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Krueger cree que, para el año 2045, bitcoin sería piedra angular de las finanzas mundiales.
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El maximalista de BTC piensa que, aunque débiles, los bancos centrales seguirán existiendo.
Para el analista e inversor Fred Krueger, al sistema monetario actual aún le queda más vida de la que muchos creen. En una reciente publicación, advirtió que «no hay ninguna posibilidad» de que el dinero fíat desaparezca en los próximos 20 años.
Según el especialista, no se avecina un reemplazo inmediato, sino una convivencia: un sistema híbrido en el que bitcoin (BTC) asumirá un papel cada vez más protagónico, aunque no todos se verán igualmente beneficiados.
A juicio de Krueger, este escenario mixto favorecerá a quienes ya forman parte del ecosistema, mientras que el resto seguirá enfrentando problemas cada vez más pronunciados: las deudas estatales continuarán acumulándose, los activos financieros se inflarán artificialmente y la inflación seguirá erosionando el poder adquisitivo.
El comentarista también compartió su visión a largo plazo sobre el papel de BTC en la economía global. Para el año 2045, anticipa que la creación de Satoshi «muy probablemente se convierta en la capa base de liquidación de gran parte del sistema financiero mundial». Esto significa que todas las demás formas de dinero, como monedas fíat, stablecoins o créditos, acabarían liquidándose en bitcoin.
Además, predice que los precios se expresarán en satoshis —la unidad de cuenta más pequeña de bitcoin—, y que instrumentos como hipotecas, bonos y deudas corporativas pasarán a denominarse en BTC. Los bancos centrales, según Krueger, continuarán existiendo, aunque sin el control monetario que ejercen en la actualidad.
A diferencia del dinero fíat, cuya emisión depende de decisiones políticas y puede expandirse sin límite, bitcoin tiene una característica clave: su escasez. Solo se emitirán 21 millones de unidades, una política monetaria inalterable que lo convierte en una reserva de valor más sólida.
Esta característica le da una ventaja frente a las monedas tradicionales, que en tiempos de crisis o déficit pueden emitirse sin control, generando inflación y pérdida de confianza.
De hecho, varios usuarios que comentaron en las publicaciones de Krueger remarcaron esa diferencia. Señalaron que la transición hacia un sistema basado en BTC será lenta y que, mientras tanto, habrá quienes sigan intercambiando sus bitcoin por «rectángulos de papel coloreado», es decir, billetes fíat. Para muchos usuarios, la gente hará esto por necesidad o porque aún no comprende la magnitud de los cambios que están en marcha.
Otros internautas fueron aún más enfáticos. Uno de ellos afirmó que «lo único que te impide convertirte en bitcoiner eres tú mismo», y que la única forma real de perder en este juego es no sumarse.
Algunos incluso comparan el cambio que se avecina con una transformación profunda en la forma en que funciona nuestra sociedad y economía. En ese sentido, un usuario subrayó la aparición de los llamados activos del mundo real (RWAs, por sus siglas en inglés), que son activos tangibles como bienes raíces o materias primas tokenizados en redes de criptomonedas. Estos instrumentos, a diferencia del dinero fíat, están respaldados por valor tangible.
Por otro lado, hay usuarios de redes sociales advirtiendo que, aunque los bitcoiners serán los próximos en acumular riqueza, la verdadera libertad podría tardar un siglo en concretarse. En ese sentido, hacen una analogía con los defensores del oro, que llevan más de 50 años esperando que su activo brille como refugio definitivo frente al colapso del dinero fíat. Lo primero sí ha ocurrido, pero lo segundo aún no.
En esta misma línea crítica, el comentarista financiero Max Keiser se pronunció recientemente. Tras un comunicado oficial de la Casa Blanca sobre presuntas irregularidades en la era Obama, el especialista aprovechó para reafirmar su tesis central: el sistema fíat está en su fase terminal y bitcoin es la única vía de escape.
Como reportó CriptoNoticias, Keiser describió el dinero tradicional como una «adicción basada en el miedo y el odio», mientras que definió a bitcoin como una forma de redención espiritual. Según él, esta tecnología representa «la última oportunidad que Dios le da a la humanidad» para corregir su rumbo.