Hoy fui estafado en un esquema de inversión paralelo. Hoy me timaron unos sujetos que se hicieron pasar por otra entidad para ofrecerme una “oportunidad de hacer dinero”. La “oportunidad”, en este caso, era en una oferta previamente conocida, con mucho detalle y muy prometedora. Oferta que, de paso, había terminado en menos de quince minutos, copando el límite máximo de dinero a recaudar permitido por la entidad en cuestión.
Lo peor de la estafa no es que haya sucedido, pues estafan diariamente a miles de personas en el mundo. Lo peor es que la perpetraron utilizando dos tecnologías de las que alego conocer sus fundamentos y potencial para cambiar y mejorar nuestra sociedad: redes sociales y blockchain.
Esta tarde se llevó a cabo una recaudación masiva de monedas, conocida en el argot bitcoiner como Oferta Inicial de Monedas, o ICO, por sus siglas en inglés (Initial Coin Offering), para una plataforma de contratos inteligentes que permitirá administrar empresas digitalmente desde la blockchain de Ethereum.
Las ICO son la evolución de las Ofertas Públicas Iniciales (IPO, por sus siglas en inglés), a las que Investopedia define como “la primera vez en que las acciones de una compañía privada son ofrecidas al público”. En el caso de las ICOs, en el que los contratos inteligentes sustituyeron al intermediario (la casa de bolsa), las cripto-acciones son emitidas en una blockchain (Ethereum en esta ocasión) y programadas para ser entregadas a quienes paguen por éstas con criptomonedas. Esta programación añade, a su vez, condiciones que se ejecutan automáticamente para el cierre de la oferta pública y la entrega de las cripto-acciones a las identidades involucradas en la recaudación de dinero (Las identidades son, curiosamente, las direcciones de cartera de Ethereum).
Conociendo este proceso y la tecnología involucrada, que anotará en un registro público todas las transacciones realizadas por los inversionistas y procedimientos ejecutados por el contrato inteligente, se vuelve trivial saber lo que sucede en una ICO: qué dirección de cartera (identidad) recibe el dinero, cuánto recibe, en qué momento y de qué identidades proviene; más aún, cuando abre y cuando cierra la oferta pública.
Parece tonto, entonces, haber caído en una estafa que involucra la promesa de hacer dinero en una Oferta Inicial de Monedas recientemente finalizada. Pero me pregunto si deja de ser tonto cuando la estafa no solo tiene que ver con registros distribuidos y contratos inteligentes, sino también con interacciones humanas. Cuando la expectativa y desilusión son manipuladas para volver ciego a quien siente estas emociones ante una “oportunidad”… demasiado buena para ser verdad.
Luego de cerrada la ICO de la plataforma en cuestión, un timador creó una cuenta en la red social Twitter que copiaba todo el contenido de la cuenta oficial: foto de perfil, fondo, nombre, descripción, ubicación, ¡hasta personas seguidas y seguidores!; incluso replicó los tweets publicados por la cuenta oficial, en el mismo orden. El timador seguía entonces a la víctima, esperando que lo siguieran de vuelta antes de mandar tweets para llamar la atención de los “potenciales clientes”. Una vez en posibilidad de contacto directo, enviaba un mensaje privado: “Nos encontramos buscando evaluar el apoyo social de [el proyecto]. Le gustaría tomar una encuesta rápida para obtener un negocio a mitad de precio de [las cripto-acciones en cuestión]”. Teniendo expectativas por entrar en esta oferta y decepcionado de haberla perdido… ¿cómo no ver que seguía luego?
Lamentablemente, el siguiente paso era la consumación del robo. Robo que, afortunadamente dentro del infortunio, tuvo un máximo inicial, pero pudo haber continuado hasta el infinito de no haberme percatado a tiempo, pues, como es de imaginar, los ladrones siempre quieren robar más.
¿Qué me salvó? un mensaje de cordura “¿Pero ESO no es medio tenso?”. ¿Qué los delató a ellos? la letra “q”.