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El precio de bitcoin ha cambiado de manera abrupta en varias ocasiones a lo largo de los años.
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Algunos cambios del precio dependen de la programación de la criptomoneda.
El temor puede llegar a ser un obstáculo en el camino o un estímulo para ir a descubrir lo que está allá en el horizonte. En términos de inversión de capital, el temor puede llegar a ser ese elemento de la ecuación que dada su magnitud -siempre individual y subjetiva- evitaría que la volatilidad de bitcoin estuviese por encima del análisis objetivo del mercado, si es que tal pretensión es posible.
Los psicólogos afirman que el temor es una facultad que nos permite medir el peligro. De manera que podemos salvar el pellejo si es muy alto el riesgo de saltar al vacío (con paracaídas), acelerar en el carro hasta que el motor borbotee o compremos una moneda cuyo valor se sustenta en la confianza que una comunidad ha depositado en su presente y su futuro.
Está bien, no son comparables los temores que describí antes. Quizá porque no son comparables los riesgos.
El asunto es que para muchas personas, que están pensando en comprar bitcoin o ethers en este momento, es muy alto el riesgo. Es compresible temer que hay algo allá afuera que no es posible controlar. Aunque algunos hábitos de investigación -o la simple atención- sin duda mitigan parte de la incertidumbre que produce, por ejemplo, los cambios en el mercado de criptomonedas.
Muchas de las personas que me rodean todavía no saben si deben o no invertir en bitcoin. Evidentemente, aunque bromeo al respecto, en realidad nunca hago una apología de las criptomonedas sin antes advertir a las personas que ninguna decisión que tomen al respecto es buena o mala en sí misma. Aunque a veces noto que se sienten tristes cuando el precio de bitcoin sube. Sobre todo si no compraron cuando les dije, quizá bromeando sobre el asunto, que invirtieran.
Pero la confianza en que los precios van a subir a largo plazo no es suficiente para algunos de mis amigos. Sus argumentos para no comprar bitcoin son múltiples.
Uno de los más interesante es, por su puesto, que la volatilidad del mercado es muy impredecible: «¿qué pasaría si realizo una inversión hoy y dentro de una semana necesito el dinero para pagar?», me inquieren. Si no aceptan pagos con bitcoin, vendes, respondo. La transacción puede ser bastante rápida en un mercado como el venezolano, por ejemplo. Es mucho más rápido conseguir bolívares (VES) a cambio de criptomonedas que vender dólares, según mi experiencia.
«¿Pero si el precio de la criptomoneda baja rápidamente mi dinero estaría devaluado?», insisten a veces. Sin duda. Por eso quizá no es prudente comprar criptomonedas que no vas a gastar a corto plazo en una compra específica, como giftcards de Amazon. Pero si tu plan es que el dinero que intentas ahorrar no se devalúe a largo plazo, no hay muchos factores que indiquen que las criptomonedas no van a tener valor en el futuro.
«¿Entonces es lo mismo que comprar dólares a largo plazo?», esgrimen, quizá pensando que cambiaré de opinión. Pero lo cierto es que nunca he confiado en los bancos más allá de lo necesario ¿Por qué debería confiar en una moneda que se emite a discreción de los propietarios de los bancos o según las convenciones de los dueños de las compañías influyentes e incluso los gobernantes?
El dólar ofrece un valor sostenido por la confianza de quienes usan la moneda como medio de intercambio. Pero esa garantía de que casi cualquier pago es posible comenzó como una imposición del mercado, que probablemente tomó impulso cuando las compañías petroleras acordaron, a mediados del siglo pasado, utilizar esa divisa como moneda de pago a nivel mundial.
Bitcoin surgió hace muy poco tiempo como una respuesta a la crisis bancaria de 2008. Es poco probable que se impongan modelos de intercambios basados en una tecnología que no puede ser alterada por los intereses de una parte pequeña de la comunidad.
Tampoco es probable que los gobiernos impongan pagos con bitcoin si los bancos centrales no tienen la potestad de emitir más monedas o de controlar a los emisores. En fin, que si la adopción de bitcoin crece transversalmente hacia más comunidades y sectores de producción y gobiernos, no sería consecuencia de decisiones políticas en el sentido tradicional, sino porque lo impone el uso que las personas proponen. En concreto, la masificación de bitcoin equilibraría la balanza de los precios con el pasar del tiempo.
Ciclos, predicciones
A lo largo del tiempo, la adopción de bitcoin parece tener tasas más altas cerca del evento conocido como halving, un mecanismo programado que reduce cada 210.000 bloques el número de bitcoins que obtienen los mineros como recompensa por contribuir a mantener y actualizar el estado de la blockchain.
El propósito de esta reducción a la mitad de la recompensa consiste en disminuir la frecuencia en que se emiten más monedas para evitar sistemas inflacionarios. De modo que en principio, bitcoin debería valer más si se logra evitar que la oferta crezca de manera desproporcionada.
Pero el halving por sí mismo no tendría influencia en los mercados sin contar con el factor de la adopción. Es decir, la demanda de criptomonedas determinada por su uso y su capacidad para intercambiar valor.
