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Los adultos mayores no suelen acudir a activos de riesgo, pero este caso es distinto.
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La tercera edad en Venezuela es una de las poblaciones más afectadas por la crisis.
Alberto Ochoa se levantó como todas las mañanas con el graznido de los gavilanes y las guacharacas que visitan diariamente el bloque residencial donde vive. Eso es en el 23 de Enero, en Caracas, Venezuela. A paso corto, por la edad, preparó su café y luego tomó su teléfono móvil para leer las noticias matutinas.
Rápidamente y en primera plana, su atención se posó sobre un titular: “¿Se adelanta el máximo histórico para bitcoin? Esto dicen analistas”.
Pensó, de forma inmediata, «¿Y yo me puedo meter en eso del bitcoin?«. Recordó, entonces, su realidad: es adulto mayor, jubilado, pensionado y con un ingreso total no mayor a los USD 100 mensuales en bolívares, la moneda local. Es un monto que le alcanza, a duras penas, para un mercado de una semana y media.
Con la canasta básica cercana a los USD 600, Venezuela es actualmente uno de los países más azotados por el fenómeno económico de la inflación. Aunque ha mostrado mejoras en los últimos meses. En febrero, el índice de Precios al Consumidor (IPC) fue de 1,2%, según el Banco Central de Venezuela (BCV). El ente también calculó una variación anual de dos cifras, 75,9%, una variación no vista desde hace por lo menos 10 años.
Pero es una mejora a medias, ya que la población venezolana, en la que destacan los adultos mayores como Ochoa, está sometida a un escenario en el que el salario, además de insuficiente, es efímero. De esto dan cuenta más de 6.900 protestas y manifestaciones realizadas en 2023 por personal activo y jubilado de distintas ramas de la economía venezolana, clamando por, entre otras cosas, mejoras salariales.
Muchas veces, Alberto Ochoa ha gastado por completo los 130 bolívares mensuales que recibe por ley el mismo día que le llega el depósito en su cuenta bancaria. Y con ello solo puede comprar un kilo de harina de maíz y medio kilo de queso duro.
Ahora bien, en Venezuela, además de los 130 bolívares de salario legal, el gobierno también paga bonos y entrega otras retribuciones. Pero lo hace a través de otros medios distintos a las nóminas. En total, el ingreso mensual llega a unos USD 100, aproximadamente.
Con esos USD 100, Ochoa solo logra cubrir una pequeña fracción de la canasta básica. Afirma que el dinero que recibe es insuficiente para tener una mediana calidad de vida. Él es, en esencia, una de las caras de la crítica situación económica de Venezuela que todavía se mantiene.
Una vía clásica de adopción
Inspirado por la necesidad que atraviesa, afortunadamente amortiguada por la ayuda de sus familiares más cercanos, Alberto dio el paso de adoptar bitcoin. Tal como lo dijo a CriptoNoticias, se enfocó en leer y aprender “un poco” sobre este activo. También obtuvo asesoría de sus hijos y, ubicando los medios adecuados, decidió invertir.
Alberto nos reveló que decidió adoptar bitcoin usando un monedero custodiado, como lo es Wallet Of Satoshi, por temor a los grandes exchanges (como Binance, que tiene gran presencia en Venezuela). Esto, ya que esas empresas “son como los bancos”, en su opinión.
“Conocí a bitcoin a mis 70 años y fue porque la información sobre este activo está inundando las redes sociales y uno quiere saber más sobre él. Ahora mi meta es aprovechar el subidón que viene después del halving”, señaló el adulto mayor.
Ochoa dijo que se expuso directamente a bitcoin por recomendación de su hijo, quien es bitcoiner. Su primogénito se encargó de abrirle un monedero y explicarle cómo recibir y enviar satoshis a través de la red Lightning y la cadena principal de Bitcoin. También le indicó lo que debe hacer en caso de problemas con esa billetera.
No obstante, Ochoa aclaró que no tiene intenciones de operar con bitcoin, aunque ya sepa cómo. Su idea es acumular lo más que pueda, pues su intención es ganarle a la crisis.
