Las ciudades-estado de la Antigua Grecia, destacando a la famosa Atenas, se han constituido como un símbolo de la democracia y el sufragio. Los hombres adultos atenienses tenían por derecho la participación en las asambleas del pueblo, lugar donde se determinaba el destino de la localidad y sus ciudadanos. Asimismo, otros tantos sistemas comunitarios e igualatarios tribales de la antigüedad manejaron sus asuntos políticos y gubernamentales por medio de la acción del voto. De esta manera, siendo perfeccionado y cada vez más inclusivo a través de los años, el sufragio se convirtió en el proceso que legitima al Estado y el poder de donde deriva la democracia.
Claro está que los procesos de elecciones, y la democracia misma, no son perfectos y poseen incontables problemas. Por ejemplo, en todo el mundo, y especialmente en América Latina, son muchos los casos de robo o compra de votos, de quema de papeletas, de violencia política entre partidos adversos, de fraudes electorales e incluso de gobiernos instaurados por medio de elecciones legales o simuladas con formas de gobernanza autoritarias y dictatoriales contrarias a la democracia.
No obstante, la democracia está en constante renovación y cada ciudadano puede participar para velar por mejores y más seguros sistemas electorales, así como por una mayor participación y empoderamiento del elector. Es en este punto que las tecnologías de contabilidad distribuida podrían jugar un papel fundamental para proteger los derechos humanos y velar por un voto más confiable.
En conjunto con otras propuestas de sufragios digitales que han sido implementadas en diversos países a nivel mundial, entre ellos Argentina, Estados Unidos, Francia, Canadá y Estonia; aumentando considerablemente la eficiencia y rapidez de los procesos de votación, las plataformas blockchain—respondiendo a su naturaleza— podría potenciar tres de las más importantes propiedades para unas elecciones justas: un voto único, seguro y sin coacción.
Es en vista de esta promesa, que cada vez son más los expertos, las fundaciones y gobiernos que investigan una posible implementación de las soluciones DLT en el sector electoral con miras a anular el fraude y proteger la identidad y autoridad de los sufragista. Veamos a continuación sus alcances:
Cada voto cuenta
Una de las principales características de blockchain que podría beneficiar a los procesos de votación es su criptografía. Esta propiedad se traduce en una mayor seguridad y «anonimato» de toda la información que se maneja en el sistema, por lo cual tanto los datos del sufragista como su decisión política estarían resguardados potenciando el derecho al voto secreto.
Un voto criptográfico evitaría cualquier tipo de extorsión anterior o posterior al sufragio, así como manipulación de votos o filtraciones de información personal que podría devenir en persecuciones políticas.
En este mismo tono, blockchain también podría permitir que los participantes reescriban sus votos con miras a evitar el sufragio vigilado o que un tercero ejerza una elección en contra de la voluntad del votante. Santiago Siri, fundador de la plataforma sin fines de lucro especializada en gobernanza y procesos electorales, Democracy Earth, comentó de forma exclusiva para CriptoNoticias que la posibilidad de votar en reiteradas ocasiones limita la coacción de figuras del poder en los ciudadanos.
La tecnología de contabilidad distribuida también ofrece auditabilidad de todas las transacciones realizadas en el sistema y de la información almacenada en los nodos. Es decir, una plataforma DLT podría asegurarse que cada uno de los votos contados sea único revisando la información registrada en el sistema electoral y comparándola con la acción de voto.
Este principio evitaría que una persona vote más de una vez, eliminando la posibilidad de fraude en los centros electorales, reduciría la probabilidad de generar o manipular votos con el fin de alterar la totalización de los resultados y comprobaría que cada voto sea contabilizado debidamente; situaciones que ponen en tela de juicio las votaciones y generan incertidumbre frente la legitimidad de los poderes o mociones electas, como pasó a principios de año en Ecuador y recientemente en Venezuela.
Asimismo, las soluciones blockchain operan en tiempo real, pudiendo realizar conteos públicos en vivo para informar a todos los participantes del desarrollo de las votaciones, así como la transmisión de los votos sería más rápidas. DLT también es una herramientas altamente resiliente a los ataques cibernéticos; punto de importancia a la hora de utilizar tecnologías en procesos electorales debido a que los hackeos o infestas maliciosas pueden alterar o sabotear los resultados del evento.
