Hechos clave:
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Se ha puesto de moda usar redes y dApps para recibir, ocasionalmente, tokens como recompensa.
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En muchos casos, promesas de airdrops terminan siendo estafas.
¿Alguna vez has oído hablar de buscar tréboles de cuatro hojas en un campo digital? En el mundo de las criptomonedas, tenemos algo similar llamado «farmear airdrops».
Para entender qué es un airdrop, imagina que estás caminando tranquilamente por el ciberespacio y, de repente, ¡bam! Alguien te lanza un puñado de criptomonedas gratis, como una lluvia sorpresa de monedas digitales. Eso es un airdrop.
Pero, actualmente, recibir airdrops no es tan simple como abrir la boca (o la wallet) y atrapar gotas de lluvia de dinero digital. Requiere una especie de danza con las redes de criptomonedas y aplicaciones descentralizadas, participando activamente con la esperanza de ser elegido para recibir estas recompensas. Esta participación incluye hacer el mayor número posible de transacciones en una determinada red, o efectuar decenas de intercambios en algún exchange descentralizado, o interactuar con todos los contratos inteligentes posibles, con el fin de «sumar puntos».
A esto, popularmente, se lo ha llamado ‘farmear airdrops’ (expresión que deriva del yield farming de las finanzas descentralizadas). CriptoNoticias ha reportado que existen cazadores de airdrops que se toman tal actividad como si fuera un trabajo al que le dedican varias horas por día.
Como si estuvieras en una búsqueda del tesoro, inviertes tiempo, esfuerzo y, sí, incluso dinero (en forma de comisiones o «gas» para realizar transacciones en estas redes), con la esperanza de que al final del arcoíris digital encuentres una olla de criptomonedas. Pero, ¿y si te dijeran que el arcoíris a veces es una ilusión y la olla no es más que una trampa?
Aquí es donde entra el consejo de Pablo Sabbatella, un argentino especialista en criptomonedas y seguridad informática que ayer escribió lo siguiente en X:
«Si el tiempo que le dedican a farmear airdrops (dónde muchas veces terminan siendo scameados), lo dedican a estudiar y aprender, podrían conseguir laburos con los que ganarían muchísimo más dinero, además de poder hacer un aporte real al ecosistema. Hay excepciones, pero poquísimas».
Pablo Sabbatella, especialista en seguridad informática y criptomonedas.
Lo que dice este reconocido divulgador de las tecnologías descentralizadas tiene sentido. Muchos son los que quedan deslumbrados con las promesas de dinero fácil mediante airdrops. Pero lo cierto es que no es tan fácil y, la mayoría de las veces no es mucho dinero.
Claro, puede que hayas visto algunas noticias como el airdrop de Uniswap que pagó unos 1.500 dólares en 2020. O el airdrop de ENS mediante el cual algunos recibieron más de 20.000 dólares de recompensa. Pero quizás no te enteraste (pues los medios de comunicación no suelen reportarlo) que existen decenas de airdrops que han pagado menos de 10 o 20 dólares (que probablemente no haya servido ni para compensar el dinero gastado en comisiones en alguna red o protocolo descentralizado).
Además, muchas promesas de airdrop que se ven frecuentemente en redes sociales (principalmente en X) son estafas. Al conectar su wallet, lo que el usuario recibirá no son tokens gratuitos sino el robo de su dinero.
Pablo Sabbatella: «Lo que se aprende ‘farmeando’ es mega superficial»
Por supuesto, quienes están empecinados en recibir dinero «gratis» (que, como se ha visto, no es tan gratis) defienden su postura. En la publicación de Sabbatella en X alguien le comentó: «Si tenés menos de 2.500 o de 10.000 dólares de capital gastable en inversiones, no hay nada mejor que cazar airdrops. El sueldo lo vas a usar para vivir, no para gastar/invertir. Además, en el proceso de cazar airdrops aprendés».
Sabbatella contraargumentó: «Creo que si se lo dedican a aprender, con un laburo hacen muchas mas X. Lo que se aprende farmeando es mega superficial, cero conocimiento por el que seas contratable, por lo que suelo ver. Con un buen sueldo podes vivir, ahorrar, invertir».
Otro usuario de X le comentó que se pueden hacer las dos cosas: aprender algo útil y cazar airdrops. Para el autor de la publicación original, esto no es así e insistió con su argumento: «Salvo muy pocos casos, [farmear airdrops] no rinde el tiempo que se le dedica».
También hubo quienes tomaron el consejo de Sabbatella y le preguntaron qué es lo que conviene aprender. El informático respondió que eso depende del perfil de cada uno, pero que, si no se tiene un buen nivel de inglés, sería bueno empezar por eso.
¿Cazadores de tesoros efímeros o artesanos de un ecosistema en evolución?
Al final del día, la gran cuestión con «farmear airdrops» se asemeja a una antigua parábola: ¿Es mejor darle a alguien un pescado o enseñarle a pescar? Los airdrops, esos destellos digitales de riqueza, pueden parecer pescados caídos del cielo, pero ¿son realmente suficientes para sustentar una dieta saludable en el mundo de las criptomonedas? La perspectiva de Pablo Sabbatella sugiere que no.
En esta era de avances tecnológicos y cambios rápidos, la verdadera habilidad no reside en capturar ocasionalmente un ‘airdrop’ fugaz, sino en equiparse con la caña, el hilo y el conocimiento para navegar en las aguas profundas. Así, en lugar de ser meros cazadores de tesoros efímeros, nos convertimos en aprendices y artesanos de un ecosistema en constante evolución.
Tal vez, en este proceso de aprendizaje, descubramos que el valor real no se encuentra en los tokens que caen en nuestra wallet, sino en el conocimiento y las habilidades que acumulamos, capaces de abrirnos puertas a oportunidades más consistentes y gratificantes. En lugar de perseguir la promesa de ganancias rápidas, podríamos estar construyendo una base sólida para una carrera más fructífera y significativa en la industria de los activos digitales.
De todos modos, por supuesto, que cada uno proceda como mejor le parezca. Al final, cada quien elige su camino en el laberinto digital.