-
Países subdesarrollados son los que más necesitan de bitcoin, pero son los que menos saben de él.
-
Hay que considerar las limitaciones económico-sociales cuando se utiliza a bitcoin para ayudas.
Bitcoin puede otorgar autonomía financiera a sus usuarios. También es una moneda resistente a la censura y que plantea una nueva manera de transferir valor. Debido a estas características muchos consideran que Bitcoin es la tecnología perfecta para casos de uso humanitario. Y, aunque están en lo cierto, puede que algunos de los promotores de esta visión no estén tomando en cuentas las dificultades que presenta esta criptomoneda en países con infraestructuras económicas precarias.
Este tema fue discutido por Marco Barbosa del proyecto Impact Market, Anita Posch del podcast Bitcoin & Co y Fereshteh Forough de la iniciativa Code to Inspire, en el quinto día del evento LaBitconf.
Cada uno de estos individuos han dedicado los últimos años de su vida a desarrollar proyectos sociales donde Bitcoin y las redes blockchain tienen un papel fundamental. Una tarea que describen como gratificante, pero que también ha tenido sus contratiempos.
Para poner en contexto empecemos por Posch. La anfitriona del podcast se encuentra residenciada en Austria, pero dedicó los primeros meses del 2019 para viajar por Zimbabue y Botsuana buscando historias sobre cómo la gente de estos países lograba sortear las dificultades con Bitcoin. Para Anita Posch la verdadera fuerza de Bitcoin está en su posibilidad de cambiar la vida de las personas, sobre todo de aquellos que se encuentran limitados económicamente y cuyos derechos peligran constantemente.
“Para mí, blockchain y Bitcoin son herramientas para darle a la gente y a los individuos más libertad y, básicamente, una nueva distribución de las riquezas”, comentó Posch cuando intervino en el panel. Ella declara que este siempre ha sido su interés, y pudo contribuir en ello en su estadía de unas semanas en Zimbabue. Posch prestó sus redes sociales y la plataforma de su podcast para iniciar una campaña de donaciones para un colegio en Zimbabue, el cual necesita de financiamiento para seguir funcionamiento.
La comentarista afirma que, en un inicio, la directora del colegio estaba incrédula sobre el funcionamiento de Bitcoin. “Lo llamaba dinero de Monopolio”, afirmó Posch entre risas. Esta persona también tenía miedo a la hora de usar bitcoin, puesto que pensaba que el Estado podía tomar represalias contra ella y el colegio por no aceptar estas donaciones en la moneda nacional. Posch tuvo que iniciar a campaña de donaciones únicamente en sus redes sociales, evitando así que el colegio se viese directamente involucrado con el nombre de Bitcoin.
“Ella comenzó a entender que bitcoin era dinero real cuando la lleve con alguien que comercializa con bitcoin”, comentó Anita. La directora recibió, a cambio de los bitcoins recaudados, dólares zimbabuenses. Gracias al éxito del intercambio, comprendió que existía valor real en aquel “dinero de Monopolio”. En la actualidad, esta directora ahorra bitcoin para sacarle mayores ganancias a las donaciones que se le hacen al colegio, y ha aprendido a intercambiar su dinero sin mayores problemas.
En Afganistán y Venezuela también aprenden poco a poco sobre Bitcoin
Al igual que la historia de Posch, Marco Barbosa, con usuarios venezolanos, y Fereshteh Forough, con estudiantes afganas, han tenido que enseñarlos poco a poco a entender y utilizar criptomonedas. Barbosa tiene un mercado descentralizado de UBIs, un tipo de seguro que se cobra por uso y que puede ser financiado por terceros gracias a donaciones en criptomonedas.
La plataforma de Barbosa está desarrollada en Celo, una red de contratos inteligentes inspirada en Ethereum. De esta manera, los usuarios pueden recibir donaciones en formato de tokens directamente en sus teléfonos celulares. Es decir, no hay intermediarios de por medio. Barbosa afirma que el mayor reto al que se enfrentaron fue tratar de explicar a sus usuarios de qué se trataban estos tokens, sobre todo a aquellos beneficiarios provenientes de Venezuela que necesitaban utilizar ese dinero digital en su día a día.
“Les dijimos que eran como dólares digitales”, señalo Barbosa. Bajo el concepto del dólar, los usuarios se sentían más familiarizados con la tecnología, ya que esta moneda es de uso común en Venezuela. Sin embargo, mientras más cómodos se sentían con la plataforma, más querían saber sobre el dinero que estaban manejando, así que paulatinamente fueron aprendiendo que estas monedas eran tokens que se intercambian en una blockchain. “El concepto de Bitcoin también les era conocido”, apuntó el creador de Impact Market.
Cuando los conceptos ya habían sido incorporados al uso cotidiano, empezó a ser más fácil para los beneficiarios intercambiar sus tokens e incluso comprar criptomonedas, tales como bitcoin. Debido a esta experiencia, Barbosa considera que el conocimiento es la base de la adopción y que solo con una familiarización con las criptomonedas los usuarios se sentirán más confiados al utilizarlas.
Frereshteh, por otro lado, afirma que la idea de una moneda no física impactó a las estudiantes de Code to Inspire. Su iniciativa está basada en un grupo de mujeres afganas e iraníes que desean aprender más sobre tecnología y codificación, un emprendimiento arriesgado y costoso en dos países donde los derechos de las mujeres están muy mermados. Además de aprender sobre Bitcoin, el proyecto recibe donaciones en esta criptomoneda para mantenerse a flote, pero no ha sido tan sencillo que las beneficiarias se adapten.
“A veces, es difícil cambiar el dinero”, señala Fereshteh. En Afganistán, por ejemplo, aún no existe un mercado variado que ofrezca distintas oportunidades para intercambiar bitcoins por monedas nacionales. En este sentido, resulta aún más difícil que los beneficiarios de las donaciones entiendan el funcionamiento de la criptomoneda. El hecho, además, de que sea dinero digital dificulta aún más su comprensión, señala la emprendedora. Sin embargo, esto no la desmotiva para seguir utilizando la criptomoneda.
“Enseñar a estas mujeres sobre Bitcoin y blockchain es el camino para que ellas puedan ser económicamente independientes y ganen libertad financiera”, arguyó la creadora de Code to Inspire. Con esta idea en mente, Fereshteh afirma que quieren seguir creando ambientes educativos seguros y cree que los sistemas descentralizados permiten la apertura de nuevas escuelas con esta característica. Una historia que demuestra que, a pesar de las dificultades, Bitcoin sigue teniendo un impacto positivo en las causas sociales.