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Las IA podrían optimizar la energía al minar bitcoin y la selección de plantillas en la mempool.
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En redes más programables, como Bittensor, las IA tienen más tipos de aplicación.
La inteligencia artificial (IA) está comenzando a transformar el ecosistema de Bitcoin, aunque no mediante cambios en su protocolo. Más bien, a través de aplicaciones innovadoras que afectan los modos de trabajo en su periferia.
En una entrevista exclusiva para CriptoNoticias, el ingeniero José Ríos, quien tiene experiencia en diseño de chips y fue vicepresidente de Intel, compartió su visión sobre cómo la IA puede optimizar procesos clave en la red de Bitcoin, con un enfoque especial en el ahorro energético.
Ríos, actualmente líder de la startup BT Labs, ofreció una perspectiva técnica y pragmática sobre esta convergencia tecnológica entre Bitcoin y la IA, que también está redefiniendo otros ecosistemas tendientes a la descentralización, como Bittensor.
La IA sirve para Bitcoin, pero «desde fuera»
El protocolo de Bitcoin, fundamentado en el algoritmo SHA-256, es inmutable por diseño, lo que garantiza su seguridad, pero limita su capacidad para integrar soluciones de IA directamente. Carece de la programabilidad para hacerlo.
No obstante, José Ríos destaca que los agentes de IA —que él define como “una lista de acciones que el software ejecuta por ti, como una receta: agarra esto, haz clic allá, busca esto, muévelo de izquierda a derecha”— pueden revolucionar procesos externos al protocolo, como la gestión de plantillas de minería en la mempool y, sobre todo, la eficiencia energética en la minería.
El avance más significativo, según el entrevistado, es el uso de IA predictiva para reducir el consumo energético en la minería de Bitcoin, un sector frecuentemente cuestionado por su impacto ambiental, a veces de forma injusta y sin datos a la mano.
Como asesor de Quantum Blockchain Technologies (QBT), una empresa con sede en Londres, Ríos detalló un proyecto liderado por científicos italianos que utiliza algoritmos de IA para analizar patrones en el protocolo de Bitcoin y predecir qué hashes tienen mayor probabilidad de éxito para conseguir un nuevo bloque con su respectivo subsidio en BTC.
Como reportó CriptoNoticias, el minero que encuentra el número que coincide con el objetivo de dificultad que propone el protocolo de Bitcoin, gana el derecho de escribir transacciones en un bloque, y el derecho de reclamar el coinbase o subsidio de bloque. Este proceso, conocido como función hash, es preconcebido como aleatorio, similar a una lotería, y depende de la potencia energética de sistemas ASIC de Bitcoin.
“Ellos [Quantum Blockchain Technologies] usan IA para estudiar todos los hashings que han ocurrido antes, que están públicamente en la blockchain, y determinar la probabilidad de que el próximo hash sea más o menos de 50% probable”, explicó José Ríos.
Este enfoque se desmarca de la idea tradicional, y propone que el proceso de hashing es pseudoaleatorio, lo que permite filtrar cálculos innecesarios en el “pipeline” de SHA-256.
“Es como romper una contraseña: en los 10 minutos que tienes para encontrar el hash correcto, estás haciendo una búsqueda de brute force en un espacio de billones de posibilidades. La IA intercepta algunas de esas peticiones antes de que la máquina haga el trabajo físico, ahorrando energía y dando mejores resultados”, afirmó el ingeniero.
Este enfoque desafía la creencia de que la búsqueda de bloques en Bitcoin es puramente aleatoria, al demostrar que los patrones numéricos históricos pueden guiar decisiones más eficientes.
“Estos científicos han probado que ningún proceso en el universo es verdaderamente aleatorio. Siempre hay un origen. Es pseudoaleatorio, y con simulaciones pueden calcular paso a paso cómo optimizar el proceso de la minería de Bitcoin”, señaló el entrevistado, subrayando el rigor científico detrás de esta innovación.
Los resultados preliminares, indica Ríos, muestran que esta técnica podría reducir el consumo eléctrico hasta en un 30%, un ahorro que traduciría en beneficios millonarios para mineros industriales.
El proyecto, aún en desarrollo, ha mostrado avances en eventos como la Bitcoin Conference 2025, sucedido en Las Vegas, y Ríos estima que podría estar listo para su implementación comercial a finales de 2025 o inicios de 2026.
Otras aplicaciones de la IA en la periferia de Bitcoin
Además del ahorro energético, José Ríos confirmó la idea de que los agentes de IA podrían descentralizar la gestión de plantillas de minería, reduciendo la dependencia de los grandes pools que concentran la mayor parte del hashrate.
