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Al adoptar el dólar la Argentina podría experimentar una estabilización económica significativa.
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La dolarización fomentaría un entorno más propicio para la inversión extranjera y local.
Argentina se encuentra en una encrucijada económica marcada por desafíos persistentes como la inflación superior al 130% anual. Esta situación ha propiciado un terreno fértil para propuestas económicas audaces y reformas estructurales.
En este contexto, Javier Milei, un economista liberal libertario, ha emergido como una figura disruptiva. Conocido por su crítica vehemente a la emisión monetaria y su defensa de la libertad de mercado, Milei ha capturado la atención del electorado, culminando en su reciente llegada a la presidencia de Argentina.
Una de las propuestas más radicales y centrales de Milei es la de cerrar el Banco Central de la República Argentina (BCRA). Esta institución, que ha sido el pilar de la política monetaria del país durante décadas, se enfrenta ahora a un futuro incierto.
Milei argumenta que la existencia del BCRA ha facilitado la inflación crónica y la inestabilidad financiera mediante la impresión descontrolada de dinero y la manipulación política de la economía.
Su solución es un cambio rotundo: establecer un régimen de libre competencia de monedas. Bajo este régimen, se eliminarían los controles y restricciones sobre el uso de divisas extranjeras, permitiendo que el mercado determine libremente qué monedas circularán y se utilizarán en las transacciones económicas (lo que incluiría, incluso a monedas digitales privadas, como bitcoin).
En la práctica, esto probablemente signifique una dominancia del dólar estadounidense, alineando de facto la política monetaria argentina con las decisiones del sistema de la Reserva Federal de los Estados Unidos.
Esta novedad, en caso de concretarse, abre un debate profundo sobre las ventajas y desventajas de tal medida, su impacto en la economía argentina, y las implicaciones para la soberanía monetaria y financiera.
Ventajas de tercerizar la política monetaria argentina
Una de las ventajas más significativas de la propuesta de Javier Milei es la potencial reducción de la inflación crónica que ha plagado a la economía argentina durante décadas. Nótese que se trataría de una reducción y no de una erradicación pues el dólar también es una moneda inflacionaria (aunque con una velocidad mucho menor a la del peso argentino y la mayoría de las monedas del mundo).
Para entender cómo esta propuesta podría lograr tal objetivo, es crucial remontarnos a la teoría de Milton Friedman sobre la inflación. Este economista afirmaba en su libro ‘Una historia monetaria de los Estados Unidos’, que «la inflación es siempre, y en todo lugar, un fenómeno monetario».
Según esta perspectiva, la inflación se produce cuando hay un aumento excesivo en la cantidad de dinero en circulación, que supera la capacidad de crecimiento de la producción de bienes y servicios. En el caso de Argentina, la política monetaria expansiva y el control gubernamental del BCRA es señalado por Milei como el culpable de la inflación persistente.
Entonces, al eliminar el control gubernamental sobre la emisión de moneda y permitir que el dólar —una divisa globalmente reconocida y con relativa estabilidad y fortaleza— sea la principal moneda en circulación, Argentina podría experimentar una estabilización económica significativa.
La adopción del dólar implicaría que la política monetaria argentina estaría indirectamente influenciada por las decisiones de la Reserva Federal de los Estados Unidos. Dado que la Reserva Federal tiene un mandato explícito de mantener la inflación baja y estabilizar la economía estadounidense, Argentina se beneficiaría de una gestión monetaria más disciplinada y menos propensa a la influencia política interna. Esta estabilidad importada podría ayudar a Argentina a romper el ciclo de hiperinflación y devaluaciones que ha socavado la confianza en su moneda nacional.
Además, la estabilidad monetaria que conlleva la dolarización puede fomentar un entorno más propicio para la inversión extranjera y local, al reducir el riesgo cambiario y monetario. Esto podría traducirse en un crecimiento económico más sostenido, basado en la confianza de que el valor de la moneda se mantendrá estable a lo largo del tiempo.
