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Bitcoin ha muerto casi 500 veces en numerosos medios de comunicación.
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La primera causa de muerte es, probablemente, la poca disposición de investigar.
El 8 de noviembre de 2010 un articulista escribió el primer obituario de Bitcoin conocido. En aquel entonces, 1 bitcoin (BTC) tenía un valor de 0,23 centavos de dólar (USD). Desde entonces se han escrito muchos artículos sobre la expectativa de que Bitcoin morirá, ninguno se ha cumplido, claro.
Irónicamente, el sitio web donde se publicó el artículo Por qué bitcoin no puede ser una moneda, firmado por The Underground Economist, ya no existe. En su artículo, el comentarista esgrimió una hipótesis: «El aumento de la demanda de bitcoin hará que los precios en términos de bitcoin bajen (deflación), mientras que la disminución de la demanda hará que aumenten (inflación)», con lo que describió leyes elementales de la oferta y la demanda, que sin duda se cumplen en la economía de bitcoin.
Paradógicamente, el autor describió con cierta aproximación las dinámicas que sustentan las variaciones de precio de bitcoin. Argumentó que en la medida que crece la demanda, aumenta el valor de la moneda y «¿quién quiere renunciar a un dinero cuyo valor aumenta constantemente?», se pregunta. Explica, también, que «la deflación engendra más deflación, ad infinitum, al menos hasta que algo se rompa», una idea que permitiría «ganar mucho dinero con bitcoin, siempre que salgas del mercado en el momento adecuado», aconseja.
Más adelante comienza a hacer suposiciones: los precios denominados en BTC no podrán bajar más con el tiempo, los comerciantes se cansarán de cambiar los precios y luego asume que se podrían topar con problemas técnicos como la indivisibilidad o la posibilidad de que los software no puedan manejar todos los ceros después de los decimales. Estos problemas, en definitiva, se han resuelto. En la actualidad 1 bitcoin puede dividirse en 100 millones de partes, un ajuste en el protocolo o software lo permite. Esto quiere decir que si algún día 1 BTC vale USD 100 millones, por ejemplo, la unidad mínima (sat o satoshis) tendrá un valor equivalente a un dólar. Cualquier computadora puede computar eso sin esfuerzo.
Un punto resaltante de ese artículo es la suposición de que hay dos escenarios sobre lo que haría la gente con sus bitcoins: por un lado, el autor cree que es posible que las personas no quieran gastar su dinero si el precio de la moneda está en aumento; por el otro, asume que si algo va mal o si bitcoin alcanzaba cierto precio, las personas comenzarían a recoger sus beneficios y vender sus BTC. Esto no es del todo errado, salvo por el hecho de que la fase de ventas nunca ha sido sinónimo de muerte para bitcoin.
De hecho, a lo largo de los años, bitcoin ha experimentado varios ciclos donde hay una fase de acumulación y otra de ventas, que influyen poderosamente en el precio de la moneda. En la actualidad, sabemos que los ciclos de precios dependen de muchos más factores que los que describe el autor del primer obituario de Bitcoin. Entre estos factores están el halving, que reduce la emisión de la moneda a la mitad cada 4 años, la adopción institucional y, ahora, la posibilidad de crear vehículos financieros que permitan negociar la monedas en bolsas, como en el pasado ocurrió con la creación de futuros de bitcoin, entre otros.
Según The Undergund Economist, debido a bitcoin no es más que dinero y su oferta es fija, una vez que las personas comiencen a vender, durante la fase que él denomina inflacionaria, nada podrá detener el proceso. «Los comerciantes pasarán de aceptar una moneda por un año de pornografía a no aceptar bitcoin en absoluto, y un montón de personas se quedarán con bitcoin sin valor», sentencia.
El primer obituario de Bitcoin concluye con una comparación entre el dólar (USD) y bitcoin. El autor sugiere que las monedas gubernamentales, «respaldadas por balas» no son proclives a sufrir una muerte como la que pronosticó para Bitcoin. Argumenta que la FED puede simplemente ajustar los impuestos o tomar cualquier medida si cae la demanda por el dólar estadounidense, por ejemplo. Y afirma que Bitcoin no puede asumir esa flexibilidad. Menos mal.
Lo cierto es que luego de 13 años bitcoin se ha revalorizado. Las distintas muertes que se le adjudicaron en el transcurso del tiempo, casi siempre coincidieron con la fase de mercado bajista. En 2010, 1 BTC valía USD 0,23; hoy superó los USD 36.000 por unidad (y no es su máximo histórico). En cambio, el dólar estadounidense se ha devaluado constantemente en las últimas 3 décadas como consecuencia de la impresión indiscriminada de más dinero, además de la pérdida de confianza de las personas que se ven obligadas a usarlo.
Como escribió Satoshi Nakamoto, el creador de Bitcoin, cuando aun el protocolo era un pequeño experimento entre la comunidad de Cypherpunks y no estaba del todo convencido del alcance de esta tecnología: «Puede tener sentido tener algunos [bitcoin] antes de que se ponga de moda».
Después de todo, los casi 500 obituarios que se registran en un archivo de 99bitcoin (sin contar los muchos que se han escrito en español y otras lenguas, que probablemente multiplique esta cifra exponencialmente) son una muestra histórica de cómo cierta idea de lo que es o debería ser el dinero se ha impuesto en las sociedades. La mayor parte de estas ideas solo refuerzan los mecanismos de control que se ejercen a trabes del dinero que imprimen los Estados. Bitcoin también resuelve eso al independizar al separar la transferencia y creación de valor de las instituciones de control.