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Trump no puede ser reelecto; solo tiene 4 años para cumplir sus promesas.
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Varias de sus promesas pueden tomar tiempo en honrarse.
“El político piensa en la próxima elección;
el estadista en la próxima generación”
Otto von Bismark
Donald Trump ganó la presidencia de los Estados Unidos y hay mucho entusiasmo en un amplio segmento de la comunidad bitcoiner, al menos el más vocal en la red social X (Twitter). Da la sensación de que, por el solo hecho de haber sido electo, dieran por asumido que ya cumplió con sus promesas. Como reza el refrán, no hay que contar los pollos antes de nacer.
Resulta extraño, por no decir incómodo, tener que recordar a bitcoiners que el escepticismo, y no la apología, debería ser la postura base ante cualquier político. “No confíes, verifica” es una máxima que no solo aplica al software, sino que sirve de principio guía para aproximarse a toda realidad, especialmente al poder centralizado.
En su periodo presidencial anterior, Trump repudiaba a Bitcoin. Y los bitcoiners… digamos, al menos, que no alababan a Trump como se ve últimamente. Ahora que Trump rectifica y cambia su posición respecto a Bitcoin, el foco y la deferencia no deben estar dirigidos hacia el hombre, sino a los compromisos adquiridos con la industria cuando buscaba sus votos y aceptó su financiamiento.
Trump adquirió al menos diez compromisos con la industria durante su campaña:
- Cesar la hostilidad por parte del gobierno de Estados Unidos hacia la industria de criptomonedas.
- Liberar al fundador de Silk Road, Ross Ulbricht en el día 1 de su mandato.
- Frenar futuros desarrollos de una CBDC gubernamental de Estados Unidos.
- Despedir al presidente de la SEC, Gary Gensler.
- Proponer una legislación exhaustiva para las criptomonedas.
- Prevenir que Estados Unidos venda sus tenencias de Bitcoin.
- Promover la minería en Estados Unidos.
- Establecer una reserva estratégica de Bitcoin.
- Recomendar usar las criptomonedas para manejar los problemas de deuda de los Estados Unidos.
- Hacer de Estados Unidos la capital mundial de las criptomonedas.
De estas acciones, hay algunas que son de acción inmediata y dependen solo de la voluntad de Trump; otras, tomarían más tiempo y requieren la suma de varias voluntades.
Indultar a Ross Ulbricht es una decisión discrecional del presidente y que puede ser tomada apenas asuma el cargo. Este indulto es el primer compromiso que los bitcoiners deben tener en la mira para ponderar si Trump es o no es una persona de palabra.
Teniendo la mayoría del congreso a su favor, cesar la hostilidad contra la industria suena como algo que también debería esperarse desde el día uno en que tome posesión. La mayor traba para que esto sea posible: Gary Gensler.
Aunque Trump promete despedir al actual presidente de la Comisión de Bolsa y Valores (SEC), quien ha tenido una gestión persecutoria contra las empresas del sector, en teoría, solo podría despedirlo bajo causa justificada. El proceso de revisión puede demorarse hasta un año, lo cual ya daría para cumplir con su período en enero de 2026. Quedaría, entonces, en Gensler, la decisión de continuar su mandato o renunciar.
Algo similar ocurre con las decisiones que tienen que ver con otros organismos como la Reserva Federal, el Departamento del Tesoro, el Departamento de Justicia. Si bien son cargos nominados por el presidente ejecutivo y ratificados por el poder legislativo, se espera que estos organismos actúen de manera independiente e imparcial respecto al gobierno de turno. Por tanto, decisiones como frenar los desarrollos de CBDC, establecer una reserva estratégica en Bitcoin, usar criptomonedas para la gestión de la deuda y evitar las ventas de las tenencias de Bitcoin del país, son medidas que pueden tomar tiempo, si se siguen los cánones regulares.
Esto no significa que sean compromisos que deban olvidarse ni mucho menos dilatarse; todo es lograble si hay suficiente voluntad política. Precisamente por el tiempo que tomarán en llevarse a término, son acciones que deben planificarse e irse gestionando si Trump quiere cumplir con su promesa. Recordemos que este es el segundo mandato de Trump y, según la enmienda 22 de la Constitución de Estados Unidos, ninguna persona puede ser elegida más de dos veces como presidente. A pesar de estas condiciones, Bitcoin no aparece entre las primeras acciones ejecutivas de Trump.
Por este motivo es que los bitcoiners, especialmente aquellos que financiaron su campaña, deben estar mucho más atentos y presionar para que Trump y todos los congresistas apoyados cumplan sus compromisos.
Al no haber una reelección futura que sirva como incentivo para cumplir con su palabra en orden de conseguir nuevos votos, Trump no tiene una presión transaccional para honrar su palabra. Esta es otra razón que debería aumentar nuestro escepticismo para evitar ser complacientes con el recién electo presidente.
¿Qué hacer entonces? Siguiendo los caminos de la democracia, los ciudadanos estadounidenses pueden mantenerse en comunicación con sus representantes para que presionen al presidente; organizar, participar y/o apoyar ONG que trabajen en defensa de la industria; promover la discusión en foros presenciales y digitales para que el recordatorio de los compromisos adquiridos se mantenga en la opinión pública. En general, manifestarse, protestar, hacer ruido para que las promesas no queden en palabras huecas.
Promover Bitcoin es como construir un monumento, algo cuyos frutos quizás no veas de inmediato pero que sabes que se transformará en tu legado para el futuro. Esto es algo que está sabiendo Bukele y que, si Trump sigue sus pasos, dejará marcado su nombre en los libros de Historia.
Dicho de otra manera, Trump debe estar al servicio de Bitcoin; Bitcoin nunca estará al servicio de Trump. Bitcoin ya ganó. Bitcoin ha venido ganando desde hace años y esto no tiene nada que ver con quien sea presidente de Estados Unidos. Lo único que puede cambiar quién dirija este u otro país es con qué velocidad la adopción de Bitcoin avanza o cuánta fricción encuentran las personas para adoptarlo.
Bitcoin no necesita ningún político. Por el contrario, parecen ser los políticos quienes necesitan Bitcoin. Por eso lo usan como bandera de campaña. Por eso hacen promesas en apoyo de la industria. Porque saben que el futuro, y el capital del futuro, está ahí.
En algunos años, cuando hagamos zoom out, Trump será tan solo un episodio más en la gran epopeya de Bitcoin. Por tanto, no tiene sentido desgastarnos en alabanzas hacia él antes de que sus acciones tomen el lugar de sus palabras. Pero ya que prometió servir a la industria, los bitcoiners deben aprovechar esta oportunidad para encauzar su trabajo hacia acciones favorables a la industria y que rinda cuenta por los compromisos adquiridos.