Como lo ve Alberto, el ahorro en bolívares “ya no existe”. Considera que no es rentable intentar subsistir con la moneda local, ya que es muy poco lo que puede adquirir con ella. Y es que, además de la inflación, recordó que en Venezuela “todo está dolarizado”.
Producto de la crisis, la economía venezolana halló una forma de resistir a través del dólar estadounidense. En el país, la mayoría -sino todos- los comercios tienen sus productos marcados en dólares. Y se rigen por la tasa cambiaria del Banco Central de Venezuela o por la cotización paralela, que suele estar uno o dos bolívares más alta que la tasa oficial.
Una excepción entre los usuales inversionistas de bitcoin
Alberto dijo que una de las cosas que le atrapó de bitcoin son sus características deflacionarias. Esta es producto de una emisión finita (solo existirán 21 millones de monedas en el mundo), la reducción progresiva de la emisión y un estímulo constante al acaparamiento por parte de los usuarios.
También Ochoa entendió que Bitcoin se diferencia del sistema financiero tradicional, donde los bancos centrales controlan la emisión y distribución del dinero fíat, que es la causa general de los fenómenos inflacionarios alrededor del mundo (incluyendo Venezuela)
Otra de las características de bitcoin con las que se encontró Ochoa fue con su volatilidad. Su precio tiene movimientos significativos al alza o a la baja y basado en ello, tiene un mayor grado de riesgo, o de recompensa.
Y es justamente la calificación de activo de riesgo lo que ha empujado a que bitcoin sea mayormente adoptado por una población de edades comprendidas entre los 18 y 37 años. Una demografía que suele tener mayor apetito por el riesgo y que es capaz de sumarse sin muchos peros a las inversiones como BTC para sacar provecho de la especulación.
Pero Alberto Ochoa tiene 70 años. Él no está dentro de los parámetros de quienes, en teoría, están dados a invertir en bitcoin para aprovecharse de él gracias a su volatilidad.
Lo indica el Estudio Global de Inversión del 2023, de la firma de análisis Schroders, los jóvenes entre 18-37 años están más dispuestos a asumir riesgos adicionales. El 65% de estos inversionistas, en una población de 23.000, manifestó tener mucha más tolerancia al riesgo respecto a hace unos años atrás.
El mismo reporte coloca a los inversionistas de la edad de Ochoa entre los menos dispuestos a asumir riesgos. En detalle, apenas el 45% de los consultados manifestó tener apetito de riesgo.
Entonces, ¿qué lleva a Alberto Ochoa a invertir en bitcoin? Es simple. Él cree que puede tener un capital más adelante “para cubrir alguna necesidad básica o alguna emergencia, sabiendo que BTC le va a producir ganancias” en un futuro. En efecto, solo quiere intentar sacarle provecho al mercado alcista, que parece haber llegado ya que la moneda digital registró un nuevo máximo histórico tras superar recientemente los USD 73.000.
Es por eso que, recalcó Alberto Ochoa, “yo quiero tener bitcoin por el tiempo que sea prudente”. Observa el escenario, en el que la demanda supera con creces a la oferta, justo antes de la llegada del halving de Bitcoin, el mecanismo que divide a la mitad la recompensa de la minería.
Ahora mismo Ochoa está emocionado por el hecho de que su primera inversión, de USD 10, ya le arrojó un -pequeño- margen de ganancia gracias a que bitcoin superó la barrera de los USD 70.000 recientemente.
“Acerté con la decisión de comprar, y obtener resultados, así sean pequeños, me invita a seguir adelante”, reflexionó Ochoa, quien, desde su sillón en su casa, en Caracas, cierra los ojos y se imagina a sí mismo portando sus propios ojos láser, pensando claramente en que el precio de bitcoin pronto podría escalar hacia los USD 100.000, y hasta más, como dicen los analistas.
Esta nota fue redactada con el apoyo de Marianella Vanci (editora)