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El temor a ser descubiertos limita el uso de criptomonedas en la financiación del terrorismo.
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Hamás y otros grupos terroristas dejaron de recibir donaciones en bitcoin.
La histórica diferencia geopolítica entre Israel y Palestina, agravada el fin de semana pasado debido al ataque perpetrado por el llamado Movimiento de Resistencia Islámica (Harakat al-Muqawama al-Islamiya o Hamás), capta atención mundial en estos días.
Mientras el conflicto escala, sobre todo tras la declaración de guerra emitida por el gobierno israelita, se pone en evidencia el hecho de que los grupos terroristas que operan en el Medio Oriente dependen cada vez menos de las criptomonedas. Hay varias razones que explican por qué.
Hasta ahora, son muchos los dedos que se dirigen a Irán acusando al país islámico de ser uno de los principales financistas del ataque. Una publicación de Wall Street Journal asegura que funcionarios iraníes ayudaron a planificar las actividades de Hamás. Esto, al tiempo que las autoridades de Irán niegan su participación y Estados Unidos afirma no tener pruebas.
En medio de la situación, vuelven a salir a la luz los lazos económicos que unen a Irán con grupos terroristas de la región, entre ellos Hamás y Hezbolá, partido político y grupo militante islamista chiita libanés.
Muchos análisis señalan que estas agrupaciones utilizan criptomonedas para financiar sus actividades. Ello, aún cuando la mayoría de las investigaciones indican que el vínculo entre criptomonedas y terrorismo es más débil de lo que parece y que los terroristas prefieren el dinero en efectivo.
La creencia de que los terroristas utilizan más las criptomonedas tomó fuerza a raíz del mayor uso que le han dado las autoridades iraníes a bitcoin y otros activos digitales, como alternativa ante las sanciones aplicadas por Estados Unidos desde 2018.
Sin embargo, los analistas que apoyan la tesis de la participación iraní no mencionan a las criptomonedas, pues relacionan más las acciones de Hamás con el relajamiento de las sanciones por parte del gobierno de Joe Biden, el cual permitió que unos USD 6.000 millones en ingresos petroleros fueran transferidos a una cuenta iraní en Qatar.
El dinero fue desbloqueado en agosto de este año, luego de un acuerdo para la liberación de rehenes. El secretario de Estado de Estados Unidos, Anthony Blinken, dijo que Irán no ha podido gastar ni un solo dólar de esos 6.000 millones. Una afirmación que deja abierta la duda sobre las fuentes de financiamiento para el ataque a Israel.
Es muy posible que las principales fuentes de financiamiento sigan teniendo origen en el dinero fíat, en el contexto de flexibilización de las sanciones, porque las condiciones actuales no favorecen el uso de criptomonedas por parte de estas agrupaciones.
Hamás suspendió donaciones en bitcoin y otras criptomonedas
Una de las razones que explica la menor dependencia de los grupos terroristas de bitcoin se halla en el hecho de que muchos de ellos han optado por dejar de recibir donaciones en criptomonedas. Lo anunció Hamás en mayo de este año, cuando informó que no recibiría financiamiento en criptoactivos debido al aumento de la actividad hostil en contra de los donantes.
«La decisión se toma porque hay preocupación por la seguridad de quienes nos entregan dinero y para evitarles cualquier daño», dijo el grupo en un comunicado que dio a conocer la agencia Reuters, aclarando que impedirían que personas y grupos le enviaran fondos en bitcoins. Y aunque estos grupos no revelan de dónde provienen sus recursos financieros, los líderes han dicho que las donaciones provienen de personas del mundo musulmán, incluyendo a Irán.
En ese sentido, se sabe que Hamás y Hezbolá venían aumentando la recepción de criptomonedas como vía de financiamiento desde hace pocos años, según las investigaciones realizadas por la firma Chainalysis.
Las revelaciones muestran que parte de la actividad se fue desplazando a las criptomonedas, a menudo siguiendo un patrón en el que los fondos se transfieren primero de los facilitadores financieros a los servicios hawala (canales informales para transferencias de dinero) y a los corredores OTC, y luego a direcciones controladas por los grupos en exchanges.
Chainalysis
No obstante, las operaciones con criptomonedas no llegaron a niveles significativos, tal como reveló un estudio del equipo de investigaciones especiales de Coinbase. El mismo determinó que a pesar de que los grupos terroristas cuentan con reservas en criptoactivos, las transacciones (en el caso de bitcoin) solo representan menos del 0,05% del total de BTC transados.
Grupos terroristas temen a las técnicas forenses para blockchains
Hay que agregar a lo anterior, que en el marco del aumento de las preocupaciones de los reguladores de todo el mundo por el uso de criptomonedas con fines ilícitos, se ha venido entendiendo que las monedas digitales como bitcoin no gozan del anonimato que muchos creían.
El sistema de bitcoin es pseudónimo y dada esta propiedad es posible rastrear su movimiento en la cadena de bloques mediante softwares que han sido incorporados por muchos exchanges, junto a políticas de KYC (conoce a tu cliente). Estas prácticas forenses, cuestionadas porque atentan contra la privacidad de los usuarios, han permitido a las autoridades identificar a quienes están detrás de las transferencias.
Fue con este método como hace unos meses Israel incautó cuentas de Binance relacionadas con Hamás y el Estado Islámico, confiscando casi 200 direcciones vinculadas a estas organizaciones terroristas. La agencia contra el terrorismo de Israel también alimenta una “lista negra” de direcciones de bitcoin relacionadas con Hamás.
Se entiende por ello que al estar los grupos terroristas al tanto de todos estos riesgos, limitan el uso de criptomonedas por temor a que se identifiquen tanto a los miembros de los grupos como a sus contribuyentes.