En julio pasado comenzaron las primeras operaciones de la empresa de minería de Bitcoin Ocean Falls Blockchain, asentada sobre las ruinas de una vieja fábrica de papel en un pueblo abandonado de Canadá.
De acuerdo a la información publicada en el portal Bloomberg, en Ocean Falls, ubicado en la costa de la Columbia Británica canadiense, una comunidad de menos de 100 de residentes espera que el nuevo negocio de minería de criptomonedas ayude a revivir la actividad del poblado, abandonado en los últimos 40 años, después del cierre de su planta de papel.
En este sitio, solo accesible en barco o hidroavión y que en 1971 contaba con unos 5.000 habitantes, la empresa minera se instala en 2017 aprovechando las ventajas del clima frío y las bajas tarifas de hidroelectricidad del lugar. Allí también logra utilizar un excedente energético que estaba siendo desaprovechado debido a la escasa población de la región.
En ese sentido, la publicación relata cómo el empresario Kevin Day decidió establecer su compañía en Ocean Fall, luego de negociar con la firma Boralex, a cargo del manejo de la represa de la zona, obteniendo una tarifa de electricidad subsidiada por un período de cinco años.
Day relata que desde entonces tuvo grandes expectativas, sobre todo después de que el precio de bitcoin subió a $20.000 en diciembre pasado. Para entonces aspiraba comprar unos 6 megavatios de energía a finales de 2018 y estimaba recaudar alrededor de $5.7 millones en ingresos anuales de los bitcoins creados. Los planes incluían aumentar el consumo de energía en Ocean Falls a 20 MW, además de expandirse a lugares cercanos. Para el año 2021, calculó tener 17.500 equipos para la minería de Bitcoin con más de 30 MW de potencia.
Influencia de la caída de los precios
Los logros ansiados tanto por el empresario como por los pocos habitantes del pueblo se han visto opacados por la baja cotización que ha marcado el mercado de criptomonedas este año. En consecuencia, parece que no todo ha sido como esperaban, pues no se ha podido acceder la cantidad de energía prevista. La mina actualmente consume menos de un megavatios de electricidad y Day piensa que llegará a alrededor de 1,5 MW para fin de año.
A ello se suma que las instalaciones de minería de criptomonedas no incentivan el establecimiento de más negocios relacionados en zonas cercanas, por lo que no suelen ser generadoras de muchos empleos. Sin embargo, destaca que, lejos de vender sus operaciones como muchos otros mineros, el empresario canadiense no pierde el optimismo y los pocos habitantes del pueblo se alegran de tener activo, al menos, un nuevo negocio en medio del abandono del lugar.
De esta forma, parte de la nueva estrategia de Day incluye la invención de un nuevo método de enfriamiento de los equipos de minería, que implica sumergirlas en un líquido no conductor en lugar de soplar aire a través de ellas. Asimismo, piensa experimentar con la reorientación del calor de la mina al criadero de salmón del pueblo, ofreciendo una forma económica de calentar el agua en sus tanques. Se dice que ambas técnicas podrían venderse a otros mineros de Bitcoin y operadores de centros de datos, y que ello podría requerir algún nuevo tipo de personal.
La experiencia de Ocean Fall Blockchain sirve para ilustrar algunas de las repercusiones positivas de la práctica de minería de bitcoins, acusada de aprovecharse de los recursos de la naturaleza con fines netamente egoístas y de ser una de las principales generadoras de dióxido de carbono y de causar daños al ambiente.
Esta situación, a juicio de algunos investigadores, ya no es tan cierta y está en pleno cambio, tomando en cuenta que recientes análisis hacen más énfasis en la creciente tendencia a la migración de las empresas mineras, que ahora se dirigen a zonas con energías más limpias y con menos efectos nocivos para el planeta, siendo Canadá uno de estos sitios.
Imagen destacada por Baronb /stock.adobe.com