Riesgos y críticas a la propuesta de Javier Milei
Aun con las mencionadas ventajas potenciales que tendría la abolición del Banco Central y pasar a depender de monedas emitidas por otras jurisdicciones, hay quienes no son tan optimistas.
La propuesta de adoptar un régimen de libre competencia de monedas, con un probable predominio del dólar estadounidense, plantea la preocupación de la pérdida de soberanía monetaria para Argentina.
Al depender del dólar, Argentina cedería el control sobre su política monetaria a la Reserva Federal de los Estados Unidos. Esta dependencia podría interpretarse como un menoscabo a la autonomía económica del país.
El exministro de Relaciones Exteriores, Santiago Cafiero, dijo días atrás: «Los dólares la Argentina los va a conseguir a partir de exportaciones y no rifando la soberanía monetaria».
Esta preocupación es más un reflejo de un capricho nacionalista que un asunto de pragmatismo económico. De todos modos, hay un sector de la población y de sus representantes políticos que rechazan utilizar billetes con el rostro de Benjamin Franklin. El gobierno de Milei deberá negociar y explicar con claridad las ventajas de dejar de emitir moneda propia, si es que quiere tener éxitos en su misión.
Una preocupación más fundamentada es que la adopción del dólar expone a Argentina a la vulnerabilidad ante los cambios en la política monetaria de Estados Unidos.
Las decisiones de la Reserva Federal en términos de tasas de interés, medidas de estímulo económico o contracción monetaria tendrían un impacto directo y posiblemente inmediato en la economía argentina. Esto significa que, si la Reserva Federal decide aumentar las tasas de interés para controlar la inflación en Estados Unidos, Argentina tendría que soportar las consecuencias de esas decisiones, que podrían no ser las más adecuadas para su contexto económico particular.
De todos modos, pareciera ser un mal menor si se lo compara con la actual situación argentina. Después de todo, resulta evidente que la política monetaria establecida por la clase política del país del tango no está dando buenos resultados.
La dolarización también tendría implicaciones significativas para el sector bancario y financiero local en Argentina. Los bancos, acostumbrados a operar bajo las normativas y políticas del BCRA, tendrían que adaptarse a un nuevo marco regulatorio y operativo. Este cambio podría desencadenar una reestructuración del sector, posiblemente llevando a una consolidación bancaria, pero también a la salida (o, quizás, quiebra) de entidades menos competitivas, lo que —en el peor de los casos— podría resultar en clientes afectados.
Argentina, en el umbral de un cambio histórico
Al contemplar la propuesta de Javier Milei de reestructurar la política monetaria de Argentina mediante la adopción de un régimen de libre competencia de monedas, nos encontramos ante un umbral de cambio potencialmente histórico.
En la raíz de esta propuesta yace una creencia en el poder del mercado libre, no solo como un motor económico, sino también como un catalizador de libertad individual y colectiva.
Desde ese punto de vista, la eliminación del BCRA no es solo una medida económica, sino también un acto de liberación de las cadenas de la burocracia estatal y la manipulación política. Al dar paso a monedas como el dólar estadounidense y, potencialmente, a bitcoin (BTC), Milei no solo propone una solución a la inflación crónica, sino que también invita a imaginar una Argentina donde la soberanía económica reside no en las manos de unos pocos en el poder, sino en las decisiones diarias de sus ciudadanos.
Si bien la pérdida de soberanía monetaria y la vulnerabilidad ante la política monetaria extranjera son preocupaciones válidas, desde una perspectiva práctica, estas ceden ante los beneficios de una economía más estable y predecible.
La historia económica de Argentina, marcada por la volatilidad y la inflación, no es solo un relato de desafíos monetarios, sino también un testimonio de la falla del control estatal excesivo sobre la economía. La propuesta de Milei, por tanto, puede verse como un paso hacia un futuro donde la libertad económica y la responsabilidad personal reemplacen a la intervención gubernamental como los principales motores de la prosperidad.