Un nuevo artículo de la Escuela de Economía de Londres sostiene que la infraestructura existente para la realización y transmisión de valores pone en riesgo a los propietarios de activos (acciones, valores bolsa y en fondos de inversión) y señala que una eventual adopción de las aplicaciones blockchain contribuiría a solucionar dicho problema.
El informe fue escrito por la investigadora de la casa de estudios londinense Eva Micheler, y por el abogado Lucas von der Heyde, adscrito al bufete ENSafrica. En el documento se plantea que, mientras la evolución de los instrumentos financieros desde el papel a los sistemas electrónicos aceleró los procesos de comunicación, compra y venta de activos, esto introdujo la posibilidad de que las empresas que median en los procesos no siempre cuenten con la cantidad de capital necesario para cubrir el valor del activo adquirido.
Una debilidad estructural
El riesgo de custodia es el gran problema del sistema bancario moderno. Se trata de la probabilidad que tiene un tenedor de capital (como por ejemplo un banco) de responder por él mismo, es decir, tener la liquidez para cubrir dicho capital. La razón de que una empresa en el sector financiero deba de tener suficiente capital para cubrir los valores que comercia a nombre de un tercero, es que en caso de que este solicite retirar el valor o el monto de dinero, la empresa debe poder entregárselo.
No obstante, desde la introducción de sistemas digitales para llevar los procesos contables y transacciones, fueron muchas las empresas que entendieron que la confianza del tercero (llámese cliente o inversor) era el punto del negocio. Siempre que este confiara, no pediría los capitales o valores y la firma podía disponer de los capitales de todos sus inversores para hacer movimientos que le generasen beneficios a la propia empresa. La crisis de 2008 puso en evidencia que esta era una de las grandes debilidades de la estructura bancaria: un banco trabajará los capitales de sus ahorristas sin tener la capacidad de cubrir la suma total de lo que estos le han depositado y una firma de comercio de valores podía hacer lo propio con el dinero de sus inversionistas.
Según los autores, todo lo anterior es sólo posible porque la era digital contribuye a crear la ilusión de que el dinero no está siendo movilizado. Un ahorrista ve en el portal bancario un número equivalente al total de lo que ha depositado en el banco, pero eso no implica que ese capital esté quieto y resguardado. «Los ordenadores casi han eliminado el riesgo de la transacción y, al mismo tiempo, introdujeron el riesgo de custodia». Ante ello, los autores señalan que: «La aplicación de la blockchain a los procesos de cotización y liquidación de valores ha atraído una atención significativa de la industria financiera en todo el mundo». Una serie de bancos han estado probando sistemas y prototipos basados en blockchain, y más de un par de nuevas empresas que trabajan en la industria se dedican a estos dos tipos de operaciones que señala el informe.
En el informe se asegura que la incorporación de la blockchain para estas transacciones reducen el riesgo de custodia. «No hay necesidad de que los centros de negociación, compensación y liquidación operen por separado. No hay exposición al riesgo porque cada transacción es registrada y ese número si es real» aseguran y añaden que: «El comprador y el vendedor pueden interactuar directamente entre sí. Se puede intercambiar valores y efectivo directamente y en tiempo real».
El problema de los intermediarios
Micheler y Von der Heyde argumentan que con el aumento de la velocidad en la comunicación de los sistemas, lo que ocurrió es que el entorno de las transacciones de liquidación de valores pasó a estar conformado por «inversores separados de los emisores a través de la intermediación».
Según los autores del informe, esto significó que los inversores asumieran los riesgos asociados a todos los intermediarios que operan entre ellos y el emisor. «Si alguno de los intermediarios no dispone del capital para avalar la operación y aún así la ejecuta, esto es un riesgo para el inversor».
Además, el documento sostiene, es la digitalización en sí la que ha dado lugar a redes más amplias de los intermediarios, alimentando aún más los riesgos.