“El peligro con los pools es que están en manos de siete u ocho empresas. Podrían coordinarse para controlar más del 51% del hashrate y manipular la red, pero eso requeriría un crimen perfecto multibillonario que dañaría la confianza en Bitcoin. No es factible porque estarías dañando el sistema del que te beneficias”, argumentó.
Los agentes de IA, al permitir a los usuarios gestionar plantillas de manera autónoma, podrían reforzar la descentralización, haciendo el proceso más objetivo y menos dependiente del juicio humano.
Otros usos de la IA en Bitcoin abarcan el análisis de datos para trading y la detección de fraudes.
Según Ríos, los agentes de IA pueden procesar grandes volúmenes de datos, especialmente transacciones, en la red de Bitcoin para identificar patrones de lavado de dinero o realizar análisis de sentimiento en redes sociales como Reddit o X. “Puedes meter todos los comentarios de las redes en una licuadora de IA y sacar un sentiment analysis, como el Índice de Miedo y Codicia, para ver si la gente está asustada o positiva sobre el precio”, comentó el ingeniero.
Estas aplicaciones, aunque externas al protocolo, muestran cómo la IA puede trabajar en torno a Bitcoin y producir utilidad a niveles tecnológicos y de mercados sin alterar su estructura fundamental.
IA y redes programables: el caso de Bittensor
Más allá de Bitcoin, José Ríos, como líder de BT Labs, está explorando la integración de la IA con protocolos más programables, como el de Bittensor, que ocupa gran parte de su trabajo actual.
Inspirado en los principios de Bitcoin —un suministro limitado de 21 millones de monedas, un halving cada cuatro años y un mecanismo de prueba de trabajo—, Bittensor utiliza su red y protocolo para conectar recursos computacionales distribuidos y fomentar la colaboración global en el desarrollo de IA.
“Bittensor es un sistema abierto donde ingenieros y científicos pueden contribuir con GPUs, algoritmos o datos, y ser recompensados con tokens. No necesitas estar en Silicon Valley ni trabajar para OpenAI. Puedes estar en República Dominicana, Río de Janeiro o Vietnam, y monetizar tus habilidades”, explicó Ríos.
Este modelo contrasta con la centralización en el desarrollo de IA que existe actualmente, dominado por cinco grandes empresas estadounidenses —OpenAI, Amazon, Microsoft, Google y Meta— que controlan el 90% del presupuesto global en este campo. “Eso es una alarma. Hay un sesgo fuerte, y ellos pueden censurar puntos de vista o innovar solo cuando les conviene”, advirtió el entrevistado.
Bittensor, pues, a juicio de Ríos, encarna un papel similar al de Bitcoin, pero no dentro del sistema monetario, sino para la distribución del poder computacional que alimenta a las IA. Esto promueve una democratización del acceso a la IA, permitiendo a comunidades en América Latina, África o el Sudeste Asiático participar activamente.
Además, destacó que el protocolo ya soporta 116 aplicaciones, desde herramientas de detección de deepfakes hasta sistemas de inferencia que superan a soluciones centralizadas como Perplexity, ofreciendo respuestas a 400 tokens por segundo frente a los 200-250 de sus competidores. “Es un sistema distribuido, con computadoras en todas partes, provisionadas por gente como tú y yo. Eso lo hace más rápido y eficiente”, afirmó.
El ingeniero, quien ha presentado estas ideas en conferencias internacionales y ante legisladores en Washington, aboga por los sistemas abiertos como solución a los riesgos de la centralización. “Los sistemas abiertos ganan porque son como el internet o Linux: nadie los controla, todos pueden colaborar. La innovación no ocurre en sistemas cerrados”, sostuvo José Ríos.
Un futuro descentralizado para la tecnología
La convergencia entre IA y la “blockchain”, según José Ríos, trasciende lo técnico para abordar cuestiones sociales y económicas. Proyectos como Bittensor no solo resuelven problemas computacionales, sino que hacen participar a comunidades marginadas del desarrollo tecnológico.
“En nuestros países [latinoamericanos], el nivel de inteligencia es igual o mejor, pero no tenemos los recursos. Con Bittensor, un ingeniero puede trabajar desde cualquier lugar y ser recompensado sin pedir permiso”, afirmó.
Para Bitcoin, la IA está abriendo nuevas posibilidades en la optimización de procesos periféricos, con el ahorro energético como un avance especialmente prometedor.
En redes como la de Bittensor, la descentralización se extiende al desarrollo de IA, creando un modelo donde la innovación tiene un alcance más global.
Ríos concluye con una visión optimista: “La tecnología abierta siempre encuentra su camino. Bitcoin lo demostró, y ahora la IA descentralizada está abriendo un nuevo capítulo para que todos, no solo unos pocos, seamos parte de esta revolución”.