El primero de los fantasmas se presentó en medio de olas que entraban y salÃan de la casa, desordenando por completo la pulcra habitación de Jesie y amenazando con ahogarla en cualquier momento. Se trataba de un hombre con rasgos asiáticos, un traje de Santa Claus naranja, lentes en forma de «B», una cara inexpresiva y un aire de sabidurÃa.
Al recuperarse del shock inicial, Jesie comenzó a interrogar a esta extraña figura que flotaba a unos diez centÃmetros de la superficie del agua. También intentaba en vano buscar en el lóbulo de su propia oreja el microchip que la conectaba a Netflux, para confirmar si su visión era producto de haberse dormido en la plataforma (algo que resultaba muy peligroso para los usuarios ya que podrÃan quedarse atrapados allà permanentemente) pero no daba resultado.
La inmutable aparición flotaba y le extendÃa la mano en silencio, como esperando una confirmación para realizar alguna operación. El terror a morir ahogada pudo más que su desconfianza en los demás y al notar que el nivel del agua subÃa cada vez más, Jesie se aferró a la mano del fantasma. Este la transportó sobre las calles del barrio que la vio crecer, cuando los zapatos desechables habÃan pasado de moda y muchas personas estaban perdiendo sus empleos. Pudo ver a su madre, una polaca muy hermosa que cuidaba de sus hijos; también vio a su padre utilizando su teléfono inteligente para dar sus primeras altcoins a las dos pequeñas en navidad.
El fantasma luego la llevó a una navidad en otra época (también parte del pasado) al cuarto donde veÃa clases en lÃnea, participaba en videollamadas masivas donde los estudiantes se reunÃan para hacer «cosas de estudiantes». En ese mismo lugar fue donde ella conoció el amor. Pero esta no es una historia de amor, asà que no vamos a detenernos en la persona de quién se enamoró nuestra millonaria en su época de estudiante durante los dÃas navideños.
Jesie también fue llevada al momento exacto cuando Chan le vendió sus bitcoin como una medida desesperada para intentar salvar su patrimonio. Como era de esperarse, Jesie no se vio afectada por las navidades que el fantasma le hizo recordar. Solo comentó ante el hombre del traje naranja, en el tono prepotente que la caracterizaba, que se podÃa haber ahorrado la cantidad de efectos especiales que acompañaron su presentación si el contenido de las historias iba a ser «tan poco interesante».
– No sé qué tecnologÃa estás utilizando para que todo parezca real. Mañana debo trabajar y no me has dejado descansar. Por favor, devuélveme a mi habitación y limpia el desastre que has ocasionado. Si no estás en posición de hacerlo, avÃsame ahora para programar a Nancy en una jornada de limpieza completa.
La aparición se desvaneció de forma mucho menos impetuosa que como apareció. Todo estuvo en orden casi instantáneamente (aunque permaneció mojado) asà que Jesie se preparó para darse un baño y sacarse toda esa agua, de dudosa procedencia, de encima. Pero antes, entró a su vestidor (una habitación enorme, como la de todos los ricos en las pelÃculas) y paseó su mirada por las cientos de piezas de ropa interior que poseÃa para verificar que no estuvieran mojados, ya que esta era su pasión y el verdadero motivo por el que poseÃa Valeria’s Secret. Su negocio le permitÃa reunir a los mejores diseñadores del mundo para que confeccionaran sus piezas personales según su gusto y medidas.
Viendo aquel espectáculo al que estaba habituada, suspiró mientras se preguntaba si su hermana todavÃa usaba aquel pijama de seda amarilla que confeccionó su madre y que nunca pudo robarle. Mientras acomodaba las almohadas sentÃa un gran vacÃo por dentro, ya que no lograba explicar por qué su antiguo amigo se volvÃa en su contra de esa manera. Ella solo le habÃa quitado 50 millones de dólares en altcoins, lo cual fue «generoso» de su parte considerando que pudo habérselas quitado todas con aquel malware experimental. ¿De qué se trataba si no era un error de la Netflux? Decidió sentarse en la cama a leer un libro de contabilidad de la empresa y no dormir por precaución.
El segundo fantasma llegó tranquilamente cuando sonaron las campanadas que indicaban las diez de la noche. Se trataba de un hombre joven, flaco, muy alto con ojos verdes y tez blanca. VenÃa montado en un unicornio y vestÃa una franela azul con un gran diamante estampado.
