Hechos clave:
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Esta es la historia de dos niños llamados Anna y Raffael. Anna tenĂa 6 años y Raffael 11. Como muchos niños de hoy en dĂa, eran hijos de padres divorciados, cuestiĂłn que los privilegiaba bastante, ya que en la competencia entre mamá y papá por ver quiĂ©n ejercĂa mejor la paternidad, los regalos abundaban a diestra y siniestra.
Antonio, el padre, habĂa ideado incluso una manera de dar dinero a Raffael sin que su exesposa Isabel pudiera intervenir, y le habĂa creado una cartera de criptomonedas al niño en su tablet. Además, lo habĂa enseñado a adquirir productos y servicios directamente con ellas, sin la necesidad de cambiarlas a dinero fiduciario.
Raffael era un experto manejando todo tipo de dispositivos, ya que desde muy pequeño muchos telĂ©fonos inteligentes, tablets y laptops habĂan pasado por sus no muy delicadas manos. En un ciclo ya bastante cotidiano, cada vez que a Raffael se le antojaba tener un dispositivo más actualizado para correr en Ă©l las Ăşltimas apps y juegos que salĂan al mercado, el aparato de turno terminaba en el basurero.
A sus 11 años, el niño, que distaba bastante de ser un genio, ya era un gamer consumado y tenĂa su propio canal de YouTube al que subĂa gameplays y en el cual recibĂa propinas en criptomonedas y monedas fĂat por esta labor.
La curiosidad de Raffael por el mundo de la tecnologĂa aumentaba cada vez más, y aunque todavĂa no se atrevĂa a ingresar a la deep web (aquel contenido de internet que no se encuentra indexado por los motores de bĂşsqueda o se haya protegido con contraseñas), sĂ habĂa ingresado en grupos de chat y foros por las redes sociales más populares para tratar temas delicados.
La firma de contadores que pertenecĂa a su padre habĂa sido vĂctima de una de estas excursiones informáticas del niño, aunque nadie se habĂa enterado. Sin querer, Raffael dio clic a un enlace malicioso contenido en un correo electrĂłnico (la práctica de colocar este tipo de enlaces en la correspondencia web recibe el nombre de phishing) y corriĂł en los servidores un virus del tipo ransomware que secuestrĂł la informaciĂłn de los equipos, pidiendo a cambio una recompensa en criptomonedas.
La compañĂa supo recuperarse sin dar la recompensa gracias a que la mayorĂa de los clientes poseĂa un respaldo de la informaciĂłn, pero todos los datos contenidos en las computadoras entrelazadas de la empresa se perdieron por completo.
Posteriormente, Antonio contratĂł los servicios de una firma de seguridad, pero no identificaron a Raffael como el causante del embrollo. Como el niño exploraba hasta el Ăşltimo rincĂłn de la internet superficial, tambiĂ©n habĂa beneficiado a algunos mineros de criptomonedas que instalaron mineros web en páginas en las que el preadolescente pasaba muchas horas al dĂa.
Sin embargo, estos episodios eran inofensivos comparados con la situaciĂłn a la que se enfrentĂł Raffael en la red social Facebook. Desde hacĂa mucho tiempo, una persona, cuyo gĂ©nero e identidad no ha sido revelada, se encontraba llamando la atenciĂłn de menores de edad, y Raffael fue uno de ellos.
Todo comenzó con una solicitud de amistad que, como de costumbre, Raffael aceptó, ya que entre mayor número de amigos mejor, no importa si ellos son conocidos o no. Esta persona, que identificaremos como A. H. envió la solicitud al niño, y apenas esta estuvo aprobada, se dedicó a reaccionar a sus publicaciones, con la finalidad de llamar su atención.
El avatar de A. H. era una especie de máscara blanca bastante inquietante. Con pupilas dilatadas y dientes muy grandes, al parecer el rostro no poseĂa ni labios ni párpados, ya que el sitio donde se deberĂan ubicar se encontraba delineado de color rojo.
Una vez consiguiĂł que Raffael le escribiera al chat privado, A. H. comenzĂł a enviar textos incomprensibles en un idioma extraño que al ser traducidos inquietaron mucho al niño, porque era amenazado de abuso sexual y muchas más prácticas que desconocĂa a su corta edad. Raffael no informĂł de lo ocurrido a Isabel o Antonio porque consideraba que podĂa librarse de la situaciĂłn Ă©l mismo, como en ocasiones anteriores.
Además de los mensajes amenazadores, A. H. enviĂł nĂşmeros con formato de coordenadas que Raffael no se atreviĂł a ubicar. Cuando el niño pidiĂł a A. H. que cesara de escribirle, ya era bastante tarde, puesto que esa persona se habĂa hecho con su nĂşmero celular y le enviaba amenazas por ese dispositivo tambiĂ©n, diciendo que si informaba a alguien sobre ello, irĂa a su casa por la noche.
Asimismo, A. H. enviĂł fotografĂas bastante explĂcitas, con contenido sexual y violento que ni un adulto promedio serĂa capaz de observar sin turbarse un poco. El comportamiento de Raffael cambiĂł esos dĂas. Se tornĂł más retraĂdo y evitaba los dispositivos electrĂłnicos. Isabel atribuyĂł esto a los cambios propios de la pubertad y, luego de hablar con el niño y no escuchar nada alarmante, descartĂł cualquier sospecha.
DespuĂ©s de muchas sĂşplicas, Raffael dejĂł de escribir a A. H. quien pareciĂł alterarse por este hecho, y comenzĂł a llamarlo a altas horas de la noche, desde un nĂşmero desconocido. Al contestar, Raffael escuchaba el sonido de una respiraciĂłn o sonidos extraños que le hacĂan erizar la piel. A. H. tambiĂ©n pudo obtener acceso a las cámaras del niño, y le enviaba fotografĂas con su foto y los sitios donde se encontraba.
Cuando el niño tapĂł con cinta las cámaras y los micrĂłfonos de su laptop y tablet, recibiĂł una foto del cuarto de su hermana, donde podĂa apreciarse la muñeca favorita de la niña, con la cual dormĂa todas las noches.
Armado de valor y resuelto a terminar con la situaciĂłn, Raffael decidiĂł hablar con sus padres y, si era necesario, no dudarĂa en llamar a la policĂa. El niño se encaminĂł al cuarto de su hermana, para asegurarse de que estuviera a salvo, antes de proceder. Sin embargo, en el sitio solo encontrĂł a su madre llorando y muy alterada con una nota en su mano. La nota decĂa “no se preocupen por buscar a la niña con vida. EsperarĂ© por ti y las llaves privadas de tus carteras, Raffael”.
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Descargo de responsabilidad: Esta es una obra de ficciĂłn. Los nombres, personajes, empresas, organizaciones, lugares, acontecimientos o hechos que aparecen en la misma son producto de la imaginaciĂłn del autor o bien se usan en el marco de la ficciĂłn. Cualquier parecido con personas (vivas o muertas) o hechos reales es pura coincidencia.
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