Ethereum Classic cumple dos años el día de hoy. El 20 de julio de 2016 inicio este proyecto, guiado por aquellos miembros de la comunidad de Ethereum que rechazaban la bifurcación aplicada a Ethereum para recuperar los fondos hackeados a The Dao ese año.
A partir de allí, Ethereum Classic ha avanzado enarbolando las banderas de la inmutabilidad y la descentralización bajo una premisa central: el código es ley. Con sus virtudes y tropiezos, han logrado sostenerse en el tiempo y avanzar en el desarrollo de este criptoactivo y su blockchain.
Recordemos que el hackeo de The Dao generó una gran controversia, especialmente por la decisión de buena parte de la comunidad, los desarrolladores principales y Vitalik Buterin, de apostar por un hardfork, tras el cual Ethereum se convirtió en el proyecto central.
El ataque perpetrado entonces se basó en una debilidad que permitió al atacante crear un “DAO-hijo”, donde este usuario era el único inversionista y curador. Así, solicitó sucesivas llamadas para extraer fondos del DAO principal y terminar llevándose cerca de 60 millones de dólares en ETH.
A pesar de que la gran mayoría de la comunidad se manifestó a favor del fork (cerca del 97% de los usuarios de la plataforma) algunos mantuvieron sus reticencias, especialmente porque una modificación semejante podría reducir la descentralización de la red.
Creemos que la propuesta de valor central de cualquier blockchain es la inmutabilidad; las transacciones válidas nunca se pueden borrar u olvidar. Las personas que interactúan en Ethereum Classic se rigen por esta realidad; el código es ley (…) Al celebrar contratos en Ethereum Classic, puede estar seguro de que la red permanece neutral. El resultado de las transacciones será dictado por un código con el que interactúes voluntariamente.
Y si bien esto no quiere decir que la red está por encima de los usuarios, la regulación y el funcionamiento de los Estados-nación, la premisa supone brindarle a los usuarios la oportunidad de ingresar a una “nueva jurisdicción” basada en blockchain, los contratos inteligentes y la inviolabilidad del código. “A menos que se defina explícitamente en el código del contrato, no hay reversiones, no se pueden deshacer, no hay opt-outs. Las transacciones son finales; las aplicaciones son imparables”, se lee en su web.
¿Y ha funcionado? Sin tener una capitalización de mercado de las más grandes del mercado, ETC se ha mantenido en el tiempo, de la mano de la comunidad de usuarios y sus desarrolladores. La comunidad y los desarrollores no han dejado de lado los debates candentes del ecosistema. Así, la posibilidad de sufrir un ataque del 51% o de retención de bloques, la posible irrupción de mineros ASIC en la red e incluso la disminución de la rentabilidad de la acividad minera han sido atendidos.
A inicios de junio el equipo de desarrollo, bajo la aprobación de la comunidad, retiró la bomba de dificultad. Este elemento aumenta de manera artificial la dificultad de minado de los bloques de la red con miras a migrar desde un esquema de consenso por Prueba de Trabajo hacia uno de Prueba de Participación, como planea Ethereum. Sin embargo, dado que ETC no ha pensado en cambiar a una Prueba de Participación, y siendo el caso que la minería dejaría de ser rentable con un aumento inducido de la dificultad, procedieron en consecuencia a retirar la llamada bomba.
Entre los último hitos de este proyecto destaca la reciente adición de ETC a la cartera Atomic Wallet, que permite los intercambios atómicos entre blockchains distintas.
Además, los usuarios pueden seguir información del precio y su mercado a través de la aplicación RobinHood, y también esperan la posible adición de ETC a Coinbase, una integración que genera expectación debido a la incidencia positiva que podría tener en el mercado. Actualmente la moneda cuenta con una capitalización de mercado de 1.724.333.250 dólares, con un total en circulación de 103.167.618 ETC. Su precio actual es de 16,71 dólares, lo que equivale a 0,0223895 BTC.
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