– Soy el fantasma de la navidad presente y voy a mostrarte de lo que te estás perdiendo.
El primer lugar al que la llevó fue al hospital donde el hijo de Chan, su asistente, se encontraba descansando. El niño estaba cubierto por un montón de tubos y cables que hacÃan las funciones del sistema circulatorio. No se movÃa y las enfermeras trabajaban cambiando la sangre que circulaba por el cuerpo maltrecho del pequeño.
Esta vez Jesie cambió la expresión de su rostro durante unos segundos y el fantasma comenzó a hablar sin parar. Le explicaba sobre temas de robótica, tecnologÃa espacial y cómo se cultivaron con éxito las primeras plantas fuera del planeta. A Jesie le parecÃa interesante todo aquello, pero no podÃa evitar que ese niño en cama le recordara a su hermana y los dos hijos que recientemente se habÃa enterado que tenÃa.
Como si leyera sus pensamientos, el mismo fantasma la llevó a un orfanato donde, para su dolorosa sorpresa, se encontraban sus sobrinos. Uno de ellos era una pequeña niña de cabellos negros, quien frente a uno de esos artefactos obsoletos que llamaban laptop (muy similar a la que llevaba el hacker en su bolsa) escribÃa su petición a una dirección de correo llamada «el omnipotente». Al parecer, la petición era lo suficientemente conmovedora, pues logró sacar una pesada lágrima de los ojos de la frÃa multimillonaria, quien pidió al espectro que la sacara rápido de allÃ.
Jesie tenÃa más de diez años sin llorar, desde que se hizo una operación para extirparse los lagrimales. Los ojos le dolÃan demasiado, asà que fue con prisa al baño para lavar su rostro con agua caliente, pero Nancy (su aplicación predilecta) seguÃa sin responder.
La millonaria se detuvo en medio de la habitación y con un grito de dolor hizo que el fantasma de la navidad futura hiciera su aparición. Se trataba de un ser mitad hombre y mitad rana de piel color esmeralda. El personaje ocultaba sus partes nobles con un lienzo blanco y tenÃa una expresión bastante peculiar.
– Soy el croa espÃritu de la navidad futura. Mi nombre croa es Pepe. No te llevaré a ningún lado, croa sólo vengo a mostrarte este documento croa.
Jesie abrió el documento que el hombre rana le transfirió de forma inalámbrica y un frÃo recorrió su espalda. Se trataba de la semilla de su cartera de bitcoin, la dirección y la contraseña que protegÃa sus operaciones. Se imaginó en la calle, sin la ropa más costosa y alimentándose de comida orgánica que tan mal sabÃa en comparación con la sintética. No lo podÃa soportar.
Al lado de Pepe se materializó el hacker que habÃa anunciado la llegada de los fantasmas. La mujer desesperadamente le pidió que liberara sus BTC y juró estar dispuesta a hacer lo que él quisiera. El ciberdelincuente le proporcionó un documento con instrucciones de cómo debÃa proceder y la dirección donde debÃa ser depositada la mitad de los bitcoins que poseÃa. Después de aquella escena, Jesie finalmente se vio sola en su habitación y apoyó suavemente su cara en la almohada. Afuera comenzaba a nevar y al dÃa siguiente habrÃa mucho que hacer:
– Mañana compraré 500 pizzas para el orfanato, de hecho, llenaré una habitación entera con ellas y le regalaré gatos a cada niño, tantos gatos que no podrán diferenciar uno de otro. También le daré 10 minutos extra a Chan cada dÃa para que visite a su hijo. Se dijo a sà misma con una gran sonrisa que ocupaba todo su rostro.
Fue entonces cuando Chan apagó los proyectores de hologramas y se fue a dormir. En realidad él nunca habÃa tenido acceso a las llaves de la cartera BTC de su jefa, pero en medio de la conmoción ella no se percató de que las que tuvo frente a sus ojos no eran las correctas. Al ver la reacción que provocó en ella, el humilde pero astuto asistente estaba confiado de que la obra con Jesie habÃa funcionado y que pronto ella le devolverÃa una cantidad de BTC mucho mayor a la que le quitó aprovechándose de su necesidad.
¡Feliz criptonavidad a todos!
