-
Caracas colapsó en navidad por las largas filas de pensionados tratando de comprar comida con petro.
-
Los comerciantes que aceptaron pagos con este método aún esperan las liquidaciones del gobierno.
La fila iniciaba en las puertas del supermercado, ascendía por la acera y se alargaba por varías cuadras. La mayoría de los integrantes de esta kilométrica hilera eran adultos mayores, mujeres con niños y alguno que otro hombre joven. La gente llevaba gorros, paraguas y hasta banquillos para amenizar la espera, sin embargo se revelaba en su cara el cansancio. Estaban congregados allí, desde hacía varias horas, para poder pagar sus compras con petros.
El pasado 31 de diciembre, cuando algunos se preparaban para recibir el año nuevo en sus hogares, otros tantos estaban en la calle tratando de gastar un aguinaldo en criptomonedas. Se trató de la primera vez que los venezolanos utilizaban la criptomoneda nacional —el petro— para pagar productos y servicios. En Caracas fue una navidad extraña, calurosa, llena de adultos mayores buscando algún comercio que utilizara Biopago, mecanismo utilizado para procesar las compras con petros.
Había, entonces, mucha gente en la calle y pocos comercios que decidieron aceptar este método de pago. Esto generó un caos nervioso, donde algunos pocos pudieron gastar sus petros y otros tantos se quedaron con las manos vacías. Aquel día, haciendo también mis compras navideñas, me topé con una profusa y diligente fila de adultos de tercera frente a un carrito de Juan Chichero; franquicia venezolana especializada en una bebida fría a base de arroz. Era el único negocio en toda la zona que aceptaba la criptomoneda. Las personas esperaban su turno conversando, tranquilos de tan solo saber que podían gastar una porción de esos petros dados por el gobierno. Los transeúntes miraban la situación, curiosos con lo que pasaban, mientras comentaban a media voz sobre el inclemente sol que caía sobre las cabezas de los ancianos.
El pago de aguinaldo en petro se volvió una especie de peregrinación dolorosa, que la ciudad entera vio y se condolió. Recordando aquel 31 de diciembre puedo decir que no fue un método de pago veloz, ni eficaz, sino más bien un experimento monetario muy mal llevado. Y mientras una parte de la población gastaba grandes cifras en dólares para pasar unas mejores navidades que las del año pasado, un grupo precario se conformaba con una chicha fría luego de horas de espera.
No todos pudieron gastar sus petros
No sé si la peor parte la experimentaron los pensionados que esperaron horas para poder comprar un pollo con petros, o aquellos que no pudieron acceder a nada. Debido a que un grupo selecto de comercios aceptaron las compras con Biopago, la demanda era enorme y la oferta muy reducida. Aunque algunos pensionados han decidido ahorrar en esta criptomoneda, otros tantos deseaban intercambiar los petros por bolívares o productos de forma inmediata.
Conversando con un amigo taxista comprendí cuán frustrante ha sido toda esta situación para aquellos usuarios que se han quedado con los petros en su monedero. Él es pensionado, por lo cual recibió en el transcurso del mes de diciembre su aguinaldo digital. Decidió utilizar el dinero para pagar la cena navideña del 31 de diciembre, por lo cual recorrió varios comercios para adquirir una pieza de pernil o gallina. Pero, al final del día no pudo comprar nada y regresó a su casa con las manos vacías; profundamente decepcionado.
Él se movilizó por la zona de Baruta, municipio del estado Miranda, donde los comercios que aceptaban Biopago escaseaban. Debido a ello, proliferaban las kilométricas filas de pensionados apostados en las pocas bodegas y negocios que estaban procesando petros. En uno de los lugares que asistió la máquina de Biopago había dejado de funcionar. En otros negocios se ralentizaba el proceso puesto que las huellas dactilares de los usuarios no eran leídas por el dispositivo. Luego de varias horas de movilizarse por los alrededores, decidió esperar a que pasaran los días para comprar alguna otra cosa con ese dinero. A la semana siguiente se enteró que el gobierno había desactivado el sistema de pago con petros hasta nuevo aviso, me confesó que se siente «estafado».
«¿Para qué prometen un dinero si no lo van a dar? No son serios», concluyó. No pude decir nada, puesto que su molestia era totalmente razonable. Al momento en que el gobierno depositó esos petros en los monederos de los pensionados, ese dinero ya pertenecía a los ciudadanos. La suspensión temporal del servicio y las limitaciones de compraventa solo coartan la libertad de los consumidores de comprar las cosas cuándo quieran y cómo quieran. Es decir, el titular no es ni nunca ha sido dueño de sus propios petros.
Por si fuera poco, el petro no solo dejó frustración entre los usuarios, sino también una profunda confusión respecto a su uso. Mi amigo no entendía como se intercambiaba la criptomoneda, ni mucho menos como se usaba. Ante la falta de información y propaganda respecto al petro, muchos de los venezolanos siguen sin estar familiarizados con la criptomoneda aunque la misma ya se encuentra en circulación. Debido a ello, la incertidumbre alrededor del petro sigue siendo uno de los temas centrales a destacar entre sus usuarios.
Los comerciantes también vivieron el desencanto
Pero los pensionados y empleados públicos no han sido los únicos que sufrieron las consecuencias del lanzamiento poco planeado del petro. Sin lugar a dudas, uno de los sectores más afectados han sido los comerciantes, quienes aún, en muchos casos no han recibido las liquidaciones de las compras con esta criptomoneda.
Esta semana decidí pasearme por el bulevar de Catia, una de las zonas donde más comerciantes aceptaron este método de pago, para hablar con algunos sobre su experiencia. La búsqueda fue infructuosa, ningún de los emprendedores desean hablar sobre el tema. Preferían esperar el desenlace en silencio, todavía con esperanzas que toda la situación se solucione tarde o temprano. No obstante, aquellos que no aceptaron petros son más comunicativos respecto a la actual situación.
Me detuve a hablar con una comerciante, que tiene una venta de empanadas en el sector, quien me confesó estar muy aliviada de no haber aceptado este tipo de pagos. La joven señaló que en la zona muchos vendedores de ropa informales —buhoneros— vendieron toda su mercancía a cambio de petro. Pero, pasadas las semanas todavía no han recibido pago alguno y ya han empezado a reportar perdidas en bolívares. Debido a ello, se les ha dificultado reponer su mercancía para volver a trabajar este mes de enero.
«Aquí venían a preguntarme si tenía Biopago, yo me negué en todo momento porque lo del petro no me gustaba», comentó, para luego agregar: «Ahorita veo como están los buhoneros y no les han pagado, quién sabe si les pagarán». Debido al retraso de las liquidaciones en petro, algunos comerciantes ahora desconfían del uso de la criptomoneda. Una situación que podría dificultar su adopción a nivel nacional. Solo el tiempo y las próximas decisiones respecto al petro serán las que determinarán el futuro de la criptomoneda en Venezuela.
Descargo de responsabilidad: Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, empresas, organizaciones, lugares, acontecimientos o hechos que aparecen en la misma son producto de la imaginación del autor o bien se usan en el marco de la ficción. Cualquier parecido con personas (vivas o muertas) o hechos reales es pura coincidencia.
Descargo de responsabilidad: Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, empresas, organizaciones, lugares, acontecimientos o hechos que aparecen en la misma son producto de la imaginación del autor o bien se usan en el marco de la ficción. Cualquier parecido con personas (vivas o muertas) o hechos reales es pura coincidencia.