Es por eso que quienes estudian el mercado analizan los periodos previos al halving. Durante los primeros años, la cantidad de transacciones aumentaron por el comercio de traders, el crecimiento de la minería y el incremento en el número de casas de cambio disponibles.
Los datos anteriores a 2012 pueden ser difíciles de comparar, sobre todo si se toma en cuenta que hay pocos sitios disponibles, entre ellos Bitstamp. Así podemos saber que previo al halving de 2012, hubo un incremento en el precio de bitcoin que pasó de USD 5 a USD 15 en siete meses. Después de ese primer halving, el precio se incrementó de USD 15 a USD 260, durante una primera ola. El precio cayó, cerca de 2013, hasta los USD 100 y se volvió a incrementar en una segunda ola hasta los USD 1160, entre octubre y diciembre de ese año.
A partir del 2015, la adopción de bitcoin como activo financiero pudo estar más vinculada con la posibilidad de que los precios se incrementarían después de que ocurriera el halving de 2016. Se repitió un ciclo similar al anterior. El precio cayó hasta USD 100 y meses antes del halving se incrementó de USD 400 a USD 760.
Antes del halving del 2016, el gobierno de Japón adoptó políticas para impulsar el desarrollo de las criptomonedas en su país. Microsoft y bancos importantes anunciaron pruebas de concepto relacionadas con blockchain. Durante el 2017 bitcoin alcanzó progresivamente precios más altos hasta llegar al récord de USD 20.000 por unidad en diciembre de ese año, descrito por rallys de incremento sucesivos.
Ahora bien, durante el 2018 y 2019, la adopción de las instituciones financieras tradicionales integra al mercado de criptomonedas opciones de intercambios de derivados de bitcoin, como los futuros, que se negocian en el CME Group, Cboe y otras instituciones en Europa. Ahora se suman Fidelity, TD Ameritrade, Goldman Sach y JP Morgan en ese mercado.
Además de la posibilidad de realizar intercambios directos de criptomonedas en plataformas como Bakkt, que comenzará sus pruebas en julio. Sumen a Amazon y a grandes empresas en Estados Unidos como AT&T o Barnes & Noble, Whole Food que ahora aceptan pagos con criptomoendas y tienen la fórmula. Una serie de ciclos que podrían ser la evidencia de cómo predecir la volatilidad del precio de bitcoin a la hora de realizar una inversión.
«Nada, que no puedo invertir en algo que hoy vale mucho dinero y que mañana podría valer la mitad», temen. Es probable que si tomamos en cuenta los ciclos de los precios en el mercado, el riesgo de realizar una inversión en bitcoin se pueda controlar. Así, cualquiera podría comprender cuáles periodos son para comprar, para vender o para mantener fondos.
¿Un sistema sin respaldo?
La volatilidad del mercado representa al sistema de los juegos financieros. El temor a actores que no conozco, con sus ambiciones personales, sus juicios, intereses, aciertos y errores no debería condicionar el futuro de mi dinero. Es verdad. Aunque eventualmente las decisiones de otros conduzcan a las comunidades a situaciones que no habían previsto y que quizá solo favorezcan a muy pocas personas ¿No contribuimos con esta situación si aceptamos que el sistema es así y que no lo podemos cambiar?
El análisis del comportamiento del precio de bitcoin a lo largo del tiempo sugiere que los distintos incrementos y caídas de su cotización en los mercados depende en gran medida de factores programados o de ciclos del mercado particular de bitcoin. Sin embargo, la volatilidad del mercado no es tan predecible a corto plazo. Sobre todo, si se toma como factor para percibir el riesgo los hackeos a casas de cambio, que han ocurrido en Bitfinex y Mt. Gox en el pasado. Y como recientemente ocurrió con Binance, de manera imprevisible. Pero una casa de cambio es solo una plataforma privada para negociar bitcoin. Bitcoin es un protocolo independiente.
Los expertos recomiendan que el capital de inversión esté diversificado. Si sigues esa estrategia, lo más probable es que una parte de tu dinero esté guardado en dólares o euros y otra parte en objetos que puedes almacenar o utilizar, con la previsión de que más allá de la inversión, su uso y su posible venta, puedan dar dividendos. Bitcoin puede ser comprendida como una herramienta más para transferir o guardar valor. Está respaldado por un protocolo inmune a las variaciones psicológicas de una o dos personas. Lo difícil es determinar dónde se acaba el juego y comienza el cálculo.
Mi experiencia con bitcoin no me ha hecho perder el miedo a los cambios de precio, pero sin duda me ha hecho creer que es posible hacer que el dinero fluya por canales alternativos. Para mí, un valor agregado.
Uso bitcoin a diario y no hay mucho que los bancos me ofrezcan que no pueda realizar con bitcoin, con mejores resultados. Transfiero rápido con Lightning Network. Poseo las claves de seguridad de mi dinero. Puedo controlar el historial de mis propias transacciones. Puedo comprar en lugar distantes sin tener que abrir una cuenta en el exterior.
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