El primero de los fantasmas se presentó en medio de olas que entraban y salÃan de la casa, desordenando por completo la pulcra habitación de Jesie y amenazando con ahogarla en cualquier momento. Se trataba de un hombre con rasgos asiáticos, un traje de Santa Claus naranja, lentes en forma de «B», una cara inexpresiva y un aire de sabidurÃa.
Al recuperarse del shock inicial, Jesie comenzó a interrogar a esta extraña figura que flotaba a unos diez centÃmetros de la superficie del agua. También intentaba en vano buscar en el lóbulo de su propia oreja el microchip que la conectaba a Netflux, para confirmar si su visión era producto de haberse dormido en la plataforma (algo que resultaba muy peligroso para los usuarios ya que podrÃan quedarse atrapados allà permanentemente) pero no daba resultado.
La inmutable aparición flotaba y le extendÃa la mano en silencio, como esperando una confirmación para realizar alguna operación. El terror a morir ahogada pudo más que su desconfianza en los demás y al notar que el nivel del agua subÃa cada vez más, Jesie se aferró a la mano del fantasma. Este la transportó sobre las calles del barrio que la vio crecer, cuando los zapatos desechables habÃan pasado de moda y muchas personas estaban perdiendo sus empleos. Pudo ver a su madre, una polaca muy hermosa que cuidaba de sus hijos; también vio a su padre utilizando su teléfono inteligente para dar sus primeras altcoins a las dos pequeñas en navidad.
El fantasma luego la llevó a una navidad en otra época (también parte del pasado) al cuarto donde veÃa clases en lÃnea, participaba en videollamadas masivas donde los estudiantes se reunÃan para hacer «cosas de estudiantes». En ese mismo lugar fue donde ella conoció el amor. Pero esta no es una historia de amor, asà que no vamos a detenernos en la persona de quién se enamoró nuestra millonaria en su época de estudiante durante los dÃas navideños.
Jesie también fue llevada al momento exacto cuando Chan le vendió sus bitcoin como una medida desesperada para intentar salvar su patrimonio. Como era de esperarse, Jesie no se vio afectada por las navidades que el fantasma le hizo recordar. Solo comentó ante el hombre del traje naranja, en el tono prepotente que la caracterizaba, que se podÃa haber ahorrado la cantidad de efectos especiales que acompañaron su presentación si el contenido de las historias iba a ser «tan poco interesante».
– No sé qué tecnologÃa estás utilizando para que todo parezca real. Mañana debo trabajar y no me has dejado descansar. Por favor, devuélveme a mi habitación y limpia el desastre que has ocasionado. Si no estás en posición de hacerlo, avÃsame ahora para programar a Nancy en una jornada de limpieza completa.
La aparición se desvaneció de forma mucho menos impetuosa que como apareció. Todo estuvo en orden casi instantáneamente (aunque permaneció mojado) asà que Jesie se preparó para darse un baño y sacarse toda esa agua, de dudosa procedencia, de encima. Pero antes, entró a su vestidor (una habitación enorme, como la de todos los ricos en las pelÃculas) y paseó su mirada por las cientos de piezas de ropa interior que poseÃa para verificar que no estuvieran mojados, ya que esta era su pasión y el verdadero motivo por el que poseÃa Valeria’s Secret. Su negocio le permitÃa reunir a los mejores diseñadores del mundo para que confeccionaran sus piezas personales según su gusto y medidas.
Viendo aquel espectáculo al que estaba habituada, suspiró mientras se preguntaba si su hermana todavÃa usaba aquel pijama de seda amarilla que confeccionó su madre y que nunca pudo robarle. Mientras acomodaba las almohadas sentÃa un gran vacÃo por dentro, ya que no lograba explicar por qué su antiguo amigo se volvÃa en su contra de esa manera. Ella solo le habÃa quitado 50 millones de dólares en altcoins, lo cual fue «generoso» de su parte considerando que pudo habérselas quitado todas con aquel malware experimental. ¿De qué se trataba si no era un error de la Netflux? Decidió sentarse en la cama a leer un libro de contabilidad de la empresa y no dormir por precaución.
El segundo fantasma llegó tranquilamente cuando sonaron las campanadas que indicaban las diez de la noche. Se trataba de un hombre joven, flaco, muy alto con ojos verdes y tez blanca. VenÃa montado en un unicornio y vestÃa una franela azul con un gran diamante estampado.
