Desde la creación de Bitcoin, la primera criptomoneda, la minería ha sido parte esencial de su tecnología y cada avance logrado en los equipos y programas utilizados para esta actividad impacta directamente en su desarrollo.
El uso de hardware cada vez más avanzado para minar bitcoins, aunado a la proliferación de las granjas (lotes de equipos utilizados en conjunto para minar criptomonedas) de los mineros, hizo que esta actividad se volviera algo poco provechoso para quienes contaban con dispositivos menos potentes o con un número reducido de ellos.
El 27 de noviembre de 2010, alguien tuvo una idea que revolucionó la minería de bitcoins para siempre. Un usuario del foro BitcoinTalk, bajo el pseudónimo de Slush, propuso crear un clúster al que se unieran todos los mineros con equipos de bajo rendimiento, con el fin de juntar el poder de procesamiento de sus máquinas y dividir la recompensa de los bloques minados entre todos de forma equitativa. De esta forma nació el primer pool de minería de criptomonedas, actualmente conocido como Slush Pool.
Después de que el éxito de esta iniciativa se fue haciendo notorio, otros pools empezaron a surgir ofreciendo diferentes beneficios a quienes se unieran. Un par de años más tarde ya existían más de 10 pools de minería de bitcoins, con diferentes sistemas de remuneración para sus usuarios.
Los pools y la centralización
A mediados del 2013 apareció un nuevo pool en la comunidad de mineros que marcaría un hito, al ser el primero en concentrar el 51% del poder de minado en Bitcoin. GHash.IO, un pool de minería establecido en Países Bajos y asociado con la casa de cambio CEX.IO, cuyo surgimiento causó dudas en muchos bitcoiners sobre el correcto funcionamiento de la red.
El hecho de cargar 0% en comisiones a sus mineros por trabajar en este pool fue uno de los factores que facilitó a GHash.IO alcanzar tal magnitud de fuerza minera en menos de un año de fundado. Una fuerza que no solo le permitía minar más bloques en conjunto y obtener, por consecuencia, más recompensas; sino que, en teoría, le daba la oportunidad de efectuar distintos tipos de ataques a la red.
En aquella oportunidad, ante el revuelo provocado por quienes advertían del riesgo existente en que una sola plataforma tuviese en sus manos tanta fuerza, voceros de GHash.IO explicaron que no tenían ningún interés en atacar esta red; puesto que, ellos también saldrían perjudicados tras una acción semejante.
Las razones para no atacar a Bitcoin dadas por quienes administraban este pool eran, y siguen siendo, perfectamente lógicas. Un pool que se atreva a sacar provecho de un alto poder de minado en una red como Bitcoin arriesga mucho, para ganar muy poco. Con tantos mineros usando su servicio, la captación de comisiones es altísima, aunque se cobre un porcentaje bajo. Por otro lado, tras realizar un ataque malintencionado a Bitcoin, tanto desarrolladores principales como la comunidad bitcoiner actuarían de inmediato para detener el ataque y al atacante. Un pool que se preste para algo así arruinaría su reputación y correría el riesgo de quedar solo o con muy pocos mineros, lo que reduciría cuantiosamente sus ganancias.
Además, el mercado reaccionaría rápidamente ante un evento de esa magnitud, lo que generaría ventas masivas de bitcoins por parte de tenedores que pierdan la confianza en la seguridad de esta criptomoneda. Esto traería consigo un desplome en el precio del BTC que disminuiría ipso facto las “ganancias” obtenidas por el perpetrador del ataque. En pocas palabras: todo indica que no vale la pena realizar un ataque de este tipo a Bitcoin.
Ante lo ocurrido con GHash.IO y bajo recomendación de los mismos administradores del pool, la comunidad halló la solución. Los mineros de Bitcoin entendieron lo importante que era una distribución equitativa del poder de minado entre los pools disponibles y no concentrarse todos en unos pocos. Por esta razón, muchos de ellos fueron abandonando GHash.IO para incorporarse a otros pools e incluso crear los suyos propios, bajo los parámetros que consideraban importantes, justos o competitivos para un grupo de trabajadores de este tipo.
A mediados de este 2018, un escenario similar al de GHash.IO se vio una vez más en Bitcoin. Dos pools de minería administrados por la empresa china Bitmain, Antpool y BTC.com, obtuvieron en conjunto más del 40% del poder de minado de la red. El panorama lucía mucho peor si se tomaba en consideración la influencia de Bitmain sobre otros pools reconocidos, como ViaBTC, en el que el fabricante del Antminer S9 ha invertido una buena cantidad de dinero.
La amenaza de un potencial ataque de 51% empezó a preocupar a la comunidad bitcoiner, especialmente al considerar los antecedentes de Bitmain y sus ejecutivos, quienes promovieron la bifurcación de Bitcoin Cash en agosto de 2017 y desde entonces han tratado de proclamar a esta altcoin como el Bitcoin original, por diferencias con los desarrolladores de Bitcoin Core.
Sin embargo, con el pasar de las semanas, estas cifras fueron equilibrándose por sí mismas, repitiendo la el libreto de Ghash.IO y alejando nuevamente las posibilidades de que un pool o una empresa conserve el control de la minería en Bitcoin. De hecho, actualmente la distribución de la tasa de hash en la red luce aceptablemente balanceada. Los pools de Bitmain siguen mostrándose con una mayoría relativa del poder de minado, pero ahora ambos solo suman un 25% de la minería. Una cifra a la que, aunque se le sume la tasa de hash de ViaBTC, no llega al 40% que alcanzó anteriormente.
Un ciclo descentralizador
Las evidencias que nos ha traído la historia de Bitcoin hasta ahora nos afirman que es una tecnología nacida para descentralizar, desde su emisión, hasta su uso y desarrollo. En este sentido, la descentralización natural de la minería en Bitcoin llega gracias a que no hay restricciones que impidan a sus protagonistas elegir su rumbo.
Cualquier usuario es libre de crear un nuevo pool y ponerlo a disposición de otros mineros y bajo las condiciones que considere pertinente ofrecer. Los mineros también son libres de escoger en qué pool minar. De hecho, existe una estrategia llamada pool hopping, que consiste en minar en un pool únicamente en los momentos en que este ofrece mejores beneficios a sus mineros. Cuando las condiciones cambian, el minero “salta” (hop) a otro pool que le ofrezca mejores beneficios o pasa a minar solo, algo lo puede hacer tantas veces como le parezca necesario o provechoso.
Esta libertad facilita la diversificación del poder de minado en Bitcoin. Esta diversificación queda directamente en manos de los propios mineros, y hasta ahora ellos mismos han logrado conservar el equilibrio de este ecosistema ante diversas amenazas.
Así, la misma comunidad, de forma natural, como si estuviese destinada a ello, ha logrado desencriptar los códigos que le permiten seguir adelante en la búsqueda de una solución que traiga libertad a sus usuarios.
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