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Si Texas fuera un país sería económicamente más grande que El Salvador y Venezuela.
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El estado sureño de EE. UU. ve en bitcoin una cobertura eficaz contra la inflación.
El 6 de marzo de 2025, el Senado de Texas aprobó el proyecto de ley SB 21 con una votación de 25 a 5, un paso histórico que posiciona al estado sureño de EE. UU. como uno de los más próximos a adoptar a bitcoin (BTC) como activo de reserva estratégica.
Este movimiento, que aún requiere la aprobación de la Cámara de Representantes de Texas y la firma del gobernador Greg Abbott, podría convertir a esta región en el primer estado de Estados Unidos en integrar oficialmente la moneda digital más importante del mundo a su portafolio financiero.
Con una economía que supera los 2,5 billones de dólares anuales —lo que la sitúa como la octava más grande del mundo, según Statista—, la decisión tiene implicaciones profundas no solo para Texas, sino para bitcoin y el ecosistema global de las criptomonedas.
Un cambio de paradigma económico
Texas no es ajena a las apuestas audaces. Desde su liderazgo en exportaciones durante más de dos décadas, hasta su atracción de la industria de la minería de Bitcoin tras la salida de esta de China en 2021, el estado ha demostrado una disposición a innovar.
El proyecto de ley SB 21, impulsado por el senador Charles Schwertner, propone crear un fondo especial fuera del tesoro estadal para comprar, vender e invertir en BTC, con la visión de que este activo digital puede servir como una “cobertura estratégica contra la inflación y la volatilidad económica”.
Schwertner, con su proyecto, argumenta que bitcoin, con su oferta limitada de 21 millones de monedas y comúnmente conocido como “oro digital”, ofrece ventajas únicas en la era digital debido a su suministro limitado y su naturaleza descentralizada, “lo que lo convierte en un activo crítico para el futuro”.
Para bitcoin, la adopción por parte de Texas significa un respaldo institucional de una magnitud sin precedentes a nivel estadal. Aunque el gobierno federal de Estados Unidos, bajo la administración de Donald Trump, firmó el 6 de marzo de 2025 una orden ejecutiva para retener los casi 200.000 BTC incautados en operaciones criminales, la iniciativa texana va un paso más allá al plantear una estrategia activa de acumulación.
Como lo ve Lee Bratcher, el presidente del Consejo de Blockchain de Texas, una reserva de bitcoin para ese estado podría tener un impacto notable. Explica que un tesoro de este tipo es una cantidad de BTC “que se reserva para casos de emergencia o para el bienestar a largo plazo de las finanzas del estado”.
“Y esto sería una pequeña cantidad de dinero en relación con el presupuesto general de Texas”, afirmó.
Para él, los beneficios para Texas producto de la reserva de BTC se acumularían solo si esta tesorería crece en valor a través del tiempo. Además, considera que la apuesta por BTC en la región sureña estadounidense “podría cambiar las reglas del juego para Texas”.
Impacto en el precio y la percepción
Aunque bitcoin retrocedió un 8% desde el domingo 9 de marzo, tras un alza inicial, la tendencia sobre las reservas estratégicas a nivel estadal en EE. UU. refuerza una narrativa alcista a largo plazo.
Y es que, si Texas, con su peso económico, comienza a acumular BTC, la demanda institucional por este activo podría dispararse, empujando el valor más allá de su máximo histórico, de 109.071 dólares. Todo esto, por el impacto simbólico que generaría la adopción texana de BTC.
Además, una reserva de bitcoin podría generar importantes beneficios y atraer inversiones tecnológicas, consolidando aún más a Texas como centro de finanzas digitales. Esto en opinión del analista del mercado de criptomonedas Yegor Romanov.
Aunque también hay sus escepticismos, como el de la profesora de la American University, Hilary Allen, quien alega que “no hay nada detrás de BTC” y que este activo “no tiene un uso estratégico”.
“Creo que las únicas personas a las que esto beneficiará son los las ‘ballenas’ de bitcoin, las personas que ya están fuertemente metidas en BTC”, dijo.