– Soy el fantasma de la navidad presente y voy a mostrarte de lo que te estás perdiendo.
El primer lugar al que la llevó fue al hospital donde el hijo de Chan, su asistente, se encontraba descansando. El niño estaba cubierto por un montón de tubos y cables que hacÃan las funciones del sistema circulatorio. No se movÃa y las enfermeras trabajaban cambiando la sangre que circulaba por el cuerpo maltrecho del pequeño.
Esta vez Jesie cambió la expresión de su rostro durante unos segundos y el fantasma comenzó a hablar sin parar. Le explicaba sobre temas de robótica, tecnologÃa espacial y cómo se cultivaron con éxito las primeras plantas fuera del planeta. A Jesie le parecÃa interesante todo aquello, pero no podÃa evitar que ese niño en cama le recordara a su hermana y los dos hijos que recientemente se habÃa enterado que tenÃa.
Como si leyera sus pensamientos, el mismo fantasma la llevó a un orfanato donde, para su dolorosa sorpresa, se encontraban sus sobrinos. Uno de ellos era una pequeña niña de cabellos negros, quien frente a uno de esos artefactos obsoletos que llamaban laptop (muy similar a la que llevaba el hacker en su bolsa) escribÃa su petición a una dirección de correo llamada «el omnipotente». Al parecer, la petición era lo suficientemente conmovedora, pues logró sacar una pesada lágrima de los ojos de la frÃa multimillonaria, quien pidió al espectro que la sacara rápido de allÃ.
Jesie tenÃa más de diez años sin llorar, desde que se hizo una operación para extirparse los lagrimales. Los ojos le dolÃan demasiado, asà que fue con prisa al baño para lavar su rostro con agua caliente, pero Nancy (su aplicación predilecta) seguÃa sin responder.
La millonaria se detuvo en medio de la habitación y con un grito de dolor hizo que el fantasma de la navidad futura hiciera su aparición. Se trataba de un ser mitad hombre y mitad rana de piel color esmeralda. El personaje ocultaba sus partes nobles con un lienzo blanco y tenÃa una expresión bastante peculiar.
– Soy el croa espÃritu de la navidad futura. Mi nombre croa es Pepe. No te llevaré a ningún lado, croa sólo vengo a mostrarte este documento croa.
Jesie abrió el documento que el hombre rana le transfirió de forma inalámbrica y un frÃo recorrió su espalda. Se trataba de la semilla de su cartera de bitcoin, la dirección y la contraseña que protegÃa sus operaciones. Se imaginó en la calle, sin la ropa más costosa y alimentándose de comida orgánica que tan mal sabÃa en comparación con la sintética. No lo podÃa soportar.
Al lado de Pepe se materializó el hacker que habÃa anunciado la llegada de los fantasmas. La mujer desesperadamente le pidió que liberara sus BTC y juró estar dispuesta a hacer lo que él quisiera. El ciberdelincuente le proporcionó un documento con instrucciones de cómo debÃa proceder y la dirección donde debÃa ser depositada la mitad de los bitcoins que poseÃa. Después de aquella escena, Jesie finalmente se vio sola en su habitación y apoyó suavemente su cara en la almohada. Afuera comenzaba a nevar y al dÃa siguiente habrÃa mucho que hacer:
– Mañana compraré 500 pizzas para el orfanato, de hecho, llenaré una habitación entera con ellas y le regalaré gatos a cada niño, tantos gatos que no podrán diferenciar uno de otro. También le daré 10 minutos extra a Chan cada dÃa para que visite a su hijo. Se dijo a sà misma con una gran sonrisa que ocupaba todo su rostro.
Fue entonces cuando Chan apagó los proyectores de hologramas y se fue a dormir. En realidad él nunca habÃa tenido acceso a las llaves de la cartera BTC de su jefa, pero en medio de la conmoción ella no se percató de que las que tuvo frente a sus ojos no eran las correctas. Al ver la reacción que provocó en ella, el humilde pero astuto asistente estaba confiado de que la obra con Jesie habÃa funcionado y que pronto ella le devolverÃa una cantidad de BTC mucho mayor a la que le quitó aprovechándose de su necesidad.
¡Feliz criptonavidad a todos!
