modifica la tecnología Bitcoin. Pero sí puede afectar el llamado layer 0 de Bitcoin: la capa social.
Sabemos que Satoshi desapareció poco después de que Wikileaks comenzara a aceptar donaciones en BTC. Él mismo reconoció el peligro que la atención mediática imponía sobre el proyecto, más aún a tan temprana edad de Bitcoin.
Si bien han pasado muchos años desde entonces y Bitcoin ha logrado sobrevivir todos los ataques de los que ha sido presa, la ausencia de un rostro reconocible que sirviera como chivo expiatorio ha sido una condición indispensable para la pervivencia de Bitcoin. Probablemente, si Satoshi no hubiera desaparecido, se habría conseguido alguna excusa para que tuviera un destino similar a Ross Ulbricht, o los desarrolladores de Samourai Wallet o Tornado Cash.
Aparte del obvio riesgo personal, se encuentra el riesgo de feligresía: que las personas terminen asumiendo su palabra como santa en lo que respecte al rumbo que debe seguir el desarrollo de Bitcoin. Tenemos un ejemplo de ello en aquellos que cayeron en la farsa de Craig Wright.
¿Existe una prueba irrefutable de la identidad de Satoshi?
De cualquier manera, y tal como los años de esfuerzo que empleó Wright intentando convencer a las personas de que él era Satoshi, dar con una prueba irrefutable que ligue el seudónimo Satoshi Nakamoto con una persona física es muy difícil, si no imposible.
Satoshi Nakamoto podría estar tanto muerto como vivo. Entre los candidatos fallecidos destacan Hal Finney y Len Sassaman, mientras que, entre los vivos, persisten los nombre de Nick Szabo, Adam Back, Wei Dai, y ahora se suma a la lista Peter Todd y prácticamente cualquier desarrollador de los inicios. También es posible que todos estos personajes sean Satoshi, y que mantengan un pacto para no revelar el secreto. Cualquier cosa es posible.
La única manera de «resolver» el misterio de Satoshi es firmando sus transacciones con su llave privada. Esta sería la prueba más convincente de identidad o de conexión directa con Satoshi. Pero incluso esto no te garantiza que sea Satoshi; se podría argumentar que la persona encontró las llaves de alguna forma, que el mismo Satoshi se las entregó o, bajo la teoría de que Bitcoin fue creada por un grupo, puede que quien tenga las llaves en la actualidad no sea el mismo que desarrolló el código o la idea de Bitcoin.
El caso es que tener acceso a las llaves no liga necesaria e irrefutablemente a la identidad de Satoshi. Parece, entonces, que es imposible tener certeza de quién Satoshi. Incluso la prueba más contundente, firmar las transacciones, dejaría espacio para la duda.
En cualquier escenario, siempre cabe la denegación plausible. Simplemente decir “yo no soy”.
Tal como ha sucedido con todos los candidatos antes mencionados, que han refutado ser Satoshi cada vez que se les ha señalado, a estas alturas ninguna prueba parece ser suficientemente concluyente para ligar el seudónimo con una persona.
Wright demostró que las pruebas se pueden forjar; cada investigador que se ha dispuesto a revelar el misterio ha fracasado; y así como el escribiente de Melville, que ante cualquier solicitud que se le hacía respondía “preferiría no hacerlo”, todos los candidatos a Satoshi abdican de estos honores respondiendo “preferiría no serlo”.