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La compra de bienes y el pago de servicios con criptomonedas todavía es limitado en África.
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En venezuela la inflación empuja a los ciudadanos a usar el bitcoin para resguardar su capital.
Frente a economías en crisis, la confianza de los ciudadanos en sus gobiernos e instituciones financieras decae y los obliga a buscar alternativas que protejan su poder adquisitivo de los embates de la inflación.
“Hay muchos países donde la gente está buscando activos que no sean vulnerables a una debacle bancaria”, dijo a Bloomberg Andrew Milne, jefe de inversiones y cofundador de Altana Digital Currency Fund. De acuerdo con Milne, el activo que mejor puede fungir como “refugio seguro” para la estabilidad monetaria de los residentes de este tipo de países es el bitcoin.
Si bien varias instituciones han advertido al público que la divisa digital es una “burbuja financiera”, las facilidades que esta brinda a los usuarios en la transferencia de dinero sin necesidad de intermediarios, protegiendo los ahorros del caos político que lleva a la depreciación de la moneda local, han disparado su popularidad.
Tal es el caso de Zimbabue, donde la crisis política tras la salida del poder del presidente Robert Mugabe disparó el precio del bitcoin a más del doble global en las casas de cambio de la nación africana, ante la desesperación de los ciudadanos de salvar sus fondos por medio de un mercado que no depende de las circunstancias de un solo país.
Aunque la compra de bienes y el pago de servicios con criptomonedas todavía es limitado en África, los empresarios han comenzado compañías destinadas a servir mercados más grandes. BitPesa Ltd., una startup con sede en Kenia, ofrece transferencias internacionales de dinero y otros servicios en bitcoin en Nigeria, Tanzania, Uganda y su propio país. Unocoin hace lo mismo en India, al igual que Coins.PH en Filipinas.
Bitcoin: capítulo Venezuela
En un artículo reciente del Fondo Monetario Internacional (FMI), la institución de cooperación estimó que la economía en Venezuela “continúa contrayéndose por cuarto año consecutivo, y la inflación se dirige hacia la hiperinflación”.
Según los cálculos de la Asamblea Nacional venezolana, la inflación en octubre fue de 45,5% y la variación acumulada en 10 meses fue de 825,7%. El diputado Ángel Alvarado, quien presentó el resultado de índice de precios al consumidor, apuntó que para el cierre de 2017, los precios estarán en más de 1.400% y “de seguir en este ritmo, en 2018 se puede llegar a 12.000%”.
Un equipo especializado del Parlamento de la nación suramericana se ha encargado de hacer seguimiento mensual al índice inflacionario debido a que el Banco Central de Venezuela (BCV) dejó de publicar las cifras y presentarlas al FMI.
La baja oferta de dólares en el país, el incremento de los bolívares en circulación —e impresos sin respaldo por el BCV— debido al aumento de los salarios; la caída en la asignación de divisas a las empresas —que requieren de insumos adquiridos en el extranjero para producir— entre otras cosas, han impulsado el alza en el mercado paralelo, pulverizando el poder adquisitivo de los venezolanos que deben comprar productos esenciales al doble de su valor porque las empresas privadas se ven obligadas a importar insumos a precio de dólar paralelo y suman ese gasto a sus productos.
En síntesis, aun cuando el Ejecutivo Nacional ha hecho cuatro ajustes salariales durante el año en curso, estos siguen quedándose cortos ante la inflación y empujando a los ciudadanos a inclinarse por otra opción que les permita resguardar su capital, e incluso, potenciarlo: el bitcoin.
De acuerdo con una gráfica de CoinDance, el volumen de intercambios de BTC en Venezuela durante la última semana fue de más de 122 millardos de bolívares:
Al compararlo con países de economías más estables en la región como Argentina o Chile, que para el mismo período intercambian entre 15 BTC y 19 BTC, respectivamente, el volumen de intercambios de BTC en Venezuela es mayor, calculándose en 265 BTC en una semana:
La adopción de las divisas digitales como medio de intercambio y “colchón” económico no parece que vaya a agotarse todavía como alternativa para los habitantes de países en crisis. Lo que resta por ver es si esto logra cambiar la opinión de los escépticos y le abre las puertas a los criptoactivos a un mercado más amplio dentro de estas naciones.