El primero de los fantasmas se presentó en medio de olas que entraban y salÃan de la casa, desordenando por completo la pulcra habitación de Jesie y amenazando con ahogarla en cualquier momento. Se trataba de un hombre con rasgos asiáticos, un traje de Santa Claus naranja, lentes en forma de «B», una cara inexpresiva y un aire de sabidurÃa.
Al recuperarse del shock inicial, Jesie comenzó a interrogar a esta extraña figura que flotaba a unos diez centÃmetros de la superficie del agua. También intentaba en vano buscar en el lóbulo de su propia oreja el microchip que la conectaba a Netflux, para confirmar si su visión era producto de haberse dormido en la plataforma (algo que resultaba muy peligroso para los usuarios ya que podrÃan quedarse atrapados allà permanentemente) pero no daba resultado.
La inmutable aparición flotaba y le extendÃa la mano en silencio, como esperando una confirmación para realizar alguna operación. El terror a morir ahogada pudo más que su desconfianza en los demás y al notar que el nivel del agua subÃa cada vez más, Jesie se aferró a la mano del fantasma. Este la transportó sobre las calles del barrio que la vio crecer, cuando los zapatos desechables habÃan pasado de moda y muchas personas estaban perdiendo sus empleos. Pudo ver a su madre, una polaca muy hermosa que cuidaba de sus hijos; también vio a su padre utilizando su teléfono inteligente para dar sus primeras altcoins a las dos pequeñas en navidad.
El fantasma luego la llevó a una navidad en otra época (también parte del pasado) al cuarto donde veÃa clases en lÃnea, participaba en videollamadas masivas donde los estudiantes se reunÃan para hacer «cosas de estudiantes». En ese mismo lugar fue donde ella conoció el amor. Pero esta no es una historia de amor, asà que no vamos a detenernos en la persona de quién se enamoró nuestra millonaria en su época de estudiante durante los dÃas navideños.
Jesie también fue llevada al momento exacto cuando Chan le vendió sus bitcoin como una medida desesperada para intentar salvar su patrimonio. Como era de esperarse, Jesie no se vio afectada por las navidades que el fantasma le hizo recordar. Solo comentó ante el hombre del traje naranja, en el tono prepotente que la caracterizaba, que se podÃa haber ahorrado la cantidad de efectos especiales que acompañaron su presentación si el contenido de las historias iba a ser «tan poco interesante».
– No sé qué tecnologÃa estás utilizando para que todo parezca real. Mañana debo trabajar y no me has dejado descansar. Por favor, devuélveme a mi habitación y limpia el desastre que has ocasionado. Si no estás en posición de hacerlo, avÃsame ahora para programar a Nancy en una jornada de limpieza completa.
La aparición se desvaneció de forma mucho menos impetuosa que como apareció. Todo estuvo en orden casi instantáneamente (aunque permaneció mojado) asà que Jesie se preparó para darse un baño y sacarse toda esa agua, de dudosa procedencia, de encima. Pero antes, entró a su vestidor (una habitación enorme, como la de todos los ricos en las pelÃculas) y paseó su mirada por las cientos de piezas de ropa interior que poseÃa para verificar que no estuvieran mojados, ya que esta era su pasión y el verdadero motivo por el que poseÃa Valeria’s Secret. Su negocio le permitÃa reunir a los mejores diseñadores del mundo para que confeccionaran sus piezas personales según su gusto y medidas.
Viendo aquel espectáculo al que estaba habituada, suspiró mientras se preguntaba si su hermana todavÃa usaba aquel pijama de seda amarilla que confeccionó su madre y que nunca pudo robarle. Mientras acomodaba las almohadas sentÃa un gran vacÃo por dentro, ya que no lograba explicar por qué su antiguo amigo se volvÃa en su contra de esa manera. Ella solo le habÃa quitado 50 millones de dólares en altcoins, lo cual fue «generoso» de su parte considerando que pudo habérselas quitado todas con aquel malware experimental. ¿De qué se trataba si no era un error de la Netflux? Decidió sentarse en la cama a leer un libro de contabilidad de la empresa y no dormir por precaución.
El segundo fantasma llegó tranquilamente cuando sonaron las campanadas que indicaban las diez de la noche. Se trataba de un hombre joven, flaco, muy alto con ojos verdes y tez blanca. VenÃa montado en un unicornio y vestÃa una franela azul con un gran diamante estampado.