Gracias también a la naturaleza distribuida de blockchain y a la posibilidad que brindan los contratos inteligentes se puede apostar a aplicar esta herramienta tanto en elecciones universales directas, como indirectas. Es decir, los individuos podrían votar directamente desde cualquier parte del mundo por la opción de su preferencia o delegar por medio de un contrato inteligente la capacidad de voto a otra persona que consideren más capaz. Esta dos clases de modalidades de votación se pueden incluso alternar, permitiendo así el ejercicio de lo que se llama las democracias líquidas.
Por otro lado, el consenso distribuido en el que se basamenta blockchain podría proponer nuevos sistemas e instituciones electorales donde el poder de contabilización, verificación y legitimización no esté en manos de un centro o grupo de personas que conforman el Estado, sino de una comunidad de ciudadanos sin fines políticos. Esto afianzaría la separación de instituciones en las naciones y limitaría el poderío de un gobierno o grupo político sobre los resultados de una votación.
Votaciones para todo gusto
Discusiones para aplicar las tecnologías de contabilidad distribuida en procesos electorales y prototipos blockchain dedicados a votaciones ya se han dado a cabo en distintas partes del mundo. Algunas empresas ven a las herramientas DLT como una opción para realizar votos a distancia de forma segura, secreta y en tiempo real; así lo considera la Bolsa de Valores de Toronto, el grupo TMX, que con el tutelaje de Accenture, logró el lanzamiento de una plataforma dedicada a las reuniones anuales de sus ejecutivos.
Fidelity ha sido otra de las empresas que ha apostado por patentar su propio sistema de votaciones que trabaja con tecnología distribuida ofreciendo así elecciones «más seguras y justas», expresa la compañía. Por otro lado, startups pertenecientes al mercado de DLT también han empezado a especializarse en el área de votaciones ante la creciente demanda, como la empresa australiana XO.1 que creó el sistema Secure Voto que trabaja por medio de la red Bitcoin.
Las empresas de consultoría Accenture y Jelurida también proponen blockchain con el objetivo de mejorar los servicios y la eficiencia total del sistema, promoviendo una red anti-fraudes y anti-hackeo que no necesita de contraseñas para votar, sino no tan sólo de escanear un código.
Por otro lado, las naciones y estados regionales de distintos países alrededor del globo también han discutido la posible implementación de blockchain a los procesos electorales. Aunque la mayoría de las propuestas han sido rechazadas por las entidades gubernamentales, como España y el estado de Maine en Estados Unidos, abren la posibilidad de un debate cada vez más sano para la mejora del ecosistema blockchain y de los modelos democráticos actuales.
En este sector tan sólo Corea del Sur, específicamente la provincia Gyeonggi-do, ha logrado la aplicación de manera exitosa en un centro electoral sustentable para proyectos comunitarios. De igual forma, el Consejo de Investigación de Ingeniería y Ciencias Físicas (EPSRC) del Reino Unido ha apoyado económicamente un proyecto de votación más transparentes. Inclusive, el Parlamento Europeo (EU) está debatiendo el uso de tecnologías distribuidas en sus elecciones internas.
Sin embargo, una de las propuesta más revolucionarias es la de Democracy Earth, cuya plataforma de fuente abierta y blockchain no sólo permite realizar elecciones circunscritas a una región; sino que más bien apuesta a abarcar votaciones y gobiernos en territorios nacionales e internacionales.
La democracia digital que propone Santiago Siri, con el uso de DLT en gobernanza y votaciones, no está circunscrita a ningún territorio más allá del conocimiento y el mundo electrónico; lo cual la hace global. «Regiones transnacionales que van más allá de la noción de estado-nacional porque lo digital no opera en el plano de lo material-físico-territorial, sino que operan en el plano de la información», explica el fundador de Democracy Earth.
De esta manera, la democracia digital apuesta por convertirse en un mecanismo donde los ciudadanos puedan expresarse directamente sin la necesidad de políticos como intermediarios o fronteras como limites, determinando las decisiones legales, económicas y sociales de la nación. Es por ello que en el caso de su nueva plataforma de fuente abierta, Sovereign, la fundación apuesta a gobiernos más allá de la noción estado-territorio, con menores diferencias de distribución de oportunidades y con menos amenazas autoritarias a la democracia. Un mundo que innova cada vez más, cambiando los paradigmas de lo tradicional, de la mano de las tecnologías de contabilidad distribuida.
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