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El autor de 'Padre rico, padre pobre', es constante en sus vaticinios catastrofistas.
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Estadísticamente, es probable que en algún momento, Kiyosaki tenga razón (o se acerque bastante).
En el cuento infantil de Pedro y el lobo, un joven granjero que cuidaba ovejas alertaba una y otra vez sobre la llegada de un lobo que venía a atacar al rebaño. Cada vez que la alarma sonaba, los aldeanos acudían corriendo para proteger la granja pero, al no encontrar al animal, empezaron a dudar de sus advertencias. Finalmente, el día que el lobo llegó, nadie le creyó a Pedro y, por ende, no pudo proteger al rebaño.
De manera similar, Robert Kiyosaki, autor del libro “Padre rico, padre pobre”, lanza constantes advertencias sobre que un colapso económico está a la vuelta de la esquina. A través de sus redes sociales, el inversionista le pide a sus seguidores que “tengan cuidado”, aunque a esta altura la pregunta que surge es si estas predicciones reflejan un riesgo real o forman parte de su estilo alarmista habitual.
Y la comparación con el cuento de Pedro y el lobo no implica decir que Kiyosaki es un mentiroso. ¡Para nada! Esta referencia busca ilustrar cómo la reiteración constante de advertencias puede tener un efecto contrario: en lugar de prevenir, termina generando sensacionalismo para captar la atención del público.
Por ejemplo, en otro de sus libros, “Profecía de Padre Rico”, publicado en 2013, Kiyosaki anticipó que en febrero de 2025 ocurriría un colapso financiero histórico, de tal magnitud que podría superar la crisis de 2008, que se originó en las hipotecas subprime y afectó tanto a Estados Unidos como a varios países de la Unión Europea.
El propio Kiyosaki lo describió como el “mayor crash del mercado de valores en la historia”.
Sin embargo, y tal como lo explicó CriptoNoticias, la profecía no se cumplió. Es que, muy lejos de presenciar la caída más grande de la historia, el S&P 500, uno de los índices más representativos de la economía estadounidense, ha alcanzado máximos históricos a principios de 2025.
Por otro lado, las ventas de coches y casas, que él considera señales de crisis, no reflejan ese desplome generalizado. Si hay indicadores bajos, se debe a cuestiones de los mercados locales y no por un crash financiero a nivel global.
En 2023, el empresario había afirmado que el dólar estadounidense estaba a punto de “morir” y que “billones de dólares” regresarían a Estados Unidos, generando una inflación descontrolada. Hasta ahora, la proyección no se cumplió.
Si bien es cierto que el apocalipsis todavía no ha llegado, Kiyosaki sigue siendo una figura influyente, especialmente para aquellos que buscan alternativas al sistema financiero tradicional.
De aquí se desprende la relevancia que tiene contar con educación financiera y evitar confiar ciegamente en las opiniones de influencers. Incluso tratándose de un personaje reconocido como Kiyosaki, las predicciones no son infalibles.
También es importante que cada inversionista realice su propio análisis e investigación para no tomar decisiones motivadas por los sentimientos.
Por eso, hay que tomar las advertencias de Kiyosaki como tales. Es decir, son señales de precaución que invitan a reflexionar sobre la gestión del riesgo y la planificación financiera, aunque eso no garantiza que los eventos que predice se materialicen.
A su vez, es cierto que hay señales de que un colapso podría avecinarse: la deuda pública de Estados Unidos crece a niveles récord (supera los 37 billones de dólares) y el valor y la confianza del dinero fíat se erosiona por la intervención de la política.
La siguiente infografía permite observar cómo el poder adquisitivo del dólar ha caído durante el último siglo.
El fondo del mensaje no está mal y coincide con el pensamiento de muchos inversionistas, que ven en bitcoin (BTC) un activo de refugio ante turbulencias económicas. Esto es porque la moneda creada por Satoshi Nakamoto es descentralizada y resistente a la censura de los gobiernos.
A diferencia del dinero fíat, BTC es un activo que no se devalúa por la inflación provocada por la emisión y las políticas monetarias. Su suministro está limitado a 21 millones de unidades y su emisión se reduce cada 4 años en un evento conocido como halving. Precisamente, esta escasez es lo que atrae a grandes y pequeños inversionistas.
No estamos diciendo que no hay señales, pero seamos sinceros: todo el dramatismo y alarmismo se asemeja más a una puesta en escena para llamar la atención que un consejo financiero.
Otros analistas como Willy Woo o Henrik Zeberg también han alertado que las señales de una crisis masiva están activadas pero basan sus advertencias en datos y modelos económicos.
Sin embargo, si se materializa este escenario, de tantas veces que lo anticipó, seguramente Kiyosaki estará en condiciones de afirmar: “Se los dije”. Será más por una cuestión estadística (pues alguna vez, alguna crisis ocurrirá) que por la efectividad de su análisis.
Al igual que Pedro, el granjero que advirtió tantas veces sobre la llegada del lobo hasta que finalmente ocurrió y su alerta dejó de parecer exagerada, Kiyosaki podría encontrarse en una situación similar.