– Soy el fantasma de la navidad presente y voy a mostrarte de lo que te estás perdiendo.
El primer lugar al que la llevó fue al hospital donde el hijo de Chan, su asistente, se encontraba descansando. El niño estaba cubierto por un montón de tubos y cables que hacÃan las funciones del sistema circulatorio. No se movÃa y las enfermeras trabajaban cambiando la sangre que circulaba por el cuerpo maltrecho del pequeño.
Esta vez Jesie cambió la expresión de su rostro durante unos segundos y el fantasma comenzó a hablar sin parar. Le explicaba sobre temas de robótica, tecnologÃa espacial y cómo se cultivaron con éxito las primeras plantas fuera del planeta. A Jesie le parecÃa interesante todo aquello, pero no podÃa evitar que ese niño en cama le recordara a su hermana y los dos hijos que recientemente se habÃa enterado que tenÃa.
Como si leyera sus pensamientos, el mismo fantasma la llevó a un orfanato donde, para su dolorosa sorpresa, se encontraban sus sobrinos. Uno de ellos era una pequeña niña de cabellos negros, quien frente a uno de esos artefactos obsoletos que llamaban laptop (muy similar a la que llevaba el hacker en su bolsa) escribÃa su petición a una dirección de correo llamada «el omnipotente». Al parecer, la petición era lo suficientemente conmovedora, pues logró sacar una pesada lágrima de los ojos de la frÃa multimillonaria, quien pidió al espectro que la sacara rápido de allÃ.
Jesie tenÃa más de diez años sin llorar, desde que se hizo una operación para extirparse los lagrimales. Los ojos le dolÃan demasiado, asà que fue con prisa al baño para lavar su rostro con agua caliente, pero Nancy (su aplicación predilecta) seguÃa sin responder.
La millonaria se detuvo en medio de la habitación y con un grito de dolor hizo que el fantasma de la navidad futura hiciera su aparición. Se trataba de un ser mitad hombre y mitad rana de piel color esmeralda. El personaje ocultaba sus partes nobles con un lienzo blanco y tenÃa una expresión bastante peculiar.
– Soy el croa espÃritu de la navidad futura. Mi nombre croa es Pepe. No te llevaré a ningún lado, croa sólo vengo a mostrarte este documento croa.
Jesie abrió el documento que el hombre rana le transfirió de forma inalámbrica y un frÃo recorrió su espalda. Se trataba de la semilla de su cartera de bitcoin, la dirección y la contraseña que protegÃa sus operaciones. Se imaginó en la calle, sin la ropa más costosa y alimentándose de comida orgánica que tan mal sabÃa en comparación con la sintética. No lo podÃa soportar.
Al lado de Pepe se materializó el hacker que habÃa anunciado la llegada de los fantasmas. La mujer desesperadamente le pidió que liberara sus BTC y juró estar dispuesta a hacer lo que él quisiera. El ciberdelincuente le proporcionó un documento con instrucciones de cómo debÃa proceder y la dirección donde debÃa ser depositada la mitad de los bitcoins que poseÃa. Después de aquella escena, Jesie finalmente se vio sola en su habitación y apoyó suavemente su cara en la almohada. Afuera comenzaba a nevar y al dÃa siguiente habrÃa mucho que hacer:
– Mañana compraré 500 pizzas para el orfanato, de hecho, llenaré una habitación entera con ellas y le regalaré gatos a cada niño, tantos gatos que no podrán diferenciar uno de otro. También le daré 10 minutos extra a Chan cada dÃa para que visite a su hijo. Se dijo a sà misma con una gran sonrisa que ocupaba todo su rostro.
Fue entonces cuando Chan apagó los proyectores de hologramas y se fue a dormir. En realidad él nunca habÃa tenido acceso a las llaves de la cartera BTC de su jefa, pero en medio de la conmoción ella no se percató de que las que tuvo frente a sus ojos no eran las correctas. Al ver la reacción que provocó en ella, el humilde pero astuto asistente estaba confiado de que la obra con Jesie habÃa funcionado y que pronto ella le devolverÃa una cantidad de BTC mucho mayor a la que le quitó aprovechándose de su necesidad.
¡Feliz criptonavidad a todos!