Texas como líder en la economía digital
Ahora bien, el impacto de una reserva de bitcoin en Texas, cuyo PIB supera con creces a países como El Salvador, Venezuela y muchos otros de Latinoamérica, trasciende lo financiero.
Texas se posiciona como un laboratorio para la integración de activos digitales en la economía moderna. Hay que recordar que ese estado ya ha cortejado a la industria de la minería de Bitcoin con incentivos económicos, y el SB 21, que también abre espacio a este sector digital, podría consolidar esta ventaja competitiva.
En general, si el proyecto se concreta, Texas no solo diversificaría su portafolio —actualmente basado en acciones, bonos y otros activos financieros—, sino que enviaría un mensaje al mundo: la economía digital es el futuro, y bitcoin es su abanderado.
El gobernador Abbott, en su plan “Bigger. Better. Texas.”, publicado en la página de la Oficina de Turismo y Desarrollo Económico de Texas, destacó la importancia de la infraestructura y la innovación para el crecimiento económico de ese estado.
Y aunque no mencionó específicamente a bitcoin, su énfasis en promover exportaciones y expandir esfuerzos económicos regionales encaja con la visión de un estado que abraza tecnologías disruptivas. Ante ello, si firma el SB 21, Texas podría atraer aún más inversión en bitcoin, reforzando su estatus como un centro tecnológico y financiero.
Riesgos y desafíos
A pesar del entusiasmo, los riesgos son evidentes. La volatilidad de BTC sigue siendo un desafío. Sus aumentos y retrocesos de precio demuestran que el mercado aún depende, en parte, de señales externas.
Otro desafío es la escala. Aunque Texas es una potencia económica, su capacidad para influir en el mercado global de bitcoin —con una capitalización de más de 1,7 billones de dólares al momento de escribir este reporte— es, aunque potencial, limitada.
Comparado con la propuesta federal de la senadora Cynthia Lummis, de adquirir 1 millón de BTC en cinco años, el impacto inicial de Texas podría ser más simbólico que transformador.
Esto es así ya que Texas, si bien tiene un peso económico significativo, el mercado de bitcoin es tan vasto y está tan interconectado globalmente que las acciones de un solo estado, por más poderosas que sean, tienden a tener un efecto más simbólico (como señal de apoyo o liderazgo regional) que transformador (capaz de cambiar las reglas del juego a nivel mundial).
En todo caso, para bitcoin, la apuesta de Texas es una validación de su narrativa como oro digital. Si una economía del tamaño de Texas lo adopta, otros gobiernos estadales y nacionales podrían seguir su ejemplo.
Hay que recordar que países como Brasil, la República Checa y Hong Kong ya han mostrado interés en reservas de BTC. Estos, sin contar los otros 17 estados de EE. UU. que también quieren sus propias tesorerías de bitcoin, como lo ha reportado CriptoNoticias.
Este efecto dominó podría acelerar la adopción institucional, reducir la percepción de riesgo y acercar a BTC a su objetivo original: ser una alternativa descentralizada al sistema financiero tradicional.
Que Texas esté a punto de ahorrar bitcoin no solo eleva el perfil de la moneda digital, sino que plantea preguntas fundamentales sobre el futuro del dinero. En efecto, es un experimento audaz que podría redefinir la economía digital o exponer las limitaciones de un activo aún en desarrollo.
Mientras el SB 21 avanza hacia la Cámara y la firma del gobernador, el mundo observa: Texas podría ser el catalizador que BTC necesita para pasar de ser una curiosidad tecnológica, a un pilar de la economía global. O, tal vez, un recordatorio de que incluso las ideas más innovadoras enfrentan límites en un mundo volátil y, todavía, controlado por las élites financieras globales.
Descargo de responsabilidad: Los puntos de vista y opiniones expresadas en este artículo pertenecen a su autor y no necesariamente reflejan aquellas de CriptoNoticias. La opinión del autor es a título informativo y en ninguna circunstancia constituye una recomendación de inversión ni asesoría financiera.