El primero de los fantasmas se presentó en medio de olas que entraban y salÃan de la casa, desordenando por completo la pulcra habitación de Jesie y amenazando con ahogarla en cualquier momento. Se trataba de un hombre con rasgos asiáticos, un traje de Santa Claus naranja, lentes en forma de «B», una cara inexpresiva y un aire de sabidurÃa.
Al recuperarse del shock inicial, Jesie comenzó a interrogar a esta extraña figura que flotaba a unos diez centÃmetros de la superficie del agua. También intentaba en vano buscar en el lóbulo de su propia oreja el microchip que la conectaba a Netflux, para confirmar si su visión era producto de haberse dormido en la plataforma (algo que resultaba muy peligroso para los usuarios ya que podrÃan quedarse atrapados allà permanentemente) pero no daba resultado.
La inmutable aparición flotaba y le extendÃa la mano en silencio, como esperando una confirmación para realizar alguna operación. El terror a morir ahogada pudo más que su desconfianza en los demás y al notar que el nivel del agua subÃa cada vez más, Jesie se aferró a la mano del fantasma. Este la transportó sobre las calles del barrio que la vio crecer, cuando los zapatos desechables habÃan pasado de moda y muchas personas estaban perdiendo sus empleos. Pudo ver a su madre, una polaca muy hermosa que cuidaba de sus hijos; también vio a su padre utilizando su teléfono inteligente para dar sus primeras altcoins a las dos pequeñas en navidad.
El fantasma luego la llevó a una navidad en otra época (también parte del pasado) al cuarto donde veÃa clases en lÃnea, participaba en videollamadas masivas donde los estudiantes se reunÃan para hacer «cosas de estudiantes». En ese mismo lugar fue donde ella conoció el amor. Pero esta no es una historia de amor, asà que no vamos a detenernos en la persona de quién se enamoró nuestra millonaria en su época de estudiante durante los dÃas navideños.
Jesie también fue llevada al momento exacto cuando Chan le vendió sus bitcoin como una medida desesperada para intentar salvar su patrimonio. Como era de esperarse, Jesie no se vio afectada por las navidades que el fantasma le hizo recordar. Solo comentó ante el hombre del traje naranja, en el tono prepotente que la caracterizaba, que se podÃa haber ahorrado la cantidad de efectos especiales que acompañaron su presentación si el contenido de las historias iba a ser «tan poco interesante».
– No sé qué tecnologÃa estás utilizando para que todo parezca real. Mañana debo trabajar y no me has dejado descansar. Por favor, devuélveme a mi habitación y limpia el desastre que has ocasionado. Si no estás en posición de hacerlo, avÃsame ahora para programar a Nancy en una jornada de limpieza completa.
La aparición se desvaneció de forma mucho menos impetuosa que como apareció. Todo estuvo en orden casi instantáneamente (aunque permaneció mojado) asà que Jesie se preparó para darse un baño y sacarse toda esa agua, de dudosa procedencia, de encima. Pero antes, entró a su vestidor (una habitación enorme, como la de todos los ricos en las pelÃculas) y paseó su mirada por las cientos de piezas de ropa interior que poseÃa para verificar que no estuvieran mojados, ya que esta era su pasión y el verdadero motivo por el que poseÃa Valeria’s Secret. Su negocio le permitÃa reunir a los mejores diseñadores del mundo para que confeccionaran sus piezas personales según su gusto y medidas.
Viendo aquel espectáculo al que estaba habituada, suspiró mientras se preguntaba si su hermana todavÃa usaba aquel pijama de seda amarilla que confeccionó su madre y que nunca pudo robarle. Mientras acomodaba las almohadas sentÃa un gran vacÃo por dentro, ya que no lograba explicar por qué su antiguo amigo se volvÃa en su contra de esa manera. Ella solo le habÃa quitado 50 millones de dólares en altcoins, lo cual fue «generoso» de su parte considerando que pudo habérselas quitado todas con aquel malware experimental. ¿De qué se trataba si no era un error de la Netflux? Decidió sentarse en la cama a leer un libro de contabilidad de la empresa y no dormir por precaución.
El segundo fantasma llegó tranquilamente cuando sonaron las campanadas que indicaban las diez de la noche. Se trataba de un hombre joven, flaco, muy alto con ojos verdes y tez blanca. VenÃa montado en un unicornio y vestÃa una franela azul con un gran diamante estampado.
– Soy el fantasma de la navidad presente y voy a mostrarte de lo que te estás perdiendo.
El primer lugar al que la llevó fue al hospital donde el hijo de Chan, su asistente, se encontraba descansando. El niño estaba cubierto por un montón de tubos y cables que hacÃan las funciones del sistema circulatorio. No se movÃa y las enfermeras trabajaban cambiando la sangre que circulaba por el cuerpo maltrecho del pequeño.
Esta vez Jesie cambió la expresión de su rostro durante unos segundos y el fantasma comenzó a hablar sin parar. Le explicaba sobre temas de robótica, tecnologÃa espacial y cómo se cultivaron con éxito las primeras plantas fuera del planeta. A Jesie le parecÃa interesante todo aquello, pero no podÃa evitar que ese niño en cama le recordara a su hermana y los dos hijos que recientemente se habÃa enterado que tenÃa.
Como si leyera sus pensamientos, el mismo fantasma la llevó a un orfanato donde, para su dolorosa sorpresa, se encontraban sus sobrinos. Uno de ellos era una pequeña niña de cabellos negros, quien frente a uno de esos artefactos obsoletos que llamaban laptop (muy similar a la que llevaba el hacker en su bolsa) escribÃa su petición a una dirección de correo llamada «el omnipotente». Al parecer, la petición era lo suficientemente conmovedora, pues logró sacar una pesada lágrima de los ojos de la frÃa multimillonaria, quien pidió al espectro que la sacara rápido de allÃ.
Jesie tenÃa más de diez años sin llorar, desde que se hizo una operación para extirparse los lagrimales. Los ojos le dolÃan demasiado, asà que fue con prisa al baño para lavar su rostro con agua caliente, pero Nancy (su aplicación predilecta) seguÃa sin responder.
La millonaria se detuvo en medio de la habitación y con un grito de dolor hizo que el fantasma de la navidad futura hiciera su aparición. Se trataba de un ser mitad hombre y mitad rana de piel color esmeralda. El personaje ocultaba sus partes nobles con un lienzo blanco y tenÃa una expresión bastante peculiar.
– Soy el croa espÃritu de la navidad futura. Mi nombre croa es Pepe. No te llevaré a ningún lado, croa sólo vengo a mostrarte este documento croa.
Jesie abrió el documento que el hombre rana le transfirió de forma inalámbrica y un frÃo recorrió su espalda. Se trataba de la semilla de su cartera de bitcoin, la dirección y la contraseña que protegÃa sus operaciones. Se imaginó en la calle, sin la ropa más costosa y alimentándose de comida orgánica que tan mal sabÃa en comparación con la sintética. No lo podÃa soportar.
Al lado de Pepe se materializó el hacker que habÃa anunciado la llegada de los fantasmas. La mujer desesperadamente le pidió que liberara sus BTC y juró estar dispuesta a hacer lo que él quisiera. El ciberdelincuente le proporcionó un documento con instrucciones de cómo debÃa proceder y la dirección donde debÃa ser depositada la mitad de los bitcoins que poseÃa. Después de aquella escena, Jesie finalmente se vio sola en su habitación y apoyó suavemente su cara en la almohada. Afuera comenzaba a nevar y al dÃa siguiente habrÃa mucho que hacer:
– Mañana compraré 500 pizzas para el orfanato, de hecho, llenaré una habitación entera con ellas y le regalaré gatos a cada niño, tantos gatos que no podrán diferenciar uno de otro. También le daré 10 minutos extra a Chan cada dÃa para que visite a su hijo. Se dijo a sà misma con una gran sonrisa que ocupaba todo su rostro.
Fue entonces cuando Chan apagó los proyectores de hologramas y se fue a dormir. En realidad él nunca habÃa tenido acceso a las llaves de la cartera BTC de su jefa, pero en medio de la conmoción ella no se percató de que las que tuvo frente a sus ojos no eran las correctas. Al ver la reacción que provocó en ella, el humilde pero astuto asistente estaba confiado de que la obra con Jesie habÃa funcionado y que pronto ella le devolverÃa una cantidad de BTC mucho mayor a la que le quitó aprovechándose de su necesidad.
4.5
5
Alta historia! Me encantó